/ sábado 12 de octubre de 2024

Repensar al municipio

Todas y todos nacemos en un municipio, ahí crecemos, estudiamos, trabajamos, nos enamoramos, hacemos amigas y amigos, construimos una familia, contribuimos desde muchos espacios en tareas colectivas y comunitarias, participamos políticamente, y aunque emigremos a otro territorio dentro de la República, nuestra vida seguirá desarrollándose siempre en un municipio, porque hablar de municipio, no es tan solo hablar de un gobierno municipal, es hablar de un territorio donde habita una población -nacida o no en ese territorio- y que, desde luego, tiene un gobierno municipal, cuyo sustento jurídico es el artículo 115 de nuestra Carta Magna, tal y como se transcribe a continuación:

“Artículo 115. Los estados adoptarán, para su régimen interior, la forma de gobierno republicano, representativo, democrático, laico y popular, teniendo como base de su división territorial y de su organización política y administrativa, el municipio libre, conforme a las bases siguientes:

I. Cada Municipio será gobernado por un Ayuntamiento de elección popular directa, integrado por un Presidente o Presidenta Municipal y el número de regidurías y sindicaturas que la ley determine, de conformidad con el principio de paridad. La competencia que esta Constitución otorga al gobierno municipal se ejercerá por el Ayuntamiento de manera exclusiva y no habrá autoridad intermedia alguna entre éste y el gobierno del Estado.”

En este mismo artículo de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, se asignan un conjunto de atribuciones a los gobiernos municipales, que principalmente están ligadas con la provisión de servicios públicos que sustentan la vida cotidiana de las personas que los habitan, cuya gestión adecuada o inadecuada, impacta positiva o negativamente en las condiciones de bienestar de las familias y de la comunidad, como por el ejemplo el agua potable, el drenaje, alcantarillado, tratamiento y disposición de aguas residuales; el alumbrado público; la limpia, recolección, traslado, tratamiento y disposición final de residuos; los mercados y centrales de abasto; los panteones; los rastros; las calles, parques y jardines y su equipamiento; y la seguridad pública en coordinación con el gobierno estatal y federal, así como la policía preventiva municipal y tránsito, entre otros.

Estas atribuciones y otras más que también están ligadas a la vida de la gente en su territorio, como el otorgamiento de permisos de construcción o los trámites que deben realizarse para la apertura de un negocio, el pago de predial y de diversos impuestos y derechos de índole municipal, es lo que respalda la conocida afirmación relativa a que “los gobiernos municipales son los más cercanos a la gente”, sin embargo también pueden ser los más lejanos a la gente cuando todo esto no responde a las necesidades de bienestar del pueblo o cuando los gobiernos municipales priorizan los intereses personales, económicos o de preservación del poder por el poder mismo de sus integrantes, o bien, cuando los trámites no son ágiles, honestos y transparentes y la atención ciudadana es poco amable y amigable.

La proximidad del gobierno municipal con su población como característica evidente y distintiva de ese ámbito de gobierno por el tipo de asuntos que se le han asignado, no necesariamente garantiza la cercanía con sus gobernados, por ello es fundamental repensar al municipio poniendo en el centro la imperante necesidad de convertir cada uno de los 2 mil 460 territorios municipales, en lugares de la República en los que población y gobierno trabajan de manera armónica para coadyuvar al bienestar, combatir las desigualdades y lograr la felicidad de todas y todos.

El pasado 2 de junio, la población de 724 municipios del país en 29 estados, confió en el partido Morena para ser gobernados. Confiaron en que serán consultados para la toma de decisiones trascendentales; confiaron en que se garantizará la honestidad y se promoverá la fraternidad entre sus habitantes; en que se implementará una cultura de paz y se mejorará la seguridad; confiaron en que el agua será gestionada como un derecho y no como una mercancía; en que se resolverán los problemas de baches, de iluminación y de movilidad; en que habrá limpieza en las calles y que no se contaminará la tierra y el agua con los residuos que se generan en las casas, los mercados y las empresas; confiaron también en que se cuidará el medio ambiente y por tanto se limpiaran ríos, se eliminará la tala clandestina y la depredación de zonas protegidas para privilegiar a empresas particulares; en que se promoverá el desarrollo económico en coordinación con los otros ámbitos de gobierno siempre con criterios de sustentabilidad; confiaron en que se promoverán entornos saludables en coordinación con los gobiernos estatal y federal; confiaron también en que se respetará la diversidad cultural; en que será realidad la igualdad de género y se eliminará todo tipo de violencia hacia las mujeres; en que se rescatarán los espacios públicos para la convivencia familiar y colectiva; en que se promoverá el deporte y el esparcimiento; en que se rescatará la producción en zonas rurales y se coadyuvará a la movilidad de los productos eliminando el coyotaje; confiaron en que sus mercados serán rescatados y dignificados, y en que los panteones volverán a ser sitios seguros para venerar la memoria de sus muertos; en que habrá cero corrupción y en que los recursos se aplicarán bajo el lema de “por el bien de todos primero los pobres”; en fin, confiaron en que poco a poco el bienestar, la fraternidad y la paz individual y colectiva serán una realidad en el ámbito local.

Es de resaltar que en reconocimiento de esa confianza, el Congreso Nacional de Morena llevado a cabo el pasado mes de septiembre, aprobó por unanimidad establecer en su programa la siguiente frase que refleja el ideario municipal de ese partido: “Morena aspira a construir municipios transformadores en los que la población que los habita en conjunto con su gobierno municipal promuevan la fraternidad y la honestidad como forma de vida y de gobierno, cuiden el medio ambiente, se comprometan con el impulso de la democracia participativa con mecanismos como son el presupuesto participativo, las consultas vecinales, los comités comunitarios, entre otros; con el objeto de tener municipios con políticas sustentables, entornos saludables, seguros y con una cultura de paz”.

Repensar al municipio es una tarea de todos sus habitantes, la evaluación ciudadana es un derecho que debe ejercerse con responsabilidad, y la escucha de sus gobernantes y la corrección de rumbo cuando proceda, es una obligación que debe convertirse en costumbre.