El oficio de zapatero más fuerte que nunca; la historia del artesano José Melo Mansur [Fotos]

Don José tiene 73 años de edad y 40 en este oficio, pensaba que no tendría trabajo pues le costó aclientarse

Adriana Luna / El Sol de Córdoba

  · miércoles 29 de mayo de 2024

José Melo Mansur, quien desde hace más de 40 años junto con su esposa se dedica a reparar calzado | Jaime Ramírez / El Sol de Córdoba

Córdoba, Ver.- Aún cuando es de los trabajos más solicitados, el oficio de zapatero ya nadie lo quiere aprender, señala José Melo Mansur, quien desde hace más de 40 años junto con su esposa se dedica a reparar calzado.

La Ideal, nació creció y se mantiene en la avenida 5 entre calle 2 y 1 a una cuadra del Palacio Municipal, ahí trabaja de las 10 de la mañana a las 2 de la tarde y de 4 a 6 de lunes a viernes, el sábado mediodía y descansan los domingos.

En la Ideal siempre hay trabajo que hacer

Refiere que afortunadamente tiene mucho trabajo, reparan juntos solo de calzado unos 30 a 40 pares de zapatos al día, además de bolsas, maletas, mochilas.

Indica que los jóvenes de ahora ya no quieren trabajar, antes llegaban a pedir trabajo, tuvo hasta cuatro empleados, ahora dice que tiene más de 20 años que nadie le solicita trabajo.

"No quieren trabajar y eso que este oficio es muy bueno, si da para vivir, pero no les gusta aprender", agrega.

El pequeño local está en orden, los estantes llenos de zapatos reparados, limpios, pintados a mano, las máquinas a un lado, todo en perfecto orden, huele a pintura, resistol, piel.

"Los zapatos están mal hechos, con material de mala calidad y pues la gente quiere que se rescaten y es lo hacemos".

Don José tiene 73 años de edad y 40 en este oficio, pensaba que no tendría trabajo pues le costó aclientarse cuando inició, y hoy es el sustento de su familia, sus clientes son asiduos y fieles pues deja los zapatos impecables.

Sin dejar de trabajar sigue relatando que le gusta mucho su oficio, le costó adaptarse, los dos primeros años fueron muy difíciles, pero ahora ya no se da a basto, por eso su esposa Elizabeth Herrera lo ayuda en este negocio.

"Hay mucha gente que exige y no quiere pagar, pero aquí el cliente tiene la razón, ese es nuestro lema" expresa.

Indica que él sigue y seguirá trabajando hasta que el cuerpo lo permita quizá dos años o más "y a colgar los tenis".