Hace unos días corrió con fuerza un rumor insistente sobre un grupo delictivo que estaba privando de la libertad a mujeres jóvenes y menores de edad en el Puerto de Veracruz y zona conurbada.
A fuerza de mensajes vía Whatsapp, videos de influencers en temas varios en la plataforma TikTok, declaraciones de personas “expertas” y “comentócratas” de temas emergentes, se generó alarma entre la población. Días después la Secretaría de Seguridad Pública del estado de Veracruz emitió un comunicado a través de sus redes sociales para informar a la población sobre la falsedad de los mensajes, invitando a informarse por los medios oficiales.
Obviamente, ni la población alarmada ni la autoridad manifestaron que el fenómeno de la desaparición constituye una de las peores crisis humanitarias que ha vivido el estado de Veracruz desde hace una década, al menos. La atención que la población tiene sobre el tema se consigue a fuerza de bulos o fake news, dándole el tratamiento de un hecho aislado.
Tal como he tenido oportunidad de informar en este espacio, la desaparición de mujeres en Veracruz se intensificó de forma alarmante en el siglo XXI y, según datos oficiales del Registro Nacional de Personas Desaparecidas, No Localizadas y Localizadas, ha dejado cuatro mil 440 mujeres desaparecidas en el periodo que va de 2010 a junio de 2024. Esto sin contar a los hombres y población de la disidencia sexual que han desaparecido en ese mismo periodo.
Ante estos hechos no es gratuita la solicitud de una tercera Declaratoria de Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres por desaparición. Desde febrero de 2024 el gobierno federal enteró al Ejecutivo estatal de un informe elaborado por un grupo de expertas nombradas por las autoridades, el cual indicaba que era urgente la implementación de una tercera Alerta en Veracruz.
El mes de julio muestra un pequeño ejemplo de la gravedad del fenómeno, más allá de las noticias falsas que detonan alarma entre la población. Aún no termina el mes y la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas reporta cincuenta y dos desapariciones de mujeres en la entidad.
De éstas, afortunadamente han aparecido treinta y nueve; por cierto, cinco de ellas pertenecen a los municipios de Medellín de Bravo y Veracruz: se trata de cuatro adolescentes cuyas edades van de los 12 a los 16 años y una adulta de 42 años de edad.
El fenómeno se encuentra propagado de punta a punta en el estado: en los reportes de la Comisión podemos conocer la desaparición de una joven de 15 años en el municipio de Tantoyuca, al norte de la entidad, y otra de la misma edad en Agua Dulce, frontera con Tabasco. Ambas ya fueron localizadas.
¿Por qué desaparecen las mujeres en Veracruz? ¿Todo se debe a grupos delictivos dedicados al tráfico de personas? ¿Hay otras razones sumadas a ésta que provocan la intensificación del fenómeno? La población no ha recibido información gubernamental al respecto y hasta que no se trate con seriedad el caso, difícilmente las noticias falsas sobre el tema pasarán desapercibidas. Lo cierto es que las violencias contra mujeres es un tema que a la población solo le importa en el discurso y, a veces, ni eso.
De 2015 a 2023, según datos oficiales, se han cometido 647 feminicidios en Veracruz. Llama la atención que 2015 reporta cuarenta feminicidios, la cifra más baja. Le sigue 2023 con un total de 45 casos registrados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
En contraste, observamos que los homicidios de mujeres (dolosos y culposos) mantienen una constante preocupante: de 2018 a 2023 fueron asesinadas más de mil quinientas mujeres en nuestro estado. Si incluimos los feminicidios que han tenido lugar en el mismo periodo, encontramos que casi dos mil veracruzanas han sido asesinadas en los últimos 5 años.
No son cifras, son vidas, pero en Veracruz parece no preocuparle a nadie. Tan es así que los derechos de las mujeres se dan por sentado a fuerza de gráficas que exhiben decrementos de violencias sugiriendo que así es como se hace política pública con perspectiva de género.
La atención integral y experta de la crisis está sugerida en propuestas documentadas que la sociedad civil, agrupaciones feministas y la academia han hecho desde hace años. La misoginia institucional ha prevalecido hasta el momento. Ya veremos qué sucede en los siguientes años.
*Coordinadora del Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres. Universidad Veracruzana