/ sábado 29 de junio de 2024

Deserción escolar en el nivel básico

La educación es un pilar fundamental para garantizar que los individuos tengan un nivel de vida aceptable dentro de la sociedad, así como ser parte funcional de la misma y participar en la toma de decisiones. Por ende, la deserción escolar es un lastre de desarrollo de las familias e incluso de las economías, expone Eduardo Luis Lechuga Rodríguez, IPN.

El periodo en el cual el desarrollo cognitivo y de habilidades para tener éxito en el ámbito académico, profesional y en general en la vida, se concentra en la primera infancia, término asociado a James Heckman (scielo.org.mx 2012), para referirse a la etapa comprendida entre los 0 y 5 años, quien asegura que esta fase determina si los individuos serán o no productivos durante la adultez (Unicef).

Para un individuo, el periodo de aprendizaje comienza antes que inicie la educación formal, y es un proceso que se prolonga por toda su vida. Es de esperar que el aprendizaje de la primera infancia repercute sobre las siguientes etapas de la vida, por lo tanto, “el aprendizaje temprano causa aprendizaje posterior y el éxito temprano genera éxito posterior, justo como el fracaso temprano origina fracaso posterior”.

El problema es multifactorial: alimentario, agua potable, acceso a drenaje, salud, vivienda, educación e información o ingresos bajos. Mexicanos Primero expresa que la deserción escolar es un desafío importante en el sistema educativo mexicano. Aquí algunos datos: al comenzar este sexenio la matrícula en educación inicial, que era de 249 mil 302 alumnos, cifra que según los datos más recientes de la Secretaría de Educación Pública (SEP) cayó a 217 mil 391, esto es, 31 mil 911 alumnos menos. Durante los últimos cuatro ciclos escolares, correspondientes de la actual administración, la matrícula escolar de educación básica disminuyó en total en un millón 144 mil 84 estudiantes.

La SEP habla de mejoras que el sistema educativo mexicano ha tenido, por ejemplo, las Becas para los estudiantes -donde falta seguimiento y evaluación-. El gobierno federal señala que, en el nivel básico, se benefició a 10.8 millones de alumnos con una inversión de 173 mil millones de pesos durante la actual administración. El Ejecutivo federal considera que, en materia educativa, su gobierno ha resultado exitoso, a pesar de los datos que muestran las matrículas, por ello sólo apuntaremos “ligeras mejoras”. Es fundamental abordar el problema de deserción escolar para garantizar que cada niño en México tenga acceso a la educación y permanezca en la escuela hasta completar su educación básica.

Manuel Gil Antón, de El Colegio de México, plantea: “Para tener rumbo, es preciso saber dónde estamos. Esta administración, luego de un periodo dedicado a las modificaciones legales con el fin de lograr una nueva reforma educativa —pragmática, no programática—, y otro lapso a lidiar con un fenómeno totalmente inesperado como fue la pandemia (a través de una estrategia de escolarización remota de emergencia con resultados pobres, sin duda, y muy desiguales también), intentó, al amainar le contingencia, dar continuidad inmediata a los procesos pedagógicos con el fin de regresar, cuanto antes, a la “normalidad”, sin realizar un balance serio de sus diversas consecuencias, ni llevar a cabo algún programa específico que subsanara, en lo posible, los severos daños ocurridos en el aprendizaje y la socialización que la experiencia escolar implican.

A un par de años del final del sexenio, se tomó la decisión de impulsar un nuevo modo, radical, de hacer las cosas, orientado por la noción de la Nueva Escuela Mexicana, y ponerlo en práctica de una buena vez, en todos los grados de la educación básica, sin mediar el tiempo suficiente para, al menos, comprender sus implicaciones en la formación docente, la relación con las familias y la inercia considerable de la(s) costumbre(s)” en la lucha contra la deserción escolar.

No solo cuentan los recursos económicos, han faltado estrategias que pueden marcar la diferencia en la lucha contra la deserción escolar, entre otras: Apoyo extra en el proceso de aprendizaje. Proporcionar tutorías, clases de refuerzo o programas de apoyo académico para estudiantes que enfrentan dificultades. Recordarle al estudiante la importancia del proceso de aprendizaje; fomentar la motivación intrínseca y la conexión emocional con la educación.

Implementación de sistemas de alerta temprana: utilizar indicadores educativos (como rendimiento, asistencia y rezago pedagógico) para identificar a estudiantes en riesgo y brindarles apoyo específico (Euroinnova.edu.es.blog). Involucrar a familiares y a la comunidad: crear una red de apoyo que incluya a padres, tutores y miembros de la comunidad para fortalecer la retención escolar.

A unos cuantos meses para que concluya el sexenio y ante este panorama educativo, ¿qué hacer entonces? Si de veras importase la educación, es ineludible juntar esfuerzos para, desde la estrechez de la cornisa, con paciencia y cuidado, iniciar la construcción de un puente.

¿Cuál sería? El que le proponga a la nación un grupo amplio y plural de conocedores de la complejidad de lo educativo (maestras y maestros, sin falta, pero acompañados de otros actores con saberes avanzados en pedagogía, didáctica, infraestructura física y digital, y otros campos imprescindibles). Es decir, una estrategia de largo plazo sólida y factible, transexenal, que todos los partidos políticos respetaran, con el fin de modificar, con el tiempo necesario, las estructuras, procesos y relaciones que conduzcan a un cambio real en el incremento del aprendizaje –y la permanencia escolar agregaremos-, propone Gil Antón.

“Es necesario impulsar y fortalecer la garantía del derecho a aprender en México, priorizando el fortalecimiento de la educación pública” (Mexicanos Primero). Como ya lo anotamos, la deserción escolar es un desafío importante en el sistema educativo mexicano.

