El niño que ríe acompañado de su perro custodian las tumbas

Alberto, falleció en 1987 y hasta la fecha la estatua del niño y su perro no muestra deterioro alguno, se a convertido en una leyenda que cada año en estas fechas recibe cientos de visitas.

Guadalupe Castillo | El Sol de Córdoba

  · jueves 24 de octubre de 2019

Se dice que el niño sonríe, gesticula y hasta algunos lo han escuchado reír / Foto: Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba

Córdoba, Ver.- Misticismo, inocencia y realidad se unen en una misma cripta, una imagen de un niño que sonríe, gesticula y hasta algunos han escuchado reír, esto es parte de la historia del niño y su perro que enmarcan una tumba en el panteón cordobés.

Visitar el panteón puede significar para muchos tristeza, desolación o recuerdos, cuando se trata de un niño el panorama es diferente, la historia de Mario Alberto es una de las muchas leyendas que los panteoneros cuentan en la ciudad.

Se dice que el niño sonríe, gesticula y hasta algunos lo han escuchado reír / Foto: Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba


Mario Alberto, fue un niño que contaba con un año 8 meses de edad cuando dejó el mundo de los vivos a causa de una bronco neumonía, la cual se complicó debido a la pobreza que sus padres enfrentaban.

El pequeño Mario Alberto, fue bautizado en honor a su abuelo paterno y materno respectivamente y aunque no se tienen fotos del pequeño su familia lo recuerda con mucho cariño.

Los panteoneros mencionan que al hablarle la estatua del niño cambia completamente su rostros / Foto: Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba

Artemia, mamá del pequeño Alberto, vivía en la colonia San Pedro de la ciudad y debido a sus carencias preparó un rústico funeral, para finalmente dejar descansar el cuerpo de su hijo en el panteón municipal. Con el paso del tiempo y mudándose a Alabama, Estados Unidos, pudo adquirir estabilidad económica lo que permitió en aquellos años pagar un sepulcro que hoy luce en color azul.

FIGURA QUE IMPONE

Al fondo del panteón, está el sepulcro de Alberto el cual esta pintado de un color azul oscuro que con el paso de los año ha ido perdiendo contraste, los panteoneros actuales aseguran que hace unos años la tumba era cuidada por otro de sus compañeros, en la actualidad su lugar de descanso luce descuidado y olvidado.

En medio del sepulcro se dejo un espacio para la naturaleza plantará en el unas flores silvestres, en ese contexto, existe una figura de un niño que posa sentado abrazando a un perro color café, la estatua del niño trae un pantalón rojo oscuro con una camisa blanca, su pequeña mano izquierda es apoyada sobre el piso mientras que la derecha abraza al cuadrúpedo que lo acompaña.

Los panteoneros mencionan que al hablarle la estatua del niño cambia completamente su rostros / Foto: Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba


Alberto, falleció el 27 de marzo de 1987 y hasta la fecha la estatua del niño y su perro no muestra deterioro alguno, simplemente es invadida por arañas, moscas e insectos varios que pueden toparse en el panteón.

Lo que llama la atención es el seño fruncido de la estatua, muchos mencionan está enojado o triste, por ello, los panteoneros del lugar o jardineros, dicen hablarle y cuando el tiempo pasa el rostro del niño cambia siendo notorio una sonrisa en su rostro.

Lo anterior es una leyenda que los ciudadanos cuentan, así como los panteoneros mencionan que al hablarle la estatua del niño cambia completamente su rostros, ¿verdad o ilusión óptica, júzguelo usted mismo?

Alberto a su corta edad perdió la vida, pero muchos dicen que su alma se quedo en la ciudad / Foto: Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba


Pero, está no es la única leyenda que gira en torno a Alberto , la estatua y su perro, otros más llegan a mencionar que si te quedas viéndolo fijamente a los ojos y llegas a moverte de lugar, este te sigue con la mirada como signo de que no le gusta que te alejes.

En la actualidad dichas leyendas rondan la historia de Alberto, quien a su corta edad perdió la vida, pero muchos dicen que su alma se quedo en la ciudad, se sembró en la figura que lo cuida y sigue en espera de que sus padres y hermanos mayores regresen a la ciudad para visitarlo.

Alberto a su corta edad perdió la vida, pero muchos dicen que su alma se quedo en la ciudad / Foto: Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba