PAPANTLA Ver.- El Monumento al Volador es uno de los sitios más visitados en la zona centro de Papantla, sobre todo, durante las temporadas vacacionales, donde los visitantes no se pierden la maravillosa vista que ofrece éste lugar, ubicado en el Cerro del Campanario.
Dicha escultura está situada justo detrás de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en el cerro del Campanario, se trata de una figura de 18 metros de alto, erigido en honor a estos danzantes, que representan uno de los más importantes emblemas de la región.
Cuando las autoridades municipales tuvieron la idea de construir este monumento, indudablemente pensaron en este gran significado; pero además, escogieron el Cerro del Campanario, por qué en la década de los 70 del siglo 19, en éste sitio se instalaron las campanas para llamar a los feligreses convocándolos a participaran en los actos religiosos, cuando la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción carecía de torre.
Aunado a esto, el Cerro del Campanario es la parte más elevada de la ciudad, ubicada a 215 metros sobre el nivel del mar, desde donde se contempla una bella panorámica de Papantla.
El monumento fue construido en 1988 por el artista papanteco Teodoro Cano, quien cabe destacar, fue discípulo de Diego Rivera, por ello es que podemos ver varias pinturas, esculturas y murales de su autoría en éste su pueblo natal.
Originalmente, el Monumento al Volador, contaba con un sistema de sonido que reproducía la melodía de la flauta y el tambor cada hora, realizándolo como gran atractivo turístico, hoy ya carece de dicho dispositivo, aunque la actual administración municipal, le instaló luminarias especiales que lo iluminan y le dan vida con diversos colores durante la noche, para que continúe siendo admirado aún bajo la oscuridad nocturna.
LA LEYENDA DEL VOLADOR
Se cuenta entre las múltiples leyendas de la región, que se celebraba la Feria Anual del Totonacapan, de la que habían transcurrido sólo dos días de la fiesta, en medio de Danzas, Juegos, Bailes, Carreras de caballos y otras diversiones; cuando intempestivamente, en el tercer día, llegaron los Voladores con un majestuoso Palo Volador, como jamás se había visto en muchos años.
Dicho palo fue colocado en la parte más alta de la zona Totonaca, unos dicen que el Cerro de Polutia, otros que en la Mesa de Mecatepec, desde donde se dispusieron a iniciar el ritual que se efectúa antes del acto de volar, sólo que no fue a las doce horas, en que el sol se encuentra en el cenit, cuando el cuerpo no tiene sombra y el Dios Sol esta más cerca de la Diosa Tierra, como lo imponían las normas del ritual.
Sin importarles estos esenciales elementos, el grupo de Voladores inició la ascensión, el Caporal iba por delante, detrás los cuatro voladores que se colocaron en sus respectivos lugares; el Caporal se paró en la manzana para iniciar la danza invocatoria hacia los cuatro puntos cardinales, dirigiéndose al Sol como suprema deidad para que derramara sus fuerzas benefactoras a la diosa Tierra, donde hace germinar las semillas, crecer a las plantas y dar vida a los hombres.
Inesperadamente, cuando ya se disponía a volar, con gran sorpresa vieron que el cuadro y la manzana, componentes del palo que se encuentran en su punta, se elevaban con sus voladores rumbo al Oriente hasta perderse.
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Al ver esto, los que presenciaban el acto ritual religioso, se preguntaron ¿cuál sería el motivo de hecho tan sorprendente?, unos pensaron que era castigo de los dioses, por no haber efectuado la ceremonia como lo imponía su rito religioso, a las doce horas, otros opinaban que el Dios Sol los había llamado a su lado.
Todos, principalmente los ancianos, se reunieron alrededor del palo y con gran fe efectuaron ceremonias durante cuatro días con sus correspondientes noches, hasta que el más "tatita" (anciano) ordenó que se derribara el palo.
Más grande fue su sorpresa cuando escucharon en la lejanía el toque de la flauta y el tamboril que a medida que se acercaba era más fuerte y claro, hasta que se percibió en la lejanía claramente el cuadro y la manzana con los danzantes; pero, como el palo ya no estaba erecto, sólo dieron cuatro vueltas en el lugar; y al no poderse posar, nuevamente se elevaron, ante el estupor de los presentes, retirándose ahora por el poniente, por donde se oculta el sol.
Los ancianos lamentaron que el palo no hubiera estado en su sitio, pues hubieran tenido la oportunidad de conocer, por boca de los danzantes mensajeros, el relato sobre su visita al Padre de los Dioses.
Esta leyenda ha sido tomada del relato de varios indígenas, de diferentes lugares del Totonacapan, y por personas de mucha edad.
Para concluir, solo resta mencionar que, al pie del Monumento al Volador podemos apreciar una placa llamada Mensajeros del Sol, en donde se relata el significado del ritual de los Voladores de Papantla, que es una invocación a la fertilidad de los campos de cultivo.
Nota publicada originalmente en Diario de Xalapa