Córdoba, “La Ciudad de los 30 Caballeros”, conocida de esta manera en honor a los jefes de familia que hicieron posible su fundación. La historia oficial de este lugar enclavado en las Altas Montañas de Veracruz fue fundada en 1618 en Lomas de Huilango por cuatro representantes del virrey Diego Fernández de Córdoba, a quien se debe que lleve este nombre.
Córdoba surgió para evitar que los negros cimarrones y el Yanga, que asaltaban y atacaban a quienes se toparan a su paso en el camino de Veracruz-México, haciendo que los españoles se establecieran en este sitio intermedio de los esclavos para proteger el tránsito de los súbditos reales.
Fue Andrés Núñez de Illesca, Diego Rodríguez, Juan Cristóbal de Miranda y García Arévalo, los cuatro hombres precedentes de San Antonio Huatusco, los que pidieron al marqués de Guadalcázar y a Diego Fernández de Córdoba que se fundara la villa. Finalmente, el rey Felipe III autorizó su fundación el 29 de noviembre de 1617.
Es así que comienza la historia oficial de esta Pueblo Mágico, decretado en 2023 y que cuenta con diversos atractivos, mismos donde no solo destacan su gastronomía, sus paisajes, tradiciones y costumbres, sino la historia que envuelve el lugar. Un momento importante es la firma de los Tratados de Córdoba, los que hacen que se reconozca la Independencia de México, de los que hablaremos en otra ocasión.
Esta vez, te contaremos la transición en la iluminación de Córdoba y cómo es que llegó a ser lo que vemos hoy en día.
¿Cómo se instaló la luz eléctrica en la ciudad de Córdoba?
El servicio de luz eléctrica en “La Ciudad de los 30 Caballeros” se dio hace más de 100 años, pero previo a este “luminoso” avance en el desarrollo del lugar, 3 momentos fueron clave para que la luz comenzara a verse en cada calle.
El primer intento de instalar la luz eléctrica sucedió el 18 de junio de 1880, momento en que el ayuntamiento municipal fue autorizado por el gobierno del Estado para que contratara a la Interstate Gas Water Company, la cual provenía de Saint Louis, en Missouri. Esta empresa se comprometía a dar el servicio de alumbrado eléctrico a los cordobeses por 20 años.
Pese a que hubo negociaciones, nunca se supo por qué el contrato no se llevó a cabo, haciendo que el Cabildo de Córdoba comenzará otro contrato, esta vez con Francisco Doria Compañía, el 24 de febrero de 1891, aunque nuevamente no se consolidó por razones desconocidas.
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Pasó un año, y otro fracaso hizo que los cordobeses no tuvieran acceso a la electricidad, pues aunque el Ayuntamiento contrató al señor Ricardo Nieto, el contratista no cumplió su compromiso y declararon caduco el contrato por las autoridades, quienes exigieron y recibieron 200 pesos que habían dado como garantía del contrato.
Pasaron cuatro años para que Córdoba tuviera por fin luz eléctrica, pues fue hasta el 10 de junio de 1895 cuando se firmó un contrato por 20 años entre el Ayuntamiento de Córdoba y la Compañía de Luz Eléctrica de Córdoba, S.A., siendo el alcalde Antonio S. Calderón y el directivo de la empresa Pedro Díaz quienes hicieran este trato.
Con 200 pesos como garantía, quedaba la obligación de instalar 60 focos de arco de 2000 bujías cada uno y 100 focos incandescentes de 32 bujías por su cuenta, además de colocar postes y otros aparatos necesarios en calles y plazas que no interrumpieran el tráfico y los alambres a una altura conveniente y aislada que no provocaran accidentes.
Se estipuló en el contrato que el servicio debía proporcionarse por las noches y en horarios que variaban según los meses del año, además debían reparar la maquinaria que tuviera algún fallo o se rompiera en un plazo que no pasara de cuatro meses, en cuyo caso se sustituiría el alumbrado eléctrico por el de petrolero para no dejar sin iluminación a la población.
En aquel entonces, el Ayuntamiento cordobés debía pagar a la compañía 600 pesos mensuales por el servicio de alumbrado público. El contrato no menciona nada sobre el servicio doméstico, es decir, el de las vivienda de la ciudad, por lo que se intuye que solo algunos edificios públicos y privados en el primer cuadro de la ciudad pudieron acceder del nuevo servicio que traía modernidad a Córdoba.
Pese a que fue en 1895 cuando se instaló el alumbrado público, es hasta enero de 1896 cuando se inauguró con una ceremonia solemne, que siguió con un opíparo banquete en el edificio de la Escuela Cantonal y un gran baile de postín en los emblemáticos salones del Casino Cordobés, los cuales existen en honor al gobernador Dehesa.
¿Cómo iluminaban sus casas los cordobeses antes de tener luz eléctrica?
Antes de que se hubiera electricidad, en los hogares usaban velas hechas de cera de abeja o sebo de animal, ya que eran fuente de iluminación. También era común que los fogones o braceros fueran la fuente de luz en los hogares, donde se hacían fogatas o “lumbres” para dar un poco de luz y calor, en época de frío.
Las lámparas de aceite eran comunes, pues se podían entender con aceite vegetal o animal como combustible, y contaban con una mecha para que al encender produjeran luz.
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Después se usaron las lámparas de queroseno, mismas que lograban dar luz por el líquido que lleva su nombre que es de color amarillento y de olor fuerte, una mezcla de hidrocarburos del petróleo. Estas lámparas son recordadas porque cuando estaban encendidas desprendían un tipo hollín que hacía que por las mañanas las personas amanecieran con un “polvito negro” en la nariz.
Posteriormente, hubo luz de gas, pues en las ciudades se usaba este combustible para producir luz, aunque había más peligro de incendios.
Cuando llegaron los faroles a la entidad, fueron una innovación para poder llevar lámparas portátiles que usaban velas o aceite como combustible. Pero, había quien no podía adquirirlos y optaba por los famosos candiles, lámparas simples que consistían en una mecha que se sumergía en aceite.
¿Cuál fue la primera ciudad en México que tuvo luz eléctrica?
En México se comenzó a generar energía a finales del siglo XIX, y fue durante el Porfiriato que el entonces presidente de la república impulsó para que se desarrollara el territorio.
La primera planta generadora se instaló en León, Guanajuato en 1879, la cual era usada en la fábrica textil “La Americana”. Esta idea se extendió casi inmediatamente en la producción minera y con algo de lentitud en la iluminación de residencias.
Para 1889 la primera planta hidroeléctrica ya operaba en Batopilas, Chihuahua, extendiéndose su uso a mercados urbanos y comercios donde la población tenías mayores ingresos.
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Durante el mandato de Porfirio Díaz se colocaron las primeras 40 lámparas “de arco” en la Plaza de la Constitución y cien más en la Alameda Central, siendo así como la entonces calle Reforma y otras calles de la Ciudad de México comenzaron a iluminarse.
En nuestra entidad, la ciudad de Veracruz fue la primera del estado en llenarse de luz eléctrica.