El “Plan B” para diversificar el destino de las exportaciones mexicanas ante una eventual salida de Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), se aprecia difícil de alcanzar, pues con todo y los 11 acuerdos similares que se han firmado con otros 45 países en 22 años, solo se logró reducir en seis puntos porcentuales la dependencia comercial con la Unión Americana.
Y lo anterior, porque de acuerdo a estadísticas de la Secretaría de Economía (SE), resulta que en 1995, año en que México firmó su segundo TLC (con Colombia e inicialmente con Venezuela), las ventas mexicanas a la Unión Americana concentraban el 86% y al cierre de este 2016 bajaron apenas a 80%.
De tal manera, a pesar del acceso preferencia que han gozado los productos mexicanos en mercados como el europeo, japonés, israelí y en 11 países de Latinoamérica, lo cierto es que Estados Unidos continúa recibiendo ocho de cada 10 dólares que México exporta.
A pesar de que los productos mexicanos cuentan con preferencias arancelarias en 45 países, lo cierto es que durante los 23 años que tiene México en incursionar en TLC´s, al menos el 80% de las exportaciones mexicanas se han concentrado constantemente en el mercado estadounidense.
Ya sea por comodidad, miedo, desinterés, falta de competitividad o simplemente economizar, lo cierto es que la planta productiva del país (tanto del sector primario como secundario, es decir, agropecuario e industrial, respectivamente), solo se ha enfocado en el país vecino del norte, sostiene José Luis de la Cruz, del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).
Para Juan Antonio Barragán, asesor de la firma Intrade Consultoría en Comercio Exterior y Aduanas, es claro que, tomando en cuestión lo que no se logró en 22 años con todo y la estratégica red de acuerdos comerciales, resultará difícil materializar, el famoso “Plan B” que ha emprendido el gobierno mexicano para promover la diversificación de las exportaciones mexicanas.
“No es fácil salir a medios y decir que si nos paramos de la mesa, como si fuera una decisión de Estado, caray, sino ha sido una decisión de Estado crecer económicamente o erradicar la corrupción, ¿Por qué va a ser una decisión de Estado esto también?, ¿Por qué creemos que va a depender de nosotros el retirarnos de la mesa de negociación del NAFTA? Si dependiera de nosotros, ya nos hubiéramos retirado desde hace mucho tiempo si realmente tuviéramos tan controlado el esquema de diversificación, ya nos hubiéramos parado: ¿Dónde está tanto tratado?”, cuestionó el especialista.