Según el Informe sobre violencia contra las mujeres emitido mensualmente por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), Veracruz se encuentra en el tercer lugar nacional por el número de feminicidios que se han perpetrado en el estado de enero a mayo de 2024.
Comparte este deshonroso sitio con la Ciudad de México. A ambos se les ha contabilizado un total de 24 feminicidios; solo se encuentran detrás de Estado de México, en el cual se han registrado 28 casos, y de Nuevo León que exhibe 33.
Entre los cien municipios de la República con más presuntos feminicidios, Xalapa, capital de Veracruz, aparece en el número treinta. Catemaco ocupa el puesto 66 y Emiliano Zapata el sitio 67.
De los 24 feminicidios contabilizados para el estado de Veracruz por la autoridad federal, se establece que seis fueron con arma de fuego, siete con arma blanca y de los once restantes solo se establece que fueron perpetrados con “otro elemento”.
En coincidencia, el Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres (OUVMujeres) también ha contabilizado 24 feminicidios en el estado para el mismo periodo. Sin embargo, documenta cuatro casos para el municipio de Xalapa, mientras que el informe oficial indica que solo hay tres.
De acuerdo con un monitoreo riguroso a medios de comunicación, el Observatorio señala que Ixhuatlán del Café, Papantla y Perote cuentan también con cuatro feminicidios efectuados durante los primeros cinco meses del año.
De acuerdo con los datos del OUVMujeres podemos observar varios elementos importantes a considerar. El primero de ellos indica que en veinte municipios veracruzanos se ha cometido el delito de feminicidio, es decir, más del 17 por ciento del territorio presenta violencia mortal focalizada en las mujeres.
En este punto es inevitable preguntarnos acerca de la efectividad e impacto de la Declaratoria de Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres de Veracruz por el delito de feminicidio, establecida desde 2016. Si las hay, ¿cuáles son las estrategias que se implementan con la población para evitar los feminicidios? Si es el caso, habría que realizar su urgente mejora. Es evidente que no están funcionando.
Un segundo elemento que el Observatorio pone sobre la mesa consiste en el rango de edad de las víctimas, las cuales se encuentran entre los 23 y los 67 años. Gracias a este dato nos percatamos de que el feminicidio se focaliza en los cuerpos de las mujeres sin importar su edad y que cualquiera de nosotras puede ser víctima de este delito, solo por el hecho de ser mujer.
Nuevamente salta aquí la pregunta sobre medidas de prevención, sanción, justicia y reparación, las cuales deben ser públicas y ampliamente conocidas por las ciudadanas para que permitan salvaguardar la vida o exigir castigo ejemplar a los agresores.
De la amplia información recabada por el Observatorio, retomo un último dato que sobresale por su crudeza, pero que también nos permite conocer y analizar el fenómeno: del total de casos contabilizados por este organismo universitario, tres se perpetraron con arma blanca, seis más con arma de fuego, en cinco casos los feminicidas acabaron con la vida de sus víctimas a golpes.
De los diez casos restantes no se pudo establecer cuál fue el arma utilizada. La proximidad que da el sentido de propiedad que muchos hombres tienen sobre las mujeres facilita que los feminicidios se efectúen a través del contacto que proporciona el golpe o un arma blanca. ¿Alguna autoridad ha puesto atención en ello? Parece que no. ¿Harán algo al respecto?
Estos datos me hacen recordar los cursos y talleres de masculinidades que se imparten a los funcionarios de las instituciones públicas o privadas con diferente razón social y rango de acción.
Más allá de las palmadas en la espalda y del recuento de daños provocados por una crianza misógina, siempre me he preguntado con cuántas sesiones se logra la renuncia del privilegio machista o se logra implementar una política de Estado con perspectiva de género y respetuosa de los derechos humanos.
Por cierto, en el informe oficial antes mencionado, el Secretariado establece que 121 veracruzanas fueron víctimas de homicidio entre enero y mayo de este año. Mil 825 fueron víctimas de lesiones y 166 de extorsión. Es decir, tal como lo han dicho muchas teóricas feministas y activistas sociales, el feminicidio es solo la punta del iceberg. En serio, ¿qué vamos a hacer para mermar este panorama de muerte para las mujeres en Veracruz?
*Coordinadora del Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres. Universidad Veracruzana