Cada 19 de octubre conmemoramos el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama, enfermedad que afecta a miles de mujeres en México, sin distinción de edad o condición económica. Sin embargo, la realidad es que el acceso a servicios especializados de salud se convierte en un privilegio que muchas no pueden permitirse, mientras que otras enfrentan barreras que parecen insalvables.
De acuerdo con el INEGI, en 2023 se registraron 8,034 muertes por cáncer de mama en la población de 20 años y más. Esta cifra subraya la urgencia de la detección temprana y del tratamiento adecuado, pero además plantea una pregunta crítica: ¿cómo podemos alcanzar estos objetivos, si las mujeres indígenas y aquellas que residen en zonas rurales y marginadas carecen de acceso a servicios de salud especializados, como mastografías gratuitas?
La injusticia social es una realidad palpable. Las mujeres que más necesitan estos servicios son, a menudo, las que menos posibilidades tienen de acceder a ellos. Las mujeres indígenas enfrentan barreras lingüísticas, culturales y geográficas que les impiden obtener atención médica adecuada. Esto resulta inaceptable en un país que se compromete a ser justo y equitativo.
En años recientes se han realizado esfuerzos significativos para fortalecer los servicios de detección y tratamiento del cáncer de mama, pero es esencial redoblar esfuerzos; necesitamos llevar estos servicios a cada rincón del país, de manera continua y accesible. Las mujeres que trabajan, las estudiantes y madres de familia no siempre pueden asistir a campañas de detección, debido a sus múltiples responsabilidades diarias.
Es momento de transformar esta realidad y priorizar la salud de todas las mujeres, sin distinción. Ellas son pilar fundamental de la familia y de la sociedad; su bienestar es crucial para el desarrollo social, económico y cultural de nuestro país. Es indispensable reconocer su valor, para construir un futuro en el que todas tengan acceso a la atención que merecen.
Estamos en una época de empoderamiento femenino, un momento que exige abatir las brechas de desigualdad que históricamente han afectado a las mujeres. Por ello, es crucial crear un sistema de salud accesible y equitativo que respalde a cada mujer en su lucha por una vida plena y saludable.
Para lograrlo, debemos enfocarnos en tres áreas clave: ampliar la cobertura de servicios de salud especializados; llevar mastografías gratuitas a todos los rincones del país de manera regular y constante, y fortalecer la educación sobre la autoexploración mamaria y la importancia de la detección temprana en todas las comunidades. También es necesario abordar las injusticias sociales, asegurando que las mujeres indígenas y las que viven en zonas marginadas tengan acceso a atención médica adecuada.
Como legislador, y como hijo, esposo y padre de maravillosas mujeres, mi compromiso es trabajar incansablemente por un futuro en el que todas tengan acceso equitativo a servicios de salud de calidad, especialmente en la lucha contra el cáncer de mama. Es hora de unirnos en esta batalla y garantizar que cada mujer pueda vivir plenamente.
La lucha contra el cáncer de mama es, ante todo, una lucha por la igualdad y la justicia social. Es hora de unirnos para combatir esta enfermedad y garantizar que todas las mujeres tengan acceso a servicios de salud oportunos y de calidad.
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