«…Y lo dejaste todo para seguirme hacia una vida incierta» es la frase de amor que le dedica sonriente Alberto Zavala a su compañera, 44 años después de que decidieron unir sus vidas. «Sí. Tú también arriesgaste tu seguridad y tuviste que revisar tus conceptos de lo que esperabas del amor…» es el corolario de ella en las remembranzas que ambos compartían en el sosiego de su casa de campo.
El amor ha movido al mundo. Ha inspirado a filósofos, poetas, escritores, religiosos, científicos, cantantes, artistas. Ha impulsado a cualquier transeúnte que va por los suburbios, zonas residenciales, pueblos y campiñas del mundo. Por amor se han realizado los actos más heroicos, grandes sacrificios, renuncias dolorosas, actos de perdón, unión de las familias, y han disfrutado de este mundo, han sentido el apego a la vida, han prestado atención a las maravillas que nos regala el mundo, la existencia y la naturaleza.
Los científicos lo han queridos definir desde bases neuroquímicas como una respuesta en cadena, que sugieren una experiencia biológica producida por reacciones químicas entre las neuronas. Desde ahí, otros lo han desviado hacia la dimensión emocional y social para decirle al mundo que el amor es mucho más que una simple reacción química.
Los poetas han creado exquisitas expresiones para referirse al amor. Con las más delicadas metáforas y las formas más sutiles, han enriquecido los idiomas del mundo. Y las notas musicales se han conjugado armoniosamente para acompañar a las palabras que le cantan al amor en todas las formas imaginables, en todos los idiomas, por todas las razas, en todos los confines del Orbe sin causar la confusión de Babel porque el amor es un sentimiento compartido.
El amor a menudo de idealiza en la literatura, la poesía, la música, el cine, la religión, el arte. Hay “un algo” que acerca las coincidencias y separa las diferencias, a pesar de que cada persona lo experimenta de una forma única. El objeto de amor también puede ser diferente. Puede vivirlo como una visión romántica, enamorado del amor, o juzgarlo con una mirada dura que cuestiona su substancia y materializa los valores que conceden un lugar a la existencia misma.
Con el tiempo, las relaciones humanas han evolucionado y han cambiado las formas de manifestar y experimentar su presencia. La literatura, la cultura popular y los medios de comunicación lo han definido de distintas maneras a lo largo de la historia. Pero han coincidido que su exaltación profesa un papel relevante en la supervivencia y desarrollo de la especie humana, y de lo bueno de la convivencia fraterna y la conservación de la naturaleza y la vida en el planeta.
En la complejidad de las emociones, el amor puede coexistir junto a otros sentimientos como la tristeza, la nostalgia, el odio y los celos. Es una experiencia rica, múltiple y compleja que se manifiesta de diferentes formas y aunque se acepta que las bases biológicas del amor son claras, su significado y expresión varía de una persona a otra y de una cultura a otra.
El amor trasciende las relaciones interpersonales y se extiende a la vida en su totalidad. Es una emoción simultánea que se manifiesta en cariño y afecto, gratitud y comprensión, conexión y solidaridad con lo que le rodea. Es un sentimiento universal hacia la vida, uno mismo, lo que cada quien hace, la naturaleza, la humanidad y todas las revelaciones de la vida que día a día siente y experimenta, vive y comprende, percibe con atención y cuidado para entender qué somos y amar, en muchos de los casos, la presencia de Dios en todo lo que observa. Muchos lo perciben como un valor universal que promueve la paz y la convivencia sana en la diversidad natural que es la esencia de la humanidad, dispersa por todos los confines de nuestro hogar cósmico compartido en común.
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