Córdoba, Ver.- A más de 40 años de que se detectara el primer caso en el mundo, el VIH es la otra pandemia que aún no se acaba y por el contrario sigue aumentando, comenta Alejandro Mendoza Molina, presidente del grupo “Sí, a la Vida”, en el marco de la conmemoración del Día Mundial de Lucha contra el SIDA.
Y es que destaca que aunque se han tenido importantes avances para mejorar la calidad de vida de las personas que viven con el virus, aún se está muy lejos de poder controlarla y de erradicarla ni pensarlo, pues aún falta mucha sensibilización sobre la prevención de esta y otras infecciones de transmisión sexual.
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Mendoza Molina, con más de 15 años de activismo en atención a pacientes con VIH, estima que tan solo en la región Córdoba - Orizaba hay más de dos mil 500 personas que viven con este virus que son atendidos a través de instituciones de seguridad social (IMSS - ISSSTE) y el Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención en SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual (CAPASITS).
“Son más de 40 años del inicio de esta pandemia que le estamos llamando la pandemia que aún no termina porque se ha como desatendido en cierto momento la situación del VIH y aunque en un inicio se encuadró a una enfermedad de personas homosexuales, hoy sabemos que nadie está exento de contraer el virus”, comenta.
No obstante precisa que aunque ya se ha logrado un importante avance científico para controlar el desarrollo del virus en las personas que lo adquieren, aún falta mucho por hacer para desestigmatizarlo y sobre todo para prevenirlo, pues aunque aún no hay una cura si puede ser controlado mejorando la calidad de vida de los pacientes.
¿Cuál es la diferencia entre VIH y SIDA?
Al respecto la doctora Yolanda Eliza Pimentel Zúñiga, médico internista, comenta que primero se debe entender que el VIH es el Virus de la Inmunodeficiencia Humana que de no atenderse a tiempo puede desarrollar el SIDA que es propiamente un síndrome que se genera al perder gran parte del sistema inmunológico.
“La diferencia entre el VIH y el SIDA, es que el VIH es cuando el paciente es portador, el paciente se infectó y puede tener el virus pero no manifiesta síntomas, ya cuando pasa el tiempo, pueden ser hasta siete años, hay una afectación ya del sistema inmunológico y empiezan los síntomas, no por culpa del virus, sino que al bajar todas las defensas pues el organismo está expuesto a otras infecciones”, explica.
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Incluso destaca que una persona puede vivir con el virus por muchos años sin presentar sintomatología propia del síndrome, aunque señala que la detección oportuna del virus permite al portador mejorar su calidad de vida con una expectativa de vida de más de 40 posterior a la detección, de ahí la importancia de realizarse pruebas de detección de manera oportuna.
Explica que a lo largo de los años se ha logrado un importante avance en cuestión de atención a pacientes con VIH e incluso, precisa que aún cuando un paciente desarrolla el SIDA como tal puede revertir la condición con el tratamiento adecuado mejorando también su calidad de vida.
Por lo que coinciden en que actualmente un diagnóstico positivo de VIH no es sinónimo de muerte, pues actualmente se tienen pacientes que llevan más de dos décadas con un diagnóstico positivo y llevan un ritmo de vida como el del resto de la población.
¿Cómo es vivir con VIH?
Carlos tiene menos de 40 años de edad y dos de vivir con un diagnóstico positivo de VIH y aunque al principio creyó que tener el virus en su cuerpo era el fin, con el paso del tiempo, y con la medicación necesaria, hoy sabe que vivir con VIH no es una condena de muerte.
En entrevista exclusiva para El Sol de Córdoba, Carlos relata que aún recuerda aquel miércoles 9 de abril del 2020, fecha en que recibió su diagnóstico positivo de VIH, y aunque al principio sintió que el mundo se le caía a pedazos supo que tenía que luchar por su vida.
“Saber el diagnóstico de VIH cambió mi vida, es cierto, hay mucha información sobre el virus y todo lo que quieras, desde fuera todo parece fácil hasta que escuchas que el virus está en tu sangre. Al principio fue difícil, lloras, te preguntas por qué a ti, cómo fue qué pasó, te pasan mil preguntas y no encuentras respuestas” dice.
Cuenta que al principio todo era extraño, pues aunque físicamente estaba bien, no dejaba de pensar en que su cuerpo estaba invadido por el virus, pues fue justo cuando supo su condición serológica cuando se dio cuenta de todo lo que desconocida del Virus de la Inmunodeficiencia Humana.
“Saber el diagnóstico de VIH, como te decía, cambió mi vida y fue cuando descubrí todo lo que desconocía del virus, sí, en la escuela te enseñan las infecciones de transmisión sexual y todo eso, pero no es hasta que estas en el ruedo cuando entiendes muchas cosas y descubres otras más”, dice.
Y es que reconoce que durante los primeros meses después de su diagnóstico se sentía radioactivo, creía que podía transmitir el virus a todo aquel que se le acercara, evitaba tener contacto físico con cualquier persona, evitaba compartir objetos con quienes lo rodeaban e incluso evitó algunos lugares de esparcimiento social creyendo que todo mundo sabía su condición.
“Cuando me dicen que soy portador del virus empecé con varias preguntas, pero también tenía miedo, sentía que yo transpiraba el virus, no quería compartir nada con nadie, evitaba tocar a las personas porque creía que les iba a transmitir el virus, o sea, cosas que yo sabia que eran imposibles, pero tenía miedo de dañar a las personas. No fue fácil vivir así”, relata.
Poco a poco, con ayuda de grupos de apoyo que encontró en redes sociales fue conociendo a más personas que al igual que él estaban aprendiendo a convivir con el virus, además de que el presidente de Sí, a la vida, asociación de apoyo a personas con VIH, le fue orientando sobre qué hacer para acceder a la medicación correcta.
Gracias a esta orientación y a todo el apoyo que recibió de personas que viven con VIH pudo acceder al tratamiento antirretroviral que, a los seis meses de su diagnóstico, le ayudaran a alcanzar la adherencia y la indetectabilidad, es decir, aunque el virus estaba en su cuerpo ya no puede transmitirlo.
Señala que ahora, su mayor temor es la discriminación social, pues aunque ya el VIH es considerado como una enfermedad crónico degenerativa, no deja de ser estigmatizado por la población que lo asocian de inmediato a una vida de desenfreno y promiscuidad, por lo que insiste en que se debe continuar trabajando en acciones que informen verdaderamente sobre el VIH.
Y sobre todo, que tener un diagnóstico oportuno puede ser atemorizante, pero también una oportunidad para seguir luchando por la vida, de disfrutar cada instante, de saber que solo Dios sabe hasta cuando permaneceREmos en este mundo y sobre todo, que el VIH no te define.