Bióloga de la UV alcanzó el éxito con biofertilizante

Trejo Aguilar encontró en su camino varones que la discriminaron como algunos productores que no le dirigían la palabra por el solo hecho de ser mujer

Celia Gayosso | Diario de Xalapa

  · sábado 19 de junio de 2021

Foto: Cortesía | Dora Trejo Aguilar

A los 21 años Dora Trejo Aguilar, egresada de la Facultad de Biología de la Universidad Veracruzana, con maestría y doctorado por la Universidad Nacional Autónoma de México, se integró al Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA) rodeada por compañeros varones, lo que no implicó que sufriera discriminación, por el contrario encontró apoyo en personas que fueron fundamentales en su preparación.

La investigadora, quien ha logrado concretar la ciencia en un producto palpable como es el biofertilizante que desde hace 12 años ha hecho autofinanciable al Laboratorio de Organismos Benéficos de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la UV, compartió que sí se pueden hacer las cosas y muy bien, porque así como en ocasiones las mujeres son discriminadas, “no hay que dejarse llevar por la corriente de que las mujeres somos discriminadas, sí, pero también hay mucho apoyo y hay que decirlo”.

Dora Trejo Aguilar, quien actualmente es presidenta de la Sociedad Mexicana de la Simbiosis Micorrízica (SOMESIMI), recordó que lo mismo que encontró en su camino varones que la discriminaron como algunos productores que no le dirigían la palabra por el solo hecho de ser mujer, por lo que tuvo que llevar a algún compañero varón para que se entendiera con ellos, quienes finalmente terminaron reconociendo su trabajo, tuvo el apoyo de personas como Juan Villanueva Barradas, quien conociendo sus limitaciones en el tema agrícola le propuso ir a capacitarse con los mejores investigadores del país para poder realizar diagnósticos de cultivos de Veracruz, Tabasco y Tamaulipas, lo que le dio la oportunidad de entrenarse en cada grupo de patógenos con los mejores especialistas de México, quienes nunca la discriminaron.

Regresó a trabajar al instituto, donde tenía que salir a campo y tratar problemas reales con los agricultores, durante los primeros cuatro años laborales tuvo una enseñanza por parte de ingenieros agrónomos, se casó tuvo un hijo y al volver a embarazarse la obligaron a renunciar, lo que le hizo sentir muy triste, sin embargo al mes ya estaba pidiendo algunas horas en la Facultad de Ciencias Agrícolas, donde con el apoyo del director de la Facultad, empezó a dar clases.

Ahí empezó a trabajar con microorganismos, además entró a la maestría en lo que hoy es el Inecol y siguió trabajando con hongos al lado del doctor Gastón Guzmán y se enfocó en la micología, entonces conoció a su mentor el doctor Ronald Ferrera Serrato y en 1992 empezó a trabajar con las micorrizas en el laboratorio que sigue ocupando hasta el día de hoy, donde sólo había una centrífuga e incubadora, por lo que empezó a meter proyectos en el Conacyt.

En el rectorado de Emilio Gidi Villarreal obtuvo su base como técnico académico y empezó a equipar el laboratorio gracias a los proyectos de Conacyt que había ganado y a que el rector le dio la contraparte.

Al no saber quién más trabajaba con micorrizas en el país, en 1997 se dieron a la tarea de enviar invitaciones a todas las universidades del país para organizar un foro y de las 40 personas que esperaban llegaron 200; a partir de entonces se fortaleció la investigación porque empezaron a llegar doctores del extranjero y se formaron redes de colaboración, lo que les ha permitido crecer de manera considerable.

Dedicación acaba con discriminación

En su opinión, el machismo es como un pretexto, sobre todo con los productores, ya que “hasta que uno no demuestra que trabaja, hay gente que no nos dirige la palabra, ni nos ve. Entonces tuvimos que llevar alumnos hombres para que se comunicaran con ellos; hubo un caso en el que los productores me vieron trabajar y quedaron muy contentos, me lo dijeron al final, pero tuve que pasar la prueba”, asienta.

Concluye que muchos maestros podrían hacer ciencia básica pero también conectarse con los productores, “ver sus necesidades y traer dinero a la Universidad, ayudar a que estuviéramos mejor, salir”.

Foto: Cortesía | Dora Trejo Aguilar

Lo más importante para la doctora Trejo Aguilar desde 1997 ha sido consolidar a México en la investigación de las micorrizas con un grupo muy reconocido a nivel mundial, ahora se han dedicado a escribir un número especial de micorrizas que pronto publicará una revista especializada.

Ha sido difícil el camino como mujer, madre, esposa, asienta, sin embargo ha sido bien tratada por los agrónomos desde que estaba muy joven, por lo que reitera nunca se vio lastimada ni se sintió mal y aconseja no dejarse llevar por la idea de que las mujeres son discriminadas, porque también hay mucho apoyo por parte de los colegas varones y “eso también hay que decirlo”.

30 años de trayectoria

La doctora Trejo fungió como responsable del Laboratorio de Fitopatología en el campo Cotaxtla del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias y se enfocó en la investigación de los hongos fitopatógenos, pues dentro de las alternativas para mitigar los daños que éstos causan están, precisamente, los hongos micorrízicos.

Actualmente ha logrado llevar el resultado de sus investigaciones a la práctica, es decir a los productores agrícolas.

En 2008 la investigadora obtuvo un proyecto de fondos mixtos Conacyt para instalar una planta de producción masiva de biofertilizante que ha sido utilizado en diversos cultivos, lo que le ha permitido ser autofinanciable desde hace más de 10 años gracias a la venta del biofertilizante a productores de piña, café y caña de azúcar.

Dora Trejo es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Premio al Decano por la Universidad Veracruzana y ha recibido diversos reconocimientos estatales y nacionales por su trayectoria académica.