/ miércoles 18 de septiembre de 2024

Los acontecimientos no deben gobernar a la política

Las mexicanas lograron el derecho a votar, en 1953 adquirieron derechos civiles y políticos con la promulgación de reformas a los artículos 34 y 35 constitucionales, reformas que eliminaron la restricción de género para que las mujeres pudieran postularse para cargos de elección popular. O aquel movimiento feminista de los años 60 que la liberó con el uso de la píldora anticonceptiva para decidir cuándo y cuántos hijos deseaban procrear o bien, su libertad de no hacerlo.

Hasta los movimientos de los últimos años, de lucha contra su libre derecho de abortar o de decidir y defender su libertad de género, luchas mayormente ignoradas por el gobierno.

México sigue siendo 90% machista y misógeno, un país donde cada día persiguen, violan y matan a mujeres mexicanas de todas las edades y de todas las clases sociales por el simple hecho de serlo, a las mujeres indígenas marginadas en sus comunidades.

Las mujeres mexicanas, aún con todos sus derechos constitucionales y sus movimientos, no pueden sentirse protegidas, no pueden caminar en libertad en calles o lugares públicos, ni siquiera en sus propios hogares. Su lucha es cruenta y constante y solo las propias mujeres son las que han creado la unión en sororidad, con colectivos de autoayuda, diversos movimientos y lucha hombro a hombro.

El reto será grande y será trascendental para la gobernadora electa en Veracruz, Norma Rocío Nahle, en su próxima administración, sin duda, ella tendrá a su favor la historia de otras mujeres veracruzanas pioneras que lograron sobresalir en sus diferentes ámbitos, abriendo brechas generacionales y cambiando el rumbo para sus predecesoras. Enhorabuena si así se cumple. Estamos por voltear la página de un capítulo y escribir un nuevo capítulo con una mujer al frente de Veracruz.

Dicen que en la política, la lealtad tiene fecha de caducidad.

La lealtad es un principio o una virtud que impide darle la espalda a una persona o grupos sociales que están unidos por lazos de amistad o por alguna relación social, ideológica o política, es el cumplimiento a lo que exigen las leyes del honor.

Sin rodeos, la gobernadora electa de Veracruz se deslindó de la dinastía Yunes Linares-Márquez. Ya que en su momento prometió un gobierno honesto, siguiendo el camino "humanista", la expectativa es alta. Y Veracruz no puede esperar. Sin embargo, "el porvenir está abierto", escribió Karl Popper.

En otro orden de ideas, odiado por unos, querido por otros y temido por todos, Fernando Gutiérrez Barrios creó en el siglo pasado una red de inteligencia nacional que, se quiera o no, dio estabilidad política a los gobiernos emanados del PRI durante más de 30 años. De buenos modales y trato amable, el veracruzano, formado en la milicia, se convirtió en un elemento indispensable para los presidentes mexicanos desde la época de Gustavo Díaz Ordaz hasta la administración de Carlos Salinas de Gortari.

Con mano suave, pero muy pesada, convencía a cualquier opositor del régimen acerca de las bondades de apoyar al Presidente en turno. No había el menor estruendo, le encargaban una cosa y él la ejecutaba eficazmente.

Quienes lo conocieron dicen que al rebelde en turno le invitaba un café en su oficina, donde le decía que el Presidente estaría muy complacido de que lo ayudara con sus votos a sacar equis tema.

No había la necesidad de alzar la voz. A los que intentaban oponer alguna resistencia, simplemente les ponía sobre el escritorio una carpeta, la cual podría ser olvidada si se accedían a cooperar, gustosos, lo hacían.