En el mundo del deporte, es común pensar que los atletas solamente son músculos y habilidades físicas superiores a cualquier persona común, sin embargo, el secreto de su éxito se encuentra inmerso en su cerebro.
Este órgano dirige y controla los movimientos del cuerpo voluntarios e involuntarios, además de las tomas de decisiones rápidas. Por ejemplo, en un sprint de 100 metros, el cerebro manda señales a todos los músculos encargados de correr como glúteos, cuádriceps, isquiotibiales, músculos de la pantorrilla y otros más en una muy ensayada coordinación que llevará a un movimiento explosivo para ganar la carrera.
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También existen áreas del cerebro encargadas de la coordinación, una de ellas es el cerebelo, una pequeña área localizada en la zona posterior de la cabeza, ésta se encarga del control fino y equilibrio de los movimientos.
Cuando un atleta practica una habilidad deportiva, por ejemplo, lanzar un balón a un aro o golpear una pelota con una raqueta, el cerebro antes que nada obtiene la información necesaria del entorno con respecto al resto del cuerpo, realiza cálculos en una fracción de segundo para tomar decisiones y luego las comunica hacia los grupos de neuronas que llevarán el mensaje a través de la médula espinal a los músculos para realizar dicho movimiento.
Si al primer intento no resulta exitoso, el atleta tiene que repetir y repetir la acción, hasta que perfeccione los resultados, dentro del cerebro esto se llama plasticidad neuronal.
En las neurociencias explicamos la plasticidad neuronal como la capacidad del cerebro para modificar su estructura, creando nuevas conexiones de neuronas con el propósito de adaptarse a nuevas experiencias o necesidades. Por lo tanto, un atleta olímpico tendrá un cerebro con muchas más conexiones neuronales en áreas relacionadas con los movimientos que requiera su disciplina que una persona promedio.
Por otra parte, los músculos deben estar lo suficientemente fuertes, flexibles y relajados para actuar cuando el cerebro ordena; nuestro cuerpo está formado por más de 600 músculos, que llegan a controlar desde el cuello, hasta los movimientos de los pies y la postura.
El entrenamiento muscular varía según el deporte. En natación, se ejercitan la mayoría de los músculos del cuerpo debido a los movimientos de piernas, brazos, cabeza, espalda y abdomen. Sorprendentemente, en tiro con arco y golf también se requiere un entrenamiento muscular específico. Los atletas deben tener músculos fuertes y flexibles en hombros, brazos, antebrazos y muñecas para lograr movimientos precisos, sin descuidar piernas y espalda para mantener una postura adecuada.
En definitiva, el conocimiento que proporcionan las neurociencias permite desarrollar estrategias más efectivas de entrenamiento, rendimiento, disciplina y sobre todo de éxito.
Instituto de Neuroetología, Universidad Veracruzana y Centro Tlaxcala de Biología de la Conducta. Universidad Autónoma de Tlaxcala