¿Alguna vez te has sentido estresado? Más que una pregunta, es una afirmación. La vida diaria nos expone a retos que implican movilizar toda nuestra energía corporal. Para que esto suceda, al estresarnos, el cerebro ordena a las glándulas que se encuentran arribita de nuestros riñones que liberen hormonas como la adrenalina, la noradrenalina y el cortisol.
Esta acción posibilita la acumulación de energía, pero ¿quién usa esa energía? ¿Las células estresadas? Y si la respuesta es afirmativa, ¿Cómo se estresa una célula? Para responder esto analicemos el caso de la microglía, el “mayordomo” del cerebro. La microglía es integrante de familia de las células gliales, las cuales habitan en el sistema nervioso central, son trabajadoras y eficientes.
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Por supuesto, las neuronas son la familia “noble”, a las que todos consideran amas y señoras del sistema nervioso. No obstante, las células gliales se encargan de todas las labores del hogar para que las neuronas trabajen en óptimas condiciones, siendo la hermana mayor, la astroglía, el hermano de en medio, el oligodendrocito y la menor de la familia, la microglía.
Nuestra protagonista, la microglía, vigila y reacciona ante agentes extraños (virus, bacterias, toxinas). Su estrategia es eficaz porque cambia de forma y produce “armas moleculares”. Para eliminar o contrarrestar a los intrusos, libera citocinas pro inflamatorias como la interleucina 1 y 6 (IL-1, IL-6) y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), y claro, retira toda lo dañado mediante fagocitosis.
Pero no crean que solo mantienen vivas a las neuronas, también les proveen un óptimo entorno para que crezcan y generen nuevas conexiones; por esto, la microglía es clave en la plasticidad neuronal, proceso en el que es fundamental la producción del Factor de Crecimiento Neuronal Derivado del Cerebro (BDNF), interleucina 10 (IL-10) y el Factor de Crecimiento Transformador (TGF).
Es evidente que la microglía tiene muchísimo trabajo, si se le carga la mano porque se acumula la basura y además invitados no deseados llegan al hogar y deben ser invitados a retirarse, pues empezará a estresarse, su estrés a diferencia de nosotros se traduce en la acumulación de especies reactivas de oxígeno (si -el mismo que respiramos) y de nitrógeno (si -el mismo elemento que ocupan para congelar cosas).
Cuando la microglía enfrenta estrés oxidativo, paulatinamente se generarán fallas en la respuesta a los “intrusos” y alterará su proliferación. Un ejemplo de ello es la hiperactividad microglial para eliminar virus y bacterias. Cuando esto sucede, las células están sometidas a altos niveles de estrés y se multiplican descontroladamente, este proceso se conoce como “neuroinflamación crónica”.
Un dato clave para entender su implicación en la salud es cuando se toma en cuenta que la neuroinflamación es una de las causas del desarrollo de Alzheimer, Parkinson, y la depresión. En la Universidad Veracruzana se investigan moléculas capaces de reducir la respuesta neuroinflamatoria crónica, un candidato es el fitoquímico llamado Crisina que se encuentra en la miel de abeja, el propóleo y la manzanilla.
Bullet
El 28% de la microglía humana total se renueva cada año.
Las microglías viven en promedio 4,2 años.
Prácticamente la totalidad de microglias serán renovadas a lo largo de vida (96%).
Dependiendo de la región del cerebro, la microglía representa entre el 0,5 y el 16,6% de la población celular total del cerebro humano.
*Instituto de Neuroetología, UV
Nota publicada originalmente en Diario de Xalapa