Contraria a la tendencia de parejas de artistas marcados por la envidia y los celos, la relación entre el escritor guanajuatense Jorge Ibargüengoitia (1928-1983) y la pintora inglesa nacionalizada mexicana Joy Laville (1923-2018) se caracterizó por la comprensión, el apoyo y la admiración mutua.
Una idílica historia que parecía eterna de no ser por el fatídico accidente aéreo que terminó con la vida del autor de Los relámpagos de agosto, 1964.
A modo de homenaje y como un acercamiento a los mundos íntimos de estos personajes se inauguró la exposición Joy Laville y Jorge Ibargüengoitia. Una historia de amor, en el Museo de Arte e Historia de Guanajuato, la cual narra por primera vez esta significativa relación.
“Ambos personajes tienen un lugar muy particular en la historia cultural del país. Y si bien Ibargüengoitia destaca más en un ámbito más popular de México por sus escritos y Joy permanece en un nicho mucho más complejo, porque se limita al mundo de coleccionistas y gente relacionada con el arte, lo que sí podemos ver a través de sus cartas es un increíble apoyo.
“Fue una bonita relación personal y profesional, en la que a lo largo de los 20 años que duró, ambos crecieron artísticamente, sin que esto los llegara a separar, sino todo lo contrario, los unió aún más”, comenta en entrevista con El Sol de México, José Valtierra, uno de los curadores, junto al escritor Jorge F. Hernández, de esta exhibición que permanecerá abierta durante el próximo Festival Internacional Cervantino.
Se trata de una muestra que pone en diálogo por vez primera la obra de la pintora —105 pinturas y 10 esculturas—, y los diversos textos que Ibargüengoitia y otros autores escribieron sobre Joy Laville, como Alberto Blanco, Santiago Espinoza o Enrique Krauze, quienes la influenciaron en su forma de pintar.
“Cuando vemos la obra muy temprana de Joy y la comparamos con la del momento en que conoció en San Miguel de Allende a Jorge, su forma de pintar y su paleta de colores cambia”, comentó el especislista.
“Antes su paleta era muy oscura y algo abstracta, muy influenciada por Roger von Gunten y se volvió más colorida y figurativa”, comenta el curador, quien explica que la muestra ilustra primero las líneas temporales separadas que luego se cruzan y toman sentido unidos, hasta la muerte de Ibargüengoitia, la cual también dejó huella permanente en la obra de la pintora inglesa.
Además de las pinturas y los textos, la exposición cuenta con una amplia selección de material de archivo, entre fotografías que ilustran los viajes de la pareja por el mundo, pasando por Guanajuato, Ciudad de México, París y hasta África; cartas, poemas y otros escritos que Ibargüengoitia dedicó a Lavillle; así como ejemplares de la obra de este escritor cuyas portadas son obras pintadas por el amor de su vida.
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Además de esta relación directa entre letras y pintura, Valtierra destaca que la exposición pone de manifiesto cómo fue que Ibargüengoitia influyó como promotor de la obra de Laville entre los círculos de coleccionistas en México, no sólo vendiendo su obra por ella, sino motivándola a participar en exposiciones, ahora icónicas, como Confrontación 66, en el Palacio de Bellas Artes.
También la puso en contacto con la Galería de Arte Mexicano, que actualmente es depositaria de la mayoría de sus obras, mismas que aparecen en esta exhibición.