/ viernes 23 de febrero de 2018

Se presenta con gran éxito el filme mexicano "Museo" en la Berlinale

La cinta mexicana es protagonizada por Gael García Bernal y dirigida por Alonso Ruizpalacios

BERLÍN, Alemania.- México tuvo una destacada presencia en la competencia de la Berlinale con el estreno de Museo, película de Alonso Ruizpalacios, estelarizada por Gael García Bernal, quienes estuvieron presentes, junto con el resto del equipo, en la alfombra roja.

El público recibió con un largo aplauso y comentarios entusiastas sobre la cinta, mientras los miembros del equipo subían al escenario.

El director de la película Alonso Ruizpalacios regresa con este buen éxito a la Berlinale, donde en 2014 se llevó el premio a la Mejor Ópera prima por Güeros.

Temáticamente las películas parecen muy diferentes, pero no lo son tanto en su parte medular. Güeros era el retrato de un jovencito rebelde a la vez que Museo, al recrear en ficción un hecho real ocurrido en 1985, el robo por dos jóvenes de una considerable cantidad de piezas arqueológicas del Museo Nacional de Antropología; se centra principalmente en lo que ocurre después o sea la relación de estos dos jóvenes entre sí, sobre todo su concientización de lo que acababan de hacer.

Así la parte principal y más importante de la trama se desarrolla durante el viaje en coche que los dos personajes emprenden con su botín por el sureste de México.

Realizada como un road movie, Museo confirma el talento creativo de Ruizpalacios, a través de un acercamiento, quizás más afín para el gran público. El director es también coguionista de esta historia.

Leonardo Ortizgris y Alfredo Castro dan la réplica a García Bernal en los otros papeles protagónicos. La conferencia de prensa, muy bien atendida y animada se desarrolló de manera un poco accidentada, ya que García Bernal llegó a la mitad de su desarrollo, directamente del aeropuerto y del avión que lo traía de Argentina.

De una temática totalmente diferente fue el segundo largo en competición que igualmente destacó e impactó fuertemente. Se trata del documental suizo Eldorado, dirigido por Markus Imhof (nominado al Oscar por El barco está lleno, 1981).

Al igual que el excelente documental Fuocoammare del italiano Gianfranco Rosi que se llevó el Oso de Oro en 2016, el filme de Imhof trata de la candente temática de los refugiados del Oriente Medio que huyendo del conflicto sirio y otros similares siguen intentando encontrar refugio en una Europa no siempre está dispuesta a ofrecerlo.

Se trata de una temática a la que la Berlinale ha ofrecido desde años ya una amplia ventana de presentación, atenta en su programación, caso único y sistemático entre los grandes festivales del cine, a problemáticas políticas y sociales.

Nada mas este año se presentó un número considerable de películas de esta temática, tanto de ficción como documentales, destacando entre ellas Styx del alemán Wolfgang Fischer, Aeropuerto Central Tempelhof del brasileño Karim Ainouz y Transit de Christian Petzold.

Me temo que el tono de esta nota no será igualmente elogiosa para el otro largo estrenado en la competición, el alemán Mi hermano se llama Robert y es idiota, de tres horas de duración que se presenta como una contemplación de los intercambios intelectual o-existenciales y de los juegos del despertar sexual o/sentimental de los gemelos adolescentes Elena y Robert, en medio de una naturaleza pastoral. Género que quizás tendría cabida en un certamen experimental, pero seguramente que no en la competición de la Berlinale...

Es evidente que el festival no es solamente la competición. Si uno está obligado a seguir lo más asiduamente posible por obvias razones de cobertura periodística, muchas veces sucede que en las secciones paralelas-principalmente el Fórum y el Panorama- uno encuentra películas mucho más interesantes que aquellas de la competencia, donde como ya lo hemos subrayado aquí, la calidad promedio este año deja mucho que desear.

Fue precisamente en el Fórum donde a mi gusto se presentó la mejor película del festival hasta este momento. Se trata de Un elefante sentado quieto, una reveladora primera obra donde el joven chino de 30 años Hu Bo traza a través de las historias particulares de un grupo de personas que viven en una ciudad provinciana, un devastador retrato de una sociedad que en el proceso de desarrollo desenfrenado está perdiendo sus ancestrales bases sociales y culturales.

Una verdadera revelación, que desgraciadamente no dejará secuela: el joven debutante se quitó la vida hace unos meses apenas concluida la película.

Dos largos ms de ficción merecen incluirse entre lo más interesante visto en el certamen, ambos estrenados en Panorama y tratando de jóvenes y delincuencia: Ondas de choque, de la conocida realizador suiza Ursula Meier y Los chavos lloran, primer film de los hermanos italianos Damiano y Fabio d’ Innocenzo.

