En el Valle de la Muerte, en California, Estados Unidos, existen las Piedras Navegantes. Durante mucho tiempo no hubo explicación al por qué estas pesadas rocas de hasta más de 300 kilos, sin ninguna intervención humana o animal, se deslizaban por el terreno dejando las marcas de su recorrido. Las creencias salieron a flote: espíritus, ovnis, magia… Pero llegó la ciencia.
Tras diversas hipótesis, un par de científicos se dio a la tarea de monitorear qué pasaba en el Valle de la Muerte, y finalmente pudieron explicar que una ligera llovizna, las bajas temperaturas nocturnas y suaves pero persistentes vientos, eran los causantes de que estas piedras se movieran segundo a segundo casi imperceptiblemente.
“Así es la ciencia, nos trae explicaciones a fenómenos que son desconocidos y que incluso nos pueden causar miedo; pero la ciencia está ahí para explicar y sorprender”, indica Sandra Hernández Alcázar, docente y divulgadora de la Ciencia, quien nos dice que con este ejemplo logró despertar en adolescentes la curiosidad por acercarse a la ciencia.
Con más de 30 años de labor frente a grupo, Hernández Alcázar indica que desafortunadamente mientras el infante va creciendo va perdiendo el interés y la capacidad de asombro.
“Cuando llegan a la secundaria es muy difícil generarles curiosidad o sorpresa; van buscando la calificación más que el descubrimiento o el conocimiento; como docentes tenemos un compromiso muy grande, porque algo sucede en el camino, y uno es quien va con ellos en ese camino; entonces tenemos el compromiso y la obligación de mostrarles que todavía hay cosas que son sorprendentes, que no todo está visto en el mundo o quizá sí, pero ellos no la saben”, señala.
Con sus alumnos en el Colegio Las Hayas, indica que el ejemplo de las Piedra Navegantes logró despertar su asombro y los llevó a investigar qué otros fenómenos que antes no tenían explicación hoy la ciencia puede decir por qué ocurren.
“Si algo pasa es que cuando a algo no se le da explicación recurrimos a las creencias y ocurrencias, pero estas normalmente generan miedo y nos paralizan, no podemos actuar; por eso es importante que los jóvenes conozcan cómo se explican los hechos y enseñarles que siempre hay que encontrar razones científicas para lo que ocurre a nuestro alrededor”, agrega Sandra Hernández.
Pensamiento crítico para la vida diaria
Para la docente, la comprensión lectora es la base del pensamiento crítico y ello nos lleva a tener pensamiento científico ante la vida.
Indican que “el pensamiento crítico, a nivel individual, nos permite poder tomar decisiones, el camino que es mejor para nosotros; es aprender a hacerse responsable de nuestros actos, es detenerse a pensar ante la menor duda, tener calma, que es algo que hoy en día falta, tener calma, no ir rápido, analizar, y entonces poder formarnos una opinión para actuar”.
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Explica que el hacernos responsables de lo que decidimos nos lleva a asumir la consecuencia de nuestros actos, positivos o negativos.
“Entendemos que la vida es error y acierto, la ciencia es error y acierto, ningún científico acierta a la primera. Así que en lo personal eso nos lleva a que debemos afrontar los retos, analizar, hacer las cosas y si no acierto pues me regreso, lo vuelvo a intentar, siempre con la máxima de ‘no esperes resultados diferentes si haces siempre las misas cosas’, es decir, si quieres obtener otro resultado hay que modificar alguna variable de nuestro actuar, por más pequeño que éste sea”, agrega Hernández Alcázar, e indica que justo ahí radica la importancia de aplicar el método científico, “que no es otra cosa que el proceso del conocimiento: tener curiosidad, observar, analizar, investigar, probar, comprobar y repetir si no llegamos a lo que queríamos”.
La académica considera que todos podemos aprender a hacer ciencia. “No hay límite. Lo vimos ahora con la pandemia que aprendimos a hacer gel casero, desinfectante, cubrebocas, etcétera. Hasta la persona que no tenía ningún conocimiento científico comenzó a saber cómo funcionaba y por qué lo protegía, e incluso algunos lo usaron como forma de generase recursos”.
Mirar hacia el cielo
En su labor de divulgadora científica, una de las grandes pasiones de Hernández Alcázar es el espacio, por lo que realiza actividades dentro la escuela en la que labora y también a nivel general como parte de la Asociación Astronómica del Estado de Veracruz.
Indica que del 4 al 8 de octubre se celebra la Semana Mundial del Espacio, en donde tiene preparadas actividades con sus estudiantes, entre ellas cuatro conferencias magistrales que serán dictadas por especialistas del Gran Telescopio Milimétrico Alfonso Serrano, las cuales serán transmitidas al público en general con acceso libre vía Facebook @ColegioLasHayas.
Además de ello, la Asociación Astronómica del Estado de Veracruz prepara la Noche de las Estrellas para el 13 de noviembre, una observación que se realiza en todo el país desde 2009, y que este año en Xalapa prevé diversas actividades adicionales de divulgación científica. Todas ellas se podrán seguir libremente por el Facebook Noche de las Estrellas Xalapa.
“En este momento mirar hacia el cielo es la única libertad completa que aún tenemos por las restricciones que aún hay en la pandemia: subirse a la azotea y mirar hacia el cielo, bajar aplicaciones que nos muestran constelaciones; mirar, respirar y darse cuenta que hay algo más allá de nosotros”, indica Sandra Hernández.
Agrega que la observación del cielo “nos ayuda a encontrarnos, a fijarnos en cuál es nuestro lugar en el espacio y darnos cuentas que somos una motita de polvo colgados en un rayo de luz, y en ese todo, ¿dónde quedan nuestros problemas?, eso nos da perspectiva”.
Para la divulgadora es necesario el espacio y sus misterios es una de las mejores maneras de interesar a los adolescentes y jóvenes por la ciencia; nos dice que no es necesario tener telescopio: “tan solo alzando la mirada, a simple vista, podemos maravillarnos con la luna, con las estrellas; a nivel astronómico en realidad estamos llenos de muchos datos que científicos comparten redes, en YouTube; sin embargo, la astronomía es una de las ciencias que se ha hecho un lado y no se la dan los apoyos necesarios”.
Considera que la divulgación científica es un puente entre los científicos y la gente común que no tiene acceso a esas investigaciones, pero para ello se necesitan buenos puentes y la divulgación científica en general no es una actividad remunerada, no genera ingresos, no tiene apoyos, sin embargo, su impacto es amplio y fundamental en la vida de las personas.
Pese a ello, llama a los apasionados por la ciencia a sumarse a la labor: “todos podemos ser divulgadores de la ciencia, lo que hace falta es la pasión y el compromiso por querer llevar a las personas estos conocimientos que son vitales para que le den sentido a lo que pasa a su alrededor”.