Estos últimos días, Veracruz se ha teñido de sangre; hay más balazos que abrazos; en el centro y norte de la entidad, han vivido días muy similares a los que se han vivido en Culiacán, como si se estuviera en una guerra constante.
La ola de violencia no solo se vive en la capital del estado de Sinaloa, Culiacán; ahora en la entidad veracruzana se han registrado días de violencia que se traducen en al menos tres masacres, balaceras en plena luz del día y homicidios en zonas turísticas.
Apenas iniciaba el mes y el cambio de gobierno y en Tuxpan se vivieron horas de completo terror la mañana del pasado jueves 3 de octubre, cuando una balacera en plena zona centro forzó que las escuelas cercanas cancelaran ese día de clases.
Ese mismo día, el gobernador de la entidad dijo con total tranquilidad que “se tenía controlada la situación”, que, “hay balazos, pero no nos afecta”, que solo es psicosis que los mismos habitantes crean, y lo peor que “hasta ahorita, no afecta a los veracruzanos”, no sabemos si lo dice con total desconocimiento o con total cinismo.
Veracruz es un río de sangre, y este Veracruz que nos deja este sexenio sólo ha generado y seguirá generando un alto costo gracias a la inseguridad que no han sabido controlar, y este será uno de los grandes pendientes que enfrentará la nueva administración federal y estatal que está por entrar.
Estos días que han pasado, no solo Tuxpan ha estado ensangrentado; Perote, Martínez de la Torre y Tecolutla han sido golpeados por la violencia, donde ha habido asesinatos en plena luz del día y en puntos turísticos de las últimas dos ciudades.
No solo en estados como Zacatecas y Sinaloa se viven días de violencia, balazos, desapariciones y ríos de sangre; la entidad veracruzana está sufriendo los estragos de una mala estrategia de seguridad. Tal parece que si no se controla a tiempo la inseguridad se convertirá en un mal nacional.
Los ciudadanos de la zona norte y centro de la entidad, hoy más que nunca hacen un clamor por tanta inseguridad. Los comerciantes están teniendo pérdidas, los niños y jóvenes ya no se sienten seguros en ir a sus escuelas, y las amas de casa tienen miedo hasta de ir al mercado.
Y no, no es psicosis, es temor, es miedo, porque no será un abrazo perdido, será una bala la que les impida llegar a sus hogares. Por eso es necesaria una buena estrategia de seguridad, para que Sinaloa, Zacatecas y Veracruz dejen de vivir esta inseguridad que está matando cada día a más gente.
*Diputado federal. PAN