La educación es un pilar fundamental para garantizar que los individuos tengan un nivel de vida aceptable dentro de la sociedad, así como ser parte funcional de la misma y participar en la toma de decisiones. Por ende, la deserción escolar es un lastre de desarrollo de las familias e incluso de las economías, expone Eduardo Luis Lechuga Rodríguez, IPN.

El periodo en el cual el desarrollo cognitivo y de habilidades para tener éxito en el ámbito académico, profesional y en general en la vida, se concentra en la primera infancia, término asociado a James Heckman (scielo.org.mx 2012), para referirse a la etapa comprendida entre los 0 y 5 años, quien asegura que esta fase determina si los individuos serán o no productivos durante la adultez (Unicef).

Para un individuo, el periodo de aprendizaje comienza antes que inicie la educación formal, y es un proceso que se prolonga por toda su vida. Es de esperar que el aprendizaje de la primera infancia repercute sobre las siguientes etapas de la vida, por lo tanto, “el aprendizaje temprano causa aprendizaje posterior y el éxito temprano genera éxito posterior, justo como el fracaso temprano origina fracaso posterior”.

El problema es multifactorial: alimentario, agua potable, acceso a drenaje, salud, vivienda, educación e información o ingresos bajos. Mexicanos Primero expresa que la deserción escolar es un desafío importante en el sistema educativo mexicano. Aquí algunos datos: al comenzar este sexenio la matrícula en educación inicial, que era de 249 mil 302 alumnos, cifra que según los datos más recientes de la Secretaría de Educación Pública (SEP) cayó a 217 mil 391, esto es, 31 mil 911 alumnos menos. Durante los últimos cuatro ciclos escolares, correspondientes de la actual administración, la matrícula escolar de educación básica disminuyó en total en un millón 144 mil 84 estudiantes.

La SEP habla de mejoras que el sistema educativo mexicano ha tenido, por ejemplo, las Becas para los estudiantes -donde falta seguimiento y evaluación-. El gobierno federal señala que, en el nivel básico, se benefició a 10.8 millones de alumnos con una inversión de 173 mil millones de pesos durante la actual administración. El Ejecutivo federal considera que, en materia educativa, su gobierno ha resultado exitoso, a pesar de los datos que muestran las matrículas, por ello sólo apuntaremos “ligeras mejoras”. Es fundamental abordar el problema de deserción escolar para garantizar que cada niño en México tenga acceso a la educación y permanezca en la escuela hasta completar su educación básica.

Manuel Gil Antón, de El Colegio de México, plantea: “Para tener rumbo, es preciso saber dónde estamos. Esta administración, luego de un periodo dedicado a las modificaciones legales con el fin de lograr una nueva reforma educativa —pragmática, no programática—, y otro lapso a lidiar con un fenómeno totalmente inesperado como fue la pandemia (a través de una estrategia de escolarización remota de emergencia con resultados pobres, sin duda, y muy desiguales también), intentó, al amainar le contingencia, dar continuidad inmediata a los procesos pedagógicos con el fin de regresar, cuanto antes, a la “normalidad”, sin realizar un balance serio de sus diversas consecuencias, ni llevar a cabo algún programa específico que subsanara, en lo posible, los severos daños ocurridos en el aprendizaje y la socialización que la experiencia escolar implican.

A un par de años del final del sexenio, se tomó la decisión de impulsar un nuevo modo, radical, de hacer las cosas, orientado por la noción de la Nueva Escuela Mexicana, y ponerlo en práctica de una buena vez, en todos los grados de la educación básica, sin mediar el tiempo suficiente para, al menos, comprender sus implicaciones en la formación docente, la relación con las familias y la inercia considerable de la(s) costumbre(s)” en la lucha contra la deserción escolar.

No solo cuentan los recursos económicos, han faltado estrategias que pueden marcar la diferencia en la lucha contra la deserción escolar, entre otras: Apoyo extra en el proceso de aprendizaje. Proporcionar tutorías, clases de refuerzo o programas de apoyo académico para estudiantes que enfrentan dificultades. Recordarle al estudiante la importancia del proceso de aprendizaje; fomentar la motivación intrínseca y la conexión emocional con la educación.

Implementación de sistemas de alerta temprana: utilizar indicadores educativos (como rendimiento, asistencia y rezago pedagógico) para identificar a estudiantes en riesgo y brindarles apoyo específico (Euroinnova.edu.es.blog). Involucrar a familiares y a la comunidad: crear una red de apoyo que incluya a padres, tutores y miembros de la comunidad para fortalecer la retención escolar.

A unos cuantos meses para que concluya el sexenio y ante este panorama educativo, ¿qué hacer entonces? Si de veras importase la educación, es ineludible juntar esfuerzos para, desde la estrechez de la cornisa, con paciencia y cuidado, iniciar la construcción de un puente.

¿Cuál sería? El que le proponga a la nación un grupo amplio y plural de conocedores de la complejidad de lo educativo (maestras y maestros, sin falta, pero acompañados de otros actores con saberes avanzados en pedagogía, didáctica, infraestructura física y digital, y otros campos imprescindibles). Es decir, una estrategia de largo plazo sólida y factible, transexenal, que todos los partidos políticos respetaran, con el fin de modificar, con el tiempo necesario, las estructuras, procesos y relaciones que conduzcan a un cambio real en el incremento del aprendizaje –y la permanencia escolar agregaremos-, propone Gil Antón.

“Es necesario impulsar y fortalecer la garantía del derecho a aprender en México, priorizando el fortalecimiento de la educación pública” (Mexicanos Primero). Como ya lo anotamos, la deserción escolar es un desafío importante en el sistema educativo mexicano.