/ lunes 18 de junio de 2018

Volgogrado Arena, un estadio que nace en las ruinas de la Segunda Guerra Mundial

El Volgogrado Arena tiene un sorprendente parecido con 'El Nido de Pájaro' de Pekín, estadio olímpico de los Juegos de 2008

Lo primero fue retirar los restos de los soldados muertos en combate y desactivar las bombas. Luego se levantó un estadio en el lugar donde dos millones de personas perdieron la vida en la Batalla de Estalingrado, una de las más sangrientas de la Segunda Guerra Mundial.

"Cada milímetro de este suelo está lleno de sangre", explicó el gobernador de la región de Volgogrado, Alexandre Bocharov. "No hay una familia que viva aquí, una sola, que no haya perdido a alguien", añadió.

Bocharov, como el millón de habitantes que puebla actualmente esta ciudad del sur de Rusia, espera que el Mundial, entre el 14 de junio y el 15 de julio, permita transformar para siempre esta ciudad mártir, cuya batalla supuso un punto de inflexión en la guerra.

En 1961, algunos años después de la muerte de Stalin, Estalingrado cambió de nombre para convertirse en Volgogrado, por el río que atraviesa la ciudad.

Entonces se abandonó el culto a la personalidad del dictador, mientras la villa resurgía de sus cenizas y de la alfombra de bombas que la había destruido integralmente.

Nuevas tumbas

Volgogrado quedó marcada por la guerra. La construcción de un recinto para 45.000 espectadores se acompañó de nuevas excavaciones que provocaron el descubrimiento de los cuerpos de dos soldados y más de 20 bombas que no explotaron.

No fue una sorpresa, casi cada proyecto urbano en la ciudad está acompañado del descubrimiento de restos humanos y de munición. Y el estadio está construido al pie de Mamaiev Kurgan, una colina estratégica, teatro de terribles batallas entre tropas soviéticas y nazis. Actualmente se ha convertido en un memorial.

"Lo primero que hicimos es intentar encontrar su identidad, no fue fácil porque ha pasado mucho tiempo. Pero al menos, intentamos descubrir si eran miembros de la armada roja o de los nazis", señala Bocharov.

"Luego decidimos enterrarlos, en qué lado del cementerio del memorial de Rossokha", una ciudad próxima a Volgogrado, donde se levantó un cementerio para los dos soldados de los bandos. "Es un trabajo cotidiano para nosotros", continúa.

El recuerdo de la Segunda Guerra Mundial es omnipresente en Volgogrado, dominada por una gigantesca estatua dedicada a la batalla de Estalingrado de 85 metros levantada en la cima de la colina que domina el futuro estadio mundialista.

Bocharov insiste en que la ciudad será una de las más seguras del Mundial, aunque fue la diana de una serie de atentados con bombas en los transportes públicos. En su estación central fallecieron 39 personas a finales de 2013.

El alcalde de la ciudad, Andrei Kossolapov, aseguró que estos atentados convirtieron a Volgogrado en una ciudad más segura. "Todas las infraestructuras deportivas se situaron en estado de alerta permanente", explica a la AFP.

"Instalamos y continuamos haciéndolo cámaras de video-vigilancia para poder vigilar cada calle", precisó, añadiendo que las fuerzas locales de seguridad "tienen una gran experiencia en materia de prevención de ataques terroristas".

'El Nido de Pájaro' ruso

El Volgogrado Arena, construido a orillas del Volga, tiene un sorprendente parecido, aunque en versión más modesta con 'El Nido de Pájaro' de Pekín, estadio olímpico de los Juegos de 2008.

Su jefe de ingenieros, Viktor Baturo, atraviesa con orgullo el recinto, al que solo le faltan algunos golpes de pintura y la finalización del techo que protegería a los espectadores de una posible lluvia, no muy frecuente en esta región.

"En principio ya se puede jugar al fútbol aquí", explica, tocando el césped ya plantado.

Los trabajos han costado 230 millones de euros, un precio razonable para un estadio de fútbol de este tamaño. "Es mejor no intentar superar el presupuesto federal en estos tiempos", explicó sonriente Baturo.

Como suele ocurrir, existen dudas sobre la utilidad del estadio tras el Mundial. El club local, Rotor Volgograd, llegó a jugar la Copa de Europa en los años 90, pero actualmente está en la última plaza de la segunda división rusa.

