El imperialismo es una tendencia de sometimiento y control de los medios y tecnologías de producción, así como también del aprisionamiento de la mano de obra, la banca y los procesos del desarrollo inductor de la independencia de los pueblos.
En cuyo caso estaremos hablando de antiguas estructuras que cimentadas en su poderío militar, en la congruencia y el desarrollo de sus instituciones, han construido el rostro de un mundo cómodo, moderno, apurado de consumidores y adictos de todo tipo de cosas y productos quizá en nada necesarios.
Las cifras del poder del dinero en bruto son abrumadoras, si a cualquier ciudadano promedio se le colocara en sus manos unos 10 millones de dólares, qué habría de sucederle, acaso sería más feliz, o sólo se destruiría al hundirse en compras superfluas, en francachelas, licor, mujeres, drogas, para lograr el seductor efecto del hedonismo destructor. Los más grandes líderes de la historia en su mayoría murieron aplastados bajo las ruedas del poder, pero debemos recordar que no sólo se trata del poder político, sino de una concatenación de factores que van desde el poder militar, político, burocrático, legislativo, ejecutivo, judicial, así como el de grupos empresariales sumamente influyentes, ni hablar del negocio del narco, o del más poderoso que es la trata de personas para fines laborales de todo tipo y necesidad.
No nos debe espantar una gente con poder, tampoco un grupo de poder, ya que existe un sistema de pesos y contrapesos que por su naturaleza buscará un equilibrio “necesario dentro de toda sociedad coherente y bien habida”. La nucleación o consolidación del poder en muy pocas manos, arroja la tendencia del “autoritarismo”, la Italia fascista de Benito Mussolini fue el vivo ejemplo de la historia de un líder sostenido por el periodismo de su época, que aspiro a resucitar las épocas de gloria del imperialismo Romano, él se alió con Alemania, Japón, y una serie de otros países satélite de su tiempo, los cuales también igual que ahora tenían partisanos sin ser ejército regular, eran matones a sueldo, o en su caso piratas mercenarios que como hienas carroñeras asistían a robar. Toda guerra es un lucro, pero al mismo tiempo denota la más degradante condición humana de medrar, de vivir bajo el esfuerzo de otros, al jugar como en el monopolio a comprar y vender al mejor postor las empresas y a obtener mayores utilidades sin límites ni frenos de ninguna clase.
Kamala Harris vs Donald Trump son la cara de monedas contrarias y por supuesto disímbolas; no entiendo cómo la mayor democracia del mundo ha ido perdiendo su sustentabilidad, la credibilidad de sus electores y del propio mundo que los veíamos como un punto referencial del poder global; la única explicación es “el deterioro de sus valores esenciales de libertad, justicia, institucionalidad, nacionalismo y libre mercado en la libertad de competencias básicas del desarrollo tecno-industrial de los EU”. Qué grupo conviene con una mayor firmeza a México, republicanos o demócratas, y resulta que muchos creeremos en los demócratas, ya que el partido republicano en su ala más radical resulta segregante, racista, volcado a imponer mayores condicionamientos o frenos a la economía latina, prohibiendo el libre comercio al añadir más impuestos a los productos provenientes desde México; las asignaturas pendientes con América del norte son muchas, y en especial con un Gobierno definido en palabras de un presidente como Andrés Manuel López Obrador en progresista, incluyente, tolerante, pacifista, reformador y demás. Necesitará una continuidad inteligente y sustentada en principios de apertura y solidaridad con pueblos cercanos a nuestro país, y más cercano a las clases bajas, y medias bajas de nuestra geografía, con el valioso fin de consolidar un sistema compensatorio de la riqueza nacional, de la impartición de justicia, educación, y en lo general propiciar una mucho mayor “movilidad social”.