Orizaba, Ver.- La Diócesis de Orizaba tiene déficit de sacerdotes, reconoció el padre Helkyn Enríquez Báez, vocero de la misma. Dijo que, aunque en lista hay más sólo 75 están en activo, pues algunos están enfermos, otros ya son grandes de edad, están jubilados o pensionados.
Mencionó que, aunque ésta es la diócesis más chica de la Provincia de Veracruz, proporcionalmente atienden a mucha población, para el número de sacerdotes activos con los que cuenta.
Atendemos las parroquias que están civilmente ubicadas en 28 municipios, pero entre rectorías y parroquias pasamos de 50. Algunos que requieren vicario por la magnitud, pero hay sacerdotes que, aunque necesitarían vicario no lo tienen ahora y atienden 40 comunidades; en la sierra hay parroquias así de grandes
Originalmente, explicó, el criterio era que por parroquia se debía tener un número determinado de feligreses, entre 10 mil y 15 mil; pero ahora están superados pues hay parroquias que tienen 30 mil feligreses, como la de la Santa Cruz, que podría ser tres parroquias por el territorio y la cantidad de población; también la de San Juan Bautista, que abarca la zona de Árbol de Oro hacia Ixhuatlancillo.
Hay parroquias que exceden el número de feligreses y ante eso humanamente cuesta trabajo atenderlo de parte del sacerdote y es aquí cuando nace recuperar la idea que desde el Concilio Vaticano se ha promovido, que los laicos lleven muchas de las actividades que se realizan en parroquias
Destacó que los laicos pueden hacer las cosas en la pastoral y hasta mejor que los sacerdotes, porque son especialistas en temas a los que los sacerdotes han tenido que entrarle, pero que no les toca y sí los distrae de lo que solo ellos pueden hacer.
Decía el Nuncio, el señor Justo Mullor, el sacerdote, de modo especial en la comunidad católica tiene que ser ministro de la Comunión y de la Eucaristía y a veces nos distraemos en actividades que podrían hacer los laicos
Finalmente, reconoció que hay laicos muy preparados en todas las parroquias, que pueden ayudar en la formación o en la administración, para que el párroco se ocupe en lo que esencialmente le toca él.