/ sábado 17 de agosto de 2024

Nuestra Señora María Reina

Todo lo que hace referencia a la bienaventurada Virgen María se dice en referencia a Jesús, el Señor. Justo a la semana siguiente de celebrar la Asunción de María, la Iglesia celebra su coronación, bajo la advocación de Nuestra Señora María Reina, son bellísimas las obras que la presentan a los pies de la Trinidad, recibiendo la corona merecida por escuchar la Palabra y ponerla en práctica.

María es reina por varias razones: pertenece al linaje de David, el gran rey, directamente es descendiente de David. Por eso, tanto ella como su hijo son reyes en sentido exacto. Sin embargo, también es reina porque es la madre del Rey del Universo. Porque es madre de todo el género humano.

Porque Dios la escogió y la predestinó para hacerla participar de un gran misterio, que nadie más ha compartido sobre la faz de la tierra. Dios mismo, cumpliéndose las palabras de Jesús, al terminar sus días la recibió en la morada preparada para ella desde la Creación del mundo, por su entrega generosa y su donación sin reservas, por su apertura y disponibilidad a la acción de Dios en su vida, por su constante dejarse hacer por Él.

Se sabe que este título atribuido a María es muy antiguo, desde el siglo V por lo menos, se le reconoce como reina. Junto al título de “Madre de Dios”, se le comenzó a llamar “María reina”, con lo que la Iglesia de todos los tiempos ha reconocido en ella una dignidad excelsa y sublime, que la sitúa por encima de todas las creaturas, de ahí la importancia fundamental que ella tiene en la vida de cada uno y en la vida del mundo, desde luego que su reinado es muy parecido al del Señor Jesús; un reinado de donación, servicio, abajamiento y obediencia al Padre. No se trata de un reinado al estilo humano, con pompas y todo tipo de joyas y noblezas, sino del reinado del servicio, de la entrega y de la donación.

San Juan Pablo II, un gran devoto de María, sostuvo que ella puede ser llamada, con toda verdad, reina del Universo, pero su reinado está condicionado a su ser de Madre, a su misión de Madre del Mesías. Los cristianos al dirigirse a ella bajo el título de reina, expresan su reconocimiento a Dios por las gracias especiales que hizo resplandecer en la Madre del Mesías, el reconocimiento de sus méritos es la coronación de los dones de Dios.

Todo lo que hace referencia a la bienaventurada Virgen María se dice en referencia a Jesús, el Señor. Justo a la semana siguiente de celebrar la Asunción de María, la Iglesia celebra su coronación, bajo la advocación de Nuestra Señora María Reina, son bellísimas las obras que la presentan a los pies de la Trinidad, recibiendo la corona merecida por escuchar la Palabra y ponerla en práctica.

María es reina por varias razones: pertenece al linaje de David, el gran rey, directamente es descendiente de David. Por eso, tanto ella como su hijo son reyes en sentido exacto. Sin embargo, también es reina porque es la madre del Rey del Universo. Porque es madre de todo el género humano.

Porque Dios la escogió y la predestinó para hacerla participar de un gran misterio, que nadie más ha compartido sobre la faz de la tierra. Dios mismo, cumpliéndose las palabras de Jesús, al terminar sus días la recibió en la morada preparada para ella desde la Creación del mundo, por su entrega generosa y su donación sin reservas, por su apertura y disponibilidad a la acción de Dios en su vida, por su constante dejarse hacer por Él.

Se sabe que este título atribuido a María es muy antiguo, desde el siglo V por lo menos, se le reconoce como reina. Junto al título de “Madre de Dios”, se le comenzó a llamar “María reina”, con lo que la Iglesia de todos los tiempos ha reconocido en ella una dignidad excelsa y sublime, que la sitúa por encima de todas las creaturas, de ahí la importancia fundamental que ella tiene en la vida de cada uno y en la vida del mundo, desde luego que su reinado es muy parecido al del Señor Jesús; un reinado de donación, servicio, abajamiento y obediencia al Padre. No se trata de un reinado al estilo humano, con pompas y todo tipo de joyas y noblezas, sino del reinado del servicio, de la entrega y de la donación.

San Juan Pablo II, un gran devoto de María, sostuvo que ella puede ser llamada, con toda verdad, reina del Universo, pero su reinado está condicionado a su ser de Madre, a su misión de Madre del Mesías. Los cristianos al dirigirse a ella bajo el título de reina, expresan su reconocimiento a Dios por las gracias especiales que hizo resplandecer en la Madre del Mesías, el reconocimiento de sus méritos es la coronación de los dones de Dios.