Coincido plenamente con los argumentos expresados en el Senado por el senador Ricardo Anaya respecto a la actual reforma constitucional que militariza la estrategia de seguridad en nuestro país. Ayer, jueves 26 de septiembre, el Congreso del Estado aprobó esta reforma en una sesión extraordinaria “fast track”, para cumplir con el proceso legislativo que requiere la ratificación de los Estados.
En este sexenio, estamos a punto de superar los 200 mil homicidios, lo que evidencia el fracaso de esta estrategia para pacificar a México. Nos oponemos a esta reforma no por capricho, sino porque ha demostrado no funcionar, y persistir en el mismo camino solo nos condenará a seguir fracasando.
Una de las razones clave por las que no podemos apoyar esta reforma es la falta de comprensión sobre la diferencia entre las tareas militares y policiales. Aunque ambas comparten ciertos elementos, como el uso de armas y vehículos de emergencia, sus enfoques son profundamente distintos. Un soldado está entrenado para obedecer órdenes sin cuestionarlas, ya que de ello depende la vida de sus compañeros y el éxito de la misión. En cambio, un buen policía debe validar la legalidad de cada acción, pues su labor no es eliminar un objetivo, sino resolver problemas complejos de convivencia social.
Otro aspecto crucial que mencionó Anaya es la distorsión del debate parlamentario al afirmar que la Guardia Nacional no está siendo militarizada. Actualmente, el 70% de sus integrantes son militares, y con esta reforma será el 100%. No podemos negar la realidad: la Guardia Nacional es una institución militarizada, lo que confunde las funciones policiales con las militares, algo que no podemos respaldar.
Debemos recordar, además, que los homicidios, aunque devastadores, representan menos del 1% de los 31 millones de delitos que ocurren anualmente en el país. La mayoría de estos delitos son robos, fraudes y extorsiones, y son estos crímenes los que generan el miedo y la inseguridad en la ciudadanía. Estos problemas no se resolverán con militares ni con tanques, sino con una policía civil bien remunerada, capacitada y apoyada por investigaciones sólidas.
La propia Guardia Nacional, según su informe, solo realizó 3 mil detenciones el año pasado, mientras que la policía civil de la Ciudad de México llevó a cabo 30 mil en ese mismo periodo. Esto demuestra que las fuerzas federales no están preparadas para realizar tareas policiales, mientras que las policías locales, con los recursos y respaldo adecuados, pueden obtener resultados efectivos.
Finalmente, aunque el oficialismo ganó las elecciones, no lo hizo por su éxito en materia de seguridad, sino a pesar de su rotundo fracaso en este ámbito. Es hora de reconocer que esta estrategia ha fallado. Urge fortalecer a las policías estatales y municipales, y crear una fuerza civil federal robusta. Insistir en la misma táctica esperando resultados diferentes es, como dijo Einstein, la definición de locura.
Por ello, como diputada y nuestro voto en Acción Nacional es, y seguirá siendo, en contra de esta reforma.
*Diputada local