Este domingo se celebra el DOMUND, el Domingo Mundial de las Misiones. A la vocación bautismal le va implícito el hecho de ser misioneros. Jesús dejó testigos, en su discurso de despedida previo a la Ascensión es enfático: ¡son testigos!, es decir, habrán de dar testimonio de esto y no de otra cosa. Esta es la característica esencial del tiempo de la Iglesia: el testimonio. Esa es la mejor y más elocuente expresión del ser cristiano, vivir el espíritu del Hijo que fue el misionero por excelencia.
Ser testigos como luz y como sal, con la demostración de la Verdad en la propia vida. No con discursos, porque Jesús no dejó oradores, ni con planes solamente, porque no dejó estrategas. Con el resplandor de la propia vida que hable del Señor, reconociéndose cada cristiano como una bendición en el mundo.
El Papa ha dicho “Para la Jornada Mundial de las Misiones de este año he elegido el tema de la parábola evangélica del banquete nupcial (cf. Mt 22,1-14). Después de que los invitados rechazaron la invitación, el rey, protagonista del relato, dice a sus siervos: «Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren» (v. 9).
Reflexionando sobre esta palabra clave, en el contexto de la parábola y de la vida de Jesús, podemos destacar algunos aspectos importantes de la evangelización, los cuales resultan particularmente actuales para todos nosotros, discípulos-misioneros de Cristo, en esta fase final del itinerario sinodal que, de acuerdo con el lema “Comunión, participación, misión”, deberá relanzar a la Iglesia hacia su compromiso prioritario, es decir, el anuncio del Evangelio en el mundo contemporáneo”. De tal manera que, el elemento llamativo al que se invita a reflexionar es vivir la misión como una invitación a los demás a entrar y gozar de una fiesta que está a punto.
“Dirijamos nuestra mirada a María, que obtuvo de Jesús el primer milagro, precisamente en una fiesta de bodas, en Caná de Galilea (cf. Jn 2,1-12). El Señor ofreció a los esposos y a todos los invitados la abundancia del vino nuevo, signo anticipado del banquete nupcial que Dios prepara para todos, al final de los tiempos. Supliquemos también hoy su materna intercesión por la misión evangelizadora de los discípulos de Cristo”.
Que esta sea una doble oportunidad de reconocer el propio talante misionero y de impulsar a los misioneros en todo el mundo, ayudando a todos a disfrutar de la mesa del banquete.