Nogales, Ver.- El espíritu de una niña embalsamada y sepultada en el Cementerio Municipal “Benito Juárez” se pasea en medio de las tumbas. Cada noche María Angélica -“Geliquita”, como su madre le decía de cariño- regresa del más allá para disfrutar de los juguetes que tiene al interior del mausoleo conocido como “La Casa de las Muñecas”. La pequeña falleció el 30 de abril de 1976, a los 12 años, a consecuencia de una enfermedad crónica.
La de la adolescente es una leyenda de amor y cariño de una madre que tras la muerte de su hija la quiso conservar para la eternidad en una tumba que asemeja una casa estilo californiano.
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Julio Ángel Dávila, el empleado con más tiempo de trabajar en el panteón, dice que la ha visto jugar dentro de la casa de muñecas que su familia construyó e instaló energía eléctrica, porque es la única que tiene alumbrado y enchufes.
En la tumba que guarda los restos de la pequeña, está todo dispuesto para que “Geliquita” pase momentos con sus muñecas, hay una vajilla en miniatura, juego de té, sillas pequeñas y la grabadora que reproduce las canciones favoritas de la niña María Angélica, quien nació un 21 de noviembre de 1963.
¿Cada cuánto abren su tumba?
El 1 y 2 de noviembre son los únicos días que familiares de la niña abren la morada para limpiar y acomodar los juguetes. Conectan la grabadora y ponen un casete con las canciones infantiles que tanto gustaban en vida a la niña. Los dos días se escucha la música infantil durante todo el día, tanto al interior como al exterior del mausoleo.
Guadalupe, la mamá de la pequeña, falleció al poco tiempo y quiso que la sepultaran junto a su amada hija, Las tías, sobrinas y primas de la pequeña son las encargadas de mantener el legado y conservación de cripta donde hay una fotografía de Angélica.
Los sepultureros platican haberla visto con su vestido blanco, saltando entre las tumbas y cantando las rondas infantiles que su madre le enseñó cuando iba al jardín de niños.
Fechas como su cumpleaños, Navidad y el Día de Reyes son especiales, pues le organizan una fiesta con juegos, regalos, gorritos, serpentinas y pastel. Es la historia más contada entre los habitantes del municipio. La corta vida de “Geliquita” traspasó el tiempo.
Nota publicada por El Sol de Orizaba