Una anécdota para Andrei Kossolapov, que considera que los resultados deportivos son un asunto secundario para los nativos de una ciudad que ha conocido tanta devastación: "Queremos que la gente visite este estadio, pero que vuelvan, serán nuestro auténtico patrimonio de la Copa del Mundo".


Lo primero fue retirar los restos de los soldados muertos en combate y desactivar las bombas. Luego se levantó un estadio en el lugar donde dos millones de personas perdieron la vida en la Batalla de Estalingrado, una de las más sangrientas de la Segunda Guerra Mundial.

"Cada milímetro de este suelo está lleno de sangre", explicó el gobernador de la región de Volgogrado, Alexandre Bocharov. "No hay una familia que viva aquí, una sola, que no haya perdido a alguien", añadió.

Bocharov, como el millón de habitantes que puebla actualmente esta ciudad del sur de Rusia, espera que el Mundial, entre el 14 de junio y el 15 de julio, permita transformar para siempre esta ciudad mártir, cuya batalla supuso un punto de inflexión en la guerra.

En 1961, algunos años después de la muerte de Stalin, Estalingrado cambió de nombre para convertirse en Volgogrado, por el río que atraviesa la ciudad.

Entonces se abandonó el culto a la personalidad del dictador, mientras la villa resurgía de sus cenizas y de la alfombra de bombas que la había destruido integralmente.

Nuevas tumbas

Volgogrado quedó marcada por la guerra. La construcción de un recinto para 45.000 espectadores se acompañó de nuevas excavaciones que provocaron el descubrimiento de los cuerpos de dos soldados y más de 20 bombas que no explotaron.

No fue una sorpresa, casi cada proyecto urbano en la ciudad está acompañado del descubrimiento de restos humanos y de munición. Y el estadio está construido al pie de Mamaiev Kurgan, una colina estratégica, teatro de terribles batallas entre tropas soviéticas y nazis. Actualmente se ha convertido en un memorial.

"Lo primero que hicimos es intentar encontrar su identidad, no fue fácil porque ha pasado mucho tiempo. Pero al menos, intentamos descubrir si eran miembros de la armada roja o de los nazis", señala Bocharov.

"Luego decidimos enterrarlos, en qué lado del cementerio del memorial de Rossokha", una ciudad próxima a Volgogrado, donde se levantó un cementerio para los dos soldados de los bandos. "Es un trabajo cotidiano para nosotros", continúa.

El recuerdo de la Segunda Guerra Mundial es omnipresente en Volgogrado, dominada por una gigantesca estatua dedicada a la batalla de Estalingrado de 85 metros levantada en la cima de la colina que domina el futuro estadio mundialista.

Bocharov insiste en que la ciudad será una de las más seguras del Mundial, aunque fue la diana de una serie de atentados con bombas en los transportes públicos. En su estación central fallecieron 39 personas a finales de 2013.

El alcalde de la ciudad, Andrei Kossolapov, aseguró que estos atentados convirtieron a Volgogrado en una ciudad más segura. "Todas las infraestructuras deportivas se situaron en estado de alerta permanente", explica a la AFP.

"Instalamos y continuamos haciéndolo cámaras de video-vigilancia para poder vigilar cada calle", precisó, añadiendo que las fuerzas locales de seguridad "tienen una gran experiencia en materia de prevención de ataques terroristas".

'El Nido de Pájaro' ruso

El Volgogrado Arena, construido a orillas del Volga, tiene un sorprendente parecido, aunque en versión más modesta con 'El Nido de Pájaro' de Pekín, estadio olímpico de los Juegos de 2008.

Su jefe de ingenieros, Viktor Baturo, atraviesa con orgullo el recinto, al que solo le faltan algunos golpes de pintura y la finalización del techo que protegería a los espectadores de una posible lluvia, no muy frecuente en esta región.

"En principio ya se puede jugar al fútbol aquí", explica, tocando el césped ya plantado.

Los trabajos han costado 230 millones de euros, un precio razonable para un estadio de fútbol de este tamaño. "Es mejor no intentar superar el presupuesto federal en estos tiempos", explicó sonriente Baturo.

Como suele ocurrir, existen dudas sobre la utilidad del estadio tras el Mundial. El club local, Rotor Volgograd, llegó a jugar la Copa de Europa en los años 90, pero actualmente está en la última plaza de la segunda división rusa.

Una anécdota para Andrei Kossolapov, que considera que los resultados deportivos son un asunto secundario para los nativos de una ciudad que ha conocido tanta devastación: "Queremos que la gente visite este estadio, pero que vuelvan, serán nuestro auténtico patrimonio de la Copa del Mundo".


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