Xalapa, Ver.-Las consecuencias por la presencia de Covid-19 en el mundo se extienden hasta los ámbitos más personales, como los duelos por muerte de familiares o amigos, los cuales al suceder en circunstancias distintas, sin los rituales acostumbrados, podrían llevar a estados críticos, como estrés postraumático, episodios de pánico, estado depresivo, shock emocional y duelos patológicos, explicaron en entrevista tanatólogas veracruzanas.
De acuerdo con Cynthia Hernández Sánchez, maestra en Desarrollo Humano, los duelos patológicos tienen una duración más prolongada, con sensación de irrealidad, de culpa, impotencia, alucinaciones relacionadas con la persona fallecida y hasta ideas delirantes.
Sin embargo, precisó que esto se puede prevenir con acompañamiento de profesionales de la salud mental, quienes están preparados para dar contención emocional y herramientas para facilitar el proceso, el cual es único y personal.
“Lo que debemos entender es que cuando se pierde a un ser querido es habitual pasar por una serie de fases, hasta poder incorporar esa pérdida de manera natural. El duelo es un proceso personal e íntimo que experimentamos de diferentes formas. No podemos compararnos, no hay un ‘modelo normal’; cada persona tendrá una forma y un tiempo para superarlo”, manifestó.
Lidia Seseña, especialista en tanatología, trabaja en el área crítica de un hospital y destaca como fundamental la capacidad de resiliencia, pues más allá de las creencias individuales, el objetivo es tener la capacidad de aceptar la pérdida y reiniciar la vida sin la persona que ya partió.
“Es conveniente entender que el Covid-19 nos vino a confrontar con algo que ya sabemos, pero en lo cual poco reparamos: somos finitos. Con regularidad se evita hablar de ello, pero es necesario tomar en cuenta que, en casos críticos, la separación inicia desde que se entrega el familiar al personal de salud pública, porque hay el riesgo de que sea el último adiós, y desde ese momento hay frustración, miedo, tristeza e incertidumbre”, refirió.
Aunque apunta que un deceso siempre traerá tristeza a los seres queridos, Lidia Seseña sugiere lo siguiente: “Si el familiar o amigo ya está en estado crítico y no hay manera de estar con él, se puede recurrir a las videollamadas, los audios de WhatsApp o las llamadas telefónicas para externar lo que se siente, para pedir perdón —si hay algo que perdonar— o perdonar, para rememorar los recuerdos bonitos, para agradecer el tiempo juntos, para decirle que si tiene que partir, lo haga sin preocupación. Hacerlo facilitará llevar el duelo de mejor manera”, asegura.
En cuanto a los sepelios, con el protocolo vigente que indica que solo pueden estar siete personas y que el ataúd no se abre, considera que una buena alternativa es escribir una carta para expresar todo el dolor y darla a quien sí vaya a ir.
“Hay que identificar las emociones. Permitirse sentir. Si se está triste, llorar. También hay que estar atentos de quien se encarga de hacer el papeleo, porque con regularidad estará como en ‘modo automático’, pero en algún momento se tendrá que hacer cargo de sus emociones. Esta persona es quien más atención necesita. Como amigos y personas cercanas al doliente, podemos llamarle por teléfono o dejarle un mensaje, sin hostigar, siempre con respeto. Es saludable sentirse acompañado”. Explica que hay cuatro tareas importantes para la resolución del duelo: “Aceptar la realidad de la pérdida; identificar las emociones (ponerles nombre, reconocer los matices que tiene ese sufrimiento y poderlo expresar); adaptarse al mundo en que el fallecido ya no está presente, quién soy yo ahora sin ese ser querido?, ¿cómo entiendo ahora el mundo?, y recolocar emocionalmente al fallecido.
NIÑOS
La psicóloga enfatiza que no se debe olvidar a los niños, sobre todo porque muchos de ellos tienen sus propios conceptos de la muerte. “Un niño juega con sus súper héroes, mueren y más tarde ya están vivos. Habrá que enseñarle que no se regresa de la muerte. Asimismo, habrá que ayudarlos a redefinir los roles de cuidado encargados de su protección y seguridad.
“El niño también se puede sentir culpable o culpar a Dios, por lo tanto, hay que explorar e identificar cuáles son sus sentimientos para clarificar que la partida de su padre, madre o ser querido cercano fue por enfermedad. Aunque de una manera diferente, también se ponen en práctica las cuatro etapas del duelo, pero a diferencia de los adultos, a través del juego y actividades artísticas como el dibujo, figuras de plastilina o juegos, él comunica lo que siente y piensa. El juego es terapéutico por naturaleza”, puntualizó.
En cuanto a los sepelios, con el protocolo vigente que indica que solo pueden estar siete personas y que el ataúd no se abre, considera que una buena alternativa es escribir una carta para expresar todo el dolor y darla a quien sí vaya a ir.