/ viernes 15 de noviembre de 2024

Xalapa: de segunda y robada

Nuestra capital de Veracruz, tiene varias cualidades a destacar. Cuenta con una historia de larga vida, paso de personajes emblemáticos, topografía singular, vegetación abundante, cultura sólida, capital social positivo, gran juventud estudiantil y pluralidad política. En ella no es sencillo ejercer control político con criterios clientelares y corporativos.

Van casi 30 años de alternancias partidistas en su ayuntamiento. Para los analistas políticos no es fácil comprender su comportamiento electoral. Sin que haya misterio mayor no es de sencilla explicación que el candidato opositor al gobierno estatal haya tenido la mayoría en Xalapa, mientras que perdió en el resto de Veracruz, excepto en Boca del Río.

Pero tiene sus problemas, y graves. Los distintos niveles de gobierno se esfuerzan en disminuir sus niveles ciudadanos, en alejar a la gente de la vida pública. Hay algunos indicadores de lo que son malos gobiernos, entiéndase como ineficaces o ineptos, en relación a Xalapa. Nuestro municipio es saqueado sistemáticamente por el gobierno estatal, vía policías y tránsitos, con el silencio del ayuntamiento.

A la luz del día y a la vista de la gente se detienen a los autos para extorsionarlos, dejando fuera su obligación primaria de agilizar en tráfico vehicular; se sostienen mafias de grúas para extraer enormes cantidades de dinero, sin importar el estacionamiento de los carros; se permite el servicio de autobuses chatarra para el transporte urbano; es nulo el orden en las paradas de autobuses; hay retenes policiales sin justificación alguna; las policías detienen ilegalmente a los ciudadanos y los roban. En todos los casos el fin es hacer dinero. Son millones de pesos los que se han robado este sexenio. Es obvia la cadena en que circulan esos recursos, van desde la tropa hasta el gobernador. Se han enriquecido a costa de los xalapeños. Actúan con prepotencia e impunidad. Se ganan un dinero fácil. Xalapa no cuenta con el respaldo de su cabildo ni sus diputaciones federal y local, en todos los casos son omisos y cómplices de la corrupción estatal. Es patética la situación de las diputaciones que, en teoría, representan a Xalapa: no opinan, no defienden y no aparecen. Son fantasmas dedicados a la grilla.

Se ofende a Xalapa, se nos trata como ciudadanos de segunda o tercera. Es indignante el discurso gubernamental y del partido oficial que hablan de transformación y desarrollo mientras se roba y asalta a la población por parte de las fuerzas policiales. Nos tratan como pueblo bananero. No se debe perder de vista el maltrato casi en niveles de esclavitud que se ha hecho de los empleados públicos por parte del partido del gobierno, obligándolos a disfrazarse de militantes y acarreándolos a cuanto acto se les ocurra.

Estamos hablando de problemas concretos y evidentes que afectan a la mayoría de la población cotidianamente. No son cuentos ni consignas demagógicas. Es la realidad, son los hechos y son los datos. El mundo de la política, sobre todo la oficial, es de las nubes y fantasía con algo de autoconsumo; el mundo de la gente común es de peligros, amenazas y atropellos. Hablar de esos problemas, denunciar arbitrariedades, de robos, y plantear soluciones es una tarea ciudadana. Es emplazar a los gobernantes. Es ver más allá de partidos y campañas electorales; es participación ciudadana, es construcción de ciudadanía. Es lo que nos hace una comunidad fuerte, solidaria y progresista.

Recadito: sin unidad, la oposición xalapeña se suicidaría prematuramente.

Nuestra capital de Veracruz, tiene varias cualidades a destacar. Cuenta con una historia de larga vida, paso de personajes emblemáticos, topografía singular, vegetación abundante, cultura sólida, capital social positivo, gran juventud estudiantil y pluralidad política. En ella no es sencillo ejercer control político con criterios clientelares y corporativos.

Van casi 30 años de alternancias partidistas en su ayuntamiento. Para los analistas políticos no es fácil comprender su comportamiento electoral. Sin que haya misterio mayor no es de sencilla explicación que el candidato opositor al gobierno estatal haya tenido la mayoría en Xalapa, mientras que perdió en el resto de Veracruz, excepto en Boca del Río.

Pero tiene sus problemas, y graves. Los distintos niveles de gobierno se esfuerzan en disminuir sus niveles ciudadanos, en alejar a la gente de la vida pública. Hay algunos indicadores de lo que son malos gobiernos, entiéndase como ineficaces o ineptos, en relación a Xalapa. Nuestro municipio es saqueado sistemáticamente por el gobierno estatal, vía policías y tránsitos, con el silencio del ayuntamiento.

A la luz del día y a la vista de la gente se detienen a los autos para extorsionarlos, dejando fuera su obligación primaria de agilizar en tráfico vehicular; se sostienen mafias de grúas para extraer enormes cantidades de dinero, sin importar el estacionamiento de los carros; se permite el servicio de autobuses chatarra para el transporte urbano; es nulo el orden en las paradas de autobuses; hay retenes policiales sin justificación alguna; las policías detienen ilegalmente a los ciudadanos y los roban. En todos los casos el fin es hacer dinero. Son millones de pesos los que se han robado este sexenio. Es obvia la cadena en que circulan esos recursos, van desde la tropa hasta el gobernador. Se han enriquecido a costa de los xalapeños. Actúan con prepotencia e impunidad. Se ganan un dinero fácil. Xalapa no cuenta con el respaldo de su cabildo ni sus diputaciones federal y local, en todos los casos son omisos y cómplices de la corrupción estatal. Es patética la situación de las diputaciones que, en teoría, representan a Xalapa: no opinan, no defienden y no aparecen. Son fantasmas dedicados a la grilla.

Se ofende a Xalapa, se nos trata como ciudadanos de segunda o tercera. Es indignante el discurso gubernamental y del partido oficial que hablan de transformación y desarrollo mientras se roba y asalta a la población por parte de las fuerzas policiales. Nos tratan como pueblo bananero. No se debe perder de vista el maltrato casi en niveles de esclavitud que se ha hecho de los empleados públicos por parte del partido del gobierno, obligándolos a disfrazarse de militantes y acarreándolos a cuanto acto se les ocurra.

Estamos hablando de problemas concretos y evidentes que afectan a la mayoría de la población cotidianamente. No son cuentos ni consignas demagógicas. Es la realidad, son los hechos y son los datos. El mundo de la política, sobre todo la oficial, es de las nubes y fantasía con algo de autoconsumo; el mundo de la gente común es de peligros, amenazas y atropellos. Hablar de esos problemas, denunciar arbitrariedades, de robos, y plantear soluciones es una tarea ciudadana. Es emplazar a los gobernantes. Es ver más allá de partidos y campañas electorales; es participación ciudadana, es construcción de ciudadanía. Es lo que nos hace una comunidad fuerte, solidaria y progresista.

Recadito: sin unidad, la oposición xalapeña se suicidaría prematuramente.