Inmersos en actividades laborales y académicas cursamos buena parte de nuestras vidas, de aquí que la palabra vacaciones entusiasme a nuestro cuerpo y se relaje. Este estado va más allá de otorgar descanso a las funciones cerebrales, el resto de los órganos también reaccionan favorablemente reduciéndose malestares típicos del estrés como colitis, inflamación muscular, tendinitis e incluso afecciones de la piel.
Entonces, si en nuestro ritmo diario el estrés es el responsable de mantenernos activos, cuando el cerebro se relaja ¿debe cambiar su dinámica de trabajo?
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El cerebro humano está integrado por células (neuronas y otras) que se conectan para comunicarse aún en vacaciones, acción que requiere de energía; lo curioso, es que para que esto suceda debe mantenerse estimulado. Al cerebro y al resto de órganos del cuerpo no les conviene mantenerse en inactividad porque esto puede implicar falla orgánica transitoria, o la instauración de signos y síntomas de una enfermedad.
El óptimo funcionamiento cerebral implica medir los riesgos ante los atractivos estímulos que hay en vacaciones. Por ejemplo, la sensación de que cenaremos frente a una paradisíaca playa, debería ser igual de "estimulante", que el hecho de presentar un examen en una palapa de esa misma playa; en ambos escenarios existe la posibilidad de presentarse situaciones negativas (infección estomacal vs colitis nerviosa), para lo cual debemos estar alerta.
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Estímulos agradables como la apreciación de paisajes, realizar ejercicio, tener una nutrición planeada y adecuada para cada edad, así como permitir al cuerpo experimentar cosas nuevas, promoverá que el "cerebro vacacionista" realmente se relaje y no pierda su vinculación con el entorno; la salud mental depende de ello.
Así que la frase ¡Alto, hombres trabajando! la podemos sustituir por ¡Siga, cerebros sanos y responsables vacacionando!
*Instituto de Neuroetología, Universidad Veracruzana.