BERLÍN, Alemania.- México tuvo una destacada presencia en la competencia de la Berlinale con el estreno de Museo, película de Alonso Ruizpalacios, estelarizada por Gael García Bernal, quienes estuvieron presentes, junto con el resto del equipo, en la alfombra roja.

El público recibió con un largo aplauso y comentarios entusiastas sobre la cinta, mientras los miembros del equipo subían al escenario.

El director de la película Alonso Ruizpalacios regresa con este buen éxito a la Berlinale, donde en 2014 se llevó el premio a la Mejor Ópera prima por Güeros.

Temáticamente las películas parecen muy diferentes, pero no lo son tanto en su parte medular. Güeros era el retrato de un jovencito rebelde a la vez que Museo, al recrear en ficción un hecho real ocurrido en 1985, el robo por dos jóvenes de una considerable cantidad de piezas arqueológicas del Museo Nacional de Antropología; se centra principalmente en lo que ocurre después o sea la relación de estos dos jóvenes entre sí, sobre todo su concientización de lo que acababan de hacer.

Así la parte principal y más importante de la trama se desarrolla durante el viaje en coche que los dos personajes emprenden con su botín por el sureste de México.

Realizada como un road movie, Museo confirma el talento creativo de Ruizpalacios, a través de un acercamiento, quizás más afín para el gran público. El director es también coguionista de esta historia.

Leonardo Ortizgris y Alfredo Castro dan la réplica a García Bernal en los otros papeles protagónicos. La conferencia de prensa, muy bien atendida y animada se desarrolló de manera un poco accidentada, ya que García Bernal llegó a la mitad de su desarrollo, directamente del aeropuerto y del avión que lo traía de Argentina.

De una temática totalmente diferente fue el segundo largo en competición que igualmente destacó e impactó fuertemente. Se trata del documental suizo Eldorado, dirigido por Markus Imhof (nominado al Oscar por El barco está lleno, 1981).

Al igual que el excelente documental Fuocoammare del italiano Gianfranco Rosi que se llevó el Oso de Oro en 2016, el filme de Imhof trata de la candente temática de los refugiados del Oriente Medio que huyendo del conflicto sirio y otros similares siguen intentando encontrar refugio en una Europa no siempre está dispuesta a ofrecerlo.

Se trata de una temática a la que la Berlinale ha ofrecido desde años ya una amplia ventana de presentación, atenta en su programación, caso único y sistemático entre los grandes festivales del cine, a problemáticas políticas y sociales.

Nada mas este año se presentó un número considerable de películas de esta temática, tanto de ficción como documentales, destacando entre ellas Styx del alemán Wolfgang Fischer, Aeropuerto Central Tempelhof del brasileño Karim Ainouz y Transit de Christian Petzold.

Me temo que el tono de esta nota no será igualmente elogiosa para el otro largo estrenado en la competición, el alemán Mi hermano se llama Robert y es idiota, de tres horas de duración que se presenta como una contemplación de los intercambios intelectual o-existenciales y de los juegos del despertar sexual o/sentimental de los gemelos adolescentes Elena y Robert, en medio de una naturaleza pastoral. Género que quizás tendría cabida en un certamen experimental, pero seguramente que no en la competición de la Berlinale...

Es evidente que el festival no es solamente la competición. Si uno está obligado a seguir lo más asiduamente posible por obvias razones de cobertura periodística, muchas veces sucede que en las secciones paralelas-principalmente el Fórum y el Panorama- uno encuentra películas mucho más interesantes que aquellas de la competencia, donde como ya lo hemos subrayado aquí, la calidad promedio este año deja mucho que desear.

Fue precisamente en el Fórum donde a mi gusto se presentó la mejor película del festival hasta este momento. Se trata de Un elefante sentado quieto, una reveladora primera obra donde el joven chino de 30 años Hu Bo traza a través de las historias particulares de un grupo de personas que viven en una ciudad provinciana, un devastador retrato de una sociedad que en el proceso de desarrollo desenfrenado está perdiendo sus ancestrales bases sociales y culturales.

Una verdadera revelación, que desgraciadamente no dejará secuela: el joven debutante se quitó la vida hace unos meses apenas concluida la película.

Dos largos ms de ficción merecen incluirse entre lo más interesante visto en el certamen, ambos estrenados en Panorama y tratando de jóvenes y delincuencia: Ondas de choque, de la conocida realizador suiza Ursula Meier y Los chavos lloran, primer film de los hermanos italianos Damiano y Fabio d’ Innocenzo.

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