"Una cosa es ser una orquesta de renombre y la más antigua del país y otra muy distinta ser una buena orquesta, y eso es la Sinfónica de Xalapa, además de magníficamente afinada y dinámica", expresó la soprano Filippa Giordano en su primera visita a la capital del estado, donde ofrecerá concierto en la sala Tlaqná, este viernes 19 de noviembre.
Considerada por la crítica especializada como la diva de la ópera pop, Giordano habló de su amor a México, que la llevó a obtener la naturalización recientemente y hacerse así el compromiso de hablar de la cultura, gastronomía, patrimonio y belleza de los mexicanos.
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La secretaria de Turismo, Xóchitl Arbesú Lago, e Iván Francisco Martínez, subsecretario de Promoción de la Secretaría de Turismo, coincidieron en nombrar a la cantante "Embajadora de Veracruz en México y el mundo".
Ella dijo sentirse honrada y prometió hablar de Xalapa y su naturaleza, de la amabilidad de su gente, de su café y de la sala Tlaqná, que calificó con una "acústica espléndida" que le hará volver para ofrecer un recital totalmente operístico.
Y es que explicó que para el concierto que ofrecerá, bajo la dirección de Lanfranco Marcelletti, y cuyos boletos ya están agotados, el repertorio incluye boleros, canciones de Sinatra y Agustín Lara, así como de princesas de Disney y películas como El Padrino, Cinema Paradiso y otras que "levantan la espiritualidad".
La llegada de Filippa Giordano a tierras veracruzanas se da en el marco del Festival Internacional “Xalapa y su Cultura”, organizado por la Secretaría de Turismo y Cultura del estado de Veracruz.
La institución se ha encargado de ahondar en la labor de la nativa de Italia, quien comenzó su carrera artística estudiando música desde los cinco años y posteriormente ballet, cuando ingresó a la Academia Nacional de Danza.
Su trayectoria musical comenzó a los 13 años, impresionada y con la intención de seguir los pasos de Madonna, Michael Jackson y Barbra Streisand, pero fue la muerte de su abuelo, un conocido cantante popular, lo que la llevó a decidirse a tomar clases de canto con Caterina Caselli, una cantante profesional que le enseñó a entrenar su voz para el bel canto.
Su salto a la fama vino de la mano del productor David Foster, quien luego de escuchar una cinta con sus versiones de arias la recomendó con el compositor Ennio Morricone, quien al conocer el potencial de la joven promesa decidió producir su primer material con una combinación de arreglos populares a un repertorio de arias clásicas y la definió como “una artista nacida para cantar, porque no sólo es buena, es sobresaliente”.
Uno de sus logros más significativos se dio en el año 2000, cuando compartió escenario con Luciano Pavarotti, a lo que han seguido una larga lista de colaboraciones.