Aunque científicamente se sabe que no existe un gen suicida, hay contextos que propician las ideas y uno de ellos es al que se enfrentan personas con alguna condición de discapacidad adquirida; no se habla pero es un problema latente que debe ser atendido, indica el investigador Carlos E. González Gómez.
En foro organizado por el Programa Universitario de Educación Inclusiva (PUEI) de la Universidad Veracruzana, manifestó que en esta población el riesgo de desarrollar problemas de salud mental se incrementa de dos a 10 veces más.
- Te puede interesar: Necesario tratar la salud mental de alumnos: Matraca
De acuerdo con los especialistas Enrique Baca y Fuensanta Aroca, puntualizó que el riesgo de cometer suicidio en pacientes diagnosticados con depresión mayor se triplica en comparación con la población general.
Enfatiza la importancia de dejar de ocultar el tema del suicidio y, por el contrario, abrir el diálogo y generar atención especializada para quienes por accidente, enfermedad u otra circunstancia de manera inesperada se enfrentan a un déficit físico, motor o intelectual.
Por experiencia personal, dice saber que uno de los sentimientos más desarrollados es el de la incomprensión, acompañado por la desesperanza, que puede llegar a trastornos e ideación suicida.
¿Cómo afecta la depresión a la vida cotidiana?
Cita estudios anteriores que arrojan que las personas con algún déficit se enfrentan a situaciones como el aislamiento social, rechazo de personas de su contexto inmediato, así como alteraciones funcionales que limitan o imposibilitan la ejecución de actividades cotidianas.
Con el fin de contribuir a visibilizar esta problemática, realizó una investigación con estudiantes de la UV con un déficit funcional, comprobando que, aunque leves, hay implicaciones emocionales, afectivas y sociales que se mantienen en silencio.
Expuso que estos jóvenes, de edades entre 21 y 39 años y de diferentes regiones de la entidad veracruzana, tienen suficientes motivos para vivir porque, hipotetiza, cuentan con redes de apoyo de familiares y amistades cercanas. Además, son estudiantes y tienen metas.
“Contextos como estos –señala- inciden de manera asertiva como factores de protección, aunque no hay que olvidar que sí está presente un bajo nivel de depresión y ansiedad”.
El llamado del psicólogo Carlos González Gómez es no olvidar las necesidades de la población con déficit funcional.
Nota publicada en Diario de Xalapa