/ viernes 7 de junio de 2024

¿Resistir al sistema es posible?

Ante la barbarie de un sistema convulso que cercena la libertad y la esperanza para seguir produciendo capital para unos cuantos, resistir es el camino.

No se trata de sobrevivir, de aguantar, sino de resistir conscientemente, analizar lo que pasa en nuestro entorno y cuestionarnos si acaso esa es la única forma en que puede funcionar la sociedad.

La primera rebeldía se da cuando somos capaces de ver las contradicciones injustas de nuestra cotidianidad y decir “basta”.

Ser resistencia es una tarea diaria y difícil ante la vorágine moderna donde todo parecer reducirse a consumo, uso y desecho; solitaria, en cuanto a que quien no se apega al statu quo es rápidamente señalado como conflictivo, anormal y por tanto cercado y acallado, incluso físicamente.

Pero de eso se trata resistir, de sobreponerse, de buscar los resquicios, primero, para estudiar, para reflexionar y hacer comunidad de pensamiento, de anhelo, de esperanza; resistir en la convicción con argumentos de que otro mundo es posible y necesario; que una sociedad de pares que se construya desde abajo, en libertad y amor mutuo es un objetivo superior asequible, aunque no pronto ni fácil.

También es resistencia caminar e inyectar la pasión por el mañana a pesar de saber que quienes estamos ahora cuestionando e intentando hacer algo distinto sólo somos un eslabón de una transformación siempre incipiente y amenazada.

Escribió Ernesto Sábato: “El hombre de la posmodernidad está encadenado a las comodidades que le procura la técnica, y con frecuencia no se atreve a hundirse en experiencias hondas como el amor o la solidaridad, pero el ser humano, paradójicamente, sólo se salvará si pone su vida en riesgo por otro hombre, por su prójimo o su vecino…”

¿Qué opciones hay ante este sistema que ha construido a su favor los mecanismos para perpetuarse anulando la lógica de la vida y ha creado su propia concepción de libertad que es inyectada diariamente por diversas vías a todes los humanos? Dos opciones: Dejarse arrastrar por el fatalismo de que el gigante tiene una bota pesada o ser la resistencia.

Resistir es rebeldía pura; es abonar a generar consciencia, cuestionar y ser choque, ser barrera, ser afrenta, ser utopía. No hay resistencia pequeña, el cambio puede gestarse en los lugares más pequeños e inesperados, de la manera más cotidiana y hasta inocente.

“El ser humano debe hacer de los obstáculos nuevos caminos, porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer. En esta tarea, lo primordial es negarse a asfixiar cuando de vida podamos alumbrar”, indica Sábato.

Ante la voracidad y depredación del sistema, resta tejer redes de apoyo, propiciar el trabajo comunitario, apostarle a nuevas formas de relacionarnos socialmente, más equitativas, sustentables y respetuosas con el medioambiente. Hay que acercarse con ánimo colaborativo y de aprendizaje a los grupos diversos que han comenzado ya a gestar cambios; y compartir lo que se sabe, exponerlo a la crítica y a la revalorización.

También está iniciar la resistencia en une misme, analizándose, reflexionando nuestra manera de relacionarnos con los demás y nosotres. ¿Hablamos con empatía y respeto?, ¿nos procuramos amorosamente?, ¿ofrecemos ayuda desinteresada?, ¿escuchamos y nos escuchamos?

La primera resistencia del sistema la podemos dar en nosotres, no permitiendo que el capitalismo siga definiendo la forma en que nos relacionamos; erradicando las prácticas de uso, consumo y desecho sobre los otres y une misme. No somos mercancía, somos seres sentipensantes. Que no nos defina el abuso y la intolerancia, sino la empatía y el cuidado.

Ejercer con paciencia la resistencia para cuidarnos y cuidar a los otres, trabajarnos la ternura y la gratitud. Atrevernos a tratarnos con cariño, a vernos con afecto y comprensión y tenernos confianza. Menuda tarea. ¿Resistir es posible?

csanchez@diariodexalapa.com.mx