Coatepec, Ver.- En La Orduña, en Coatepec, una decena de cajas que contienen hojas de papel esperan ser exportadas al extranjero. Se trata de la primera producción a gran escala del papel que se produce en el Museo Vivo del Papel, espacio perteneciente a La Ceiba Gráfica.
De acuerdo a Per Anderson, fundador de la incipiente fábrica, actualmente se está en proceso de buscar los contactos que permitan hacer realizar uno de sus sueños más anhelados: que el mundo conozca el papel que se imprime en la Orduña. “Ya están listos y empacados. La caja trae 20 paquetes con 25 hojas cada uno y trae además la información sobre el proceso de producción y las máquinas que se ocupan para hacerlo”, explica.
Entrevistado mientras trabaja junto a Josimar Torre y Laura Blanco, Anderson dio a conocer que tras 10 años de experimentación y la fabricación de herramientas y máquinas propias se está en capacidad de producir papel para litografías, grabados e impresiones digitales de gran calidad.
Además el Museo Vivo del Papel tiene una gran fortaleza: la elaboración de papel japonés a partir del cultivo y procesamiento del árbol del kozo (brossunetia paperiphyna). Este lugar es el único en el país en el que se realiza este tipo de papel que puede llegar a costar hasta 500 pesos una hoja. “Aquí cada hoja cuesta 60 pesos, que es un precio infinitamente más atractivo, y que además de eso se garantiza que la ganancia va no sólo al mantenimiento de la fábrica, sino a todo el proyecto”.
ANTE LA CRISIS, CREATIVIDAD
Nacido en Suecia, Per Anderson llegó a México en 1970 y desde entonces vive y trabaja en el país. Invitado por Carlos Jurado para hacerse cargo del Taller de Litografía, ingresa a la Universidad Veracruzana y es ahí cuando descubre las necesidades que había en la institución.
Entre las primeras acciones realizadas por Anderson fue el diseño de una prensa que pudiera ser costeable por las instituciones públicas y por los talleres independientes y universitarios en México. Fue así que con algunos planos logró recrear en Coatepec prensas y máquinas cuyo precio en el mercado superan los 500 mil pesos, pero que el pudo fabricar con un costo de 90 mil. También logró sustituir las piedras alemanas, cuyo precio es “impagable”, por mármol proveniente de una cantera en Tatatila.
“Tuvimos que pedalearle y buscar opciones alternativas que le hiciera factible a estudiantes y artistas la producción de litografía con recursos mexicanos y esto no fue obra de un día, sino que ha tomado muchos años el buscar sustitutos y opciones”, dijo.
Sin embargo, tras 40 años de inventos y prototipos que ya están presentes en al menos 43 talleres en México, el siguiente reto fue hacer frente a los altos costos de los papeles para la producción estudiantil y profesional de los más de mil residentes y estudiantes de La Ceiba Gráfica.
Tal y como sucedió con el resto de herramientas y maquinarias, la opción fue diseñar planos de máquinas y acudir a los talleres y negocios locales en Coatepec para pedirle a mecánicos, carpinteros, torneros y soldadores que le ayudaran a elaborarlos. “Hacer papel es complicado, pero escarbando en la historia hemos logrado recrear las opciones para hacer papel a mano pero de manera sustentable”, indicó.
PAPEL JAPONES
Mientras habla, Anderson no deja de inspeccionar el trabajo que realizan Laura y Josi: la primera quita la corteza del kozo y el segundo pone a secar las hojas de papel que minutos antes había elaborado. Aunque ambos jóvenes parecen conocer bien su trabajo, Anderson les ayuda y busca perfeccionar las delicadas hojas.
Uno de los mayores orgullos de La Ceiba Gráfica es la elaboración de hojas de kozu, un tipo de papel japonés con siglos de tradición que actualmente se emplea para realizar trabajos a partir de la técnica de Moku-hanga, que se enseña en la hacienda.
Anderson explica que hace tres años arrancó con el proyecto que implicó la siembra de mil árboles de kozo dentro de la hacienda que ocupan en La Orduña. Una vez establecidos los árboles se especializó en la técnica que consiste en arrancar la corteza, hervirla, separar las fibras de papel y diluirlas para finalmente formar las hojas del tamaño y grosor necesarios.
En su primer año de producción, el museo fábrica de papel elaboró 600 hojas de papel de kozu y se espera que en su segundo año se logren más de mil 500 hojas; sin embargo, en caso de conseguir clientes se podrían elaborar hasta 5 mil hojas al año con la siembra de nuevos árboles.
HACER PAPEL, UNA REBELDÍA
A sus 73 años, el grabador asegura que tiene en puerta varios proyectos para continuar con su producción artística, entre ellos una exposición colectiva; sin embargo, aclaró que esto no implicará el abandono de La Ceiba Gráfica, a la que él considera como el proyecto “fuera del bastidor”, más grande de su vida. “He destinado muchos años donde mi producción personal quedó muy reducida, pero debo considerarlo como una nueva instalación, una nueva obra, una fuera del bastidor”.
Explica que lo que más le entusiasma es seguir haciendo todo lo necesario para mantener viva la litografía y lograr impulsar a los jóvenes que cada vez se acercan más a esta técnica que implica el regreso a los orígenes. Y es que, añade, en medio de una era tecnológica, la apuesta del proyecto de La Ceiba Gráfica que él fundó implica “remar contra corriente”. “A pesar de que existen las opciones digitales, las herramientas fuera de las pantallas o las computadoras te hacen independiente (…) además sabemos que en Veracruz estamos bastante debajo de muchos de estas nuevas tecnologías, así que pensamos que en lugar de ser cola de león queríamos ser cabeza de ratón, y eso es lo que estamos haciendo”, concluyó.