/ viernes 6 de noviembre de 2020

Fueron rebeldes de adolescentes; ahora pagan la factura

Ingrid e Igor son dos personas que están recibiendo apoyo emocional en el Grupo Buena Voluntad de Neuróticos Anónimos

Córdoba, Ver.- Enojo, ganas de llorar, querer agredir, no hacer las cosas correctamente y no obedecer, son algunos de los aspectos que hacen que la rebeldía como comportamiento se vuelva complicado de explicar y tratar, sin embargo existen personas que pasaron por esta situación y que hoy ven como milagro el estar vivos pues no medían las consecuencias.

Ingrid e Igor son dos personas que están recibiendo apoyo emocional en el Grupo Buena Voluntad de Neuróticos Anónimos, sin saberlo en su momento afectaron a su familia y amigos, fueron víctima de las emociones que denotaban su rebeldía en la infancia y adolescencia.

Igor, entró al grupo de ayuda de Neuróticos Anónimos a los 15 años pues para él considero que un detonante en su rebeldía fue el bullying que sufrió, su nombre, los problemas de su familia y situación económica lo volvieron objeto de burla sin saber que en él se acumulaban sentimiento de odio y rencor.

Narró que cuando estudiaba la secundaria se concentraba en buscarle a sus compañeros cosas o historias de sus vidas personales para molestarlos y el tener herramientas de defensa pues cada día que pasaba su enojo era grande.

Esto hizo que él encontrará un apoyo en la música rock, se pintara la uña e inclusive hiciera que la tinta negra de un lapicero fueran tatuajes sobre su cuerpo, “lo hacía yo mismo o bien con henna, jamás lo hice de verdad pues pensaba que en un futuro podría perjudicarme”.

Sus padres batallaron cuando comenzaba a rezongar, enojarse y no hacer las cosas, hacía que día a día sus familiares no vieran una salida, pero finalmente la encontraron y en el grupo de Buena Voluntad hoy Igor, continúa con su tratamiento.

Por otro lado, Ingrid se sentía enojada con el mundo, tenía ganas de llorar todo el tiempo, ganas de pegarle a las personas que se le cruzaran en su camino, maldecía a diestra y siniestra.

“Recuerdo que no la obedecí, desde niña hice rabietas y pataletas en el suelo, fui creciendo inconforme con todos y con todo, no me gustaba mi casa, mi aspecto físico, sentía que me rechazaban, si tenia amigas pero las observaba de arriba a bajo y verlas con mala actitud”.

Contó que a los 18 años quería salirse de su casa pues no soportaba vivir allí y lo hizo, pero regresó más frustrada y enojada lo que detonó que empezara a consumir bebidas alcohólicas.

“Pensaba que nadie me iba a controlar, cuando tuve novios los juzgue, me salvé de los estragos de la rebeldía quizá de enfermedades de transmisión sexual, o de algún problema peor con temas del alcohol”.

Foto: Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba

En ella no existió un detonante como en el caso de su compañero Igor, pero cuando entró al grupo de Buena Voluntad entendió que lo que sentía no era normal y el ser escuchada por quienes pasaron lo mismo que ella le ayudó a seguir.

Pese a que no tiene hijos recomendó a los padres no maltratar, gritar o golpear, pues la etapa de la rebeldía es algo que como niños o jóvenes no miden el peligro y esos factores pueden detonar cosas peores.

Finalmente Igor reiteró que el Grupo de Buena Voluntad da asesorías para padres y adolescentes que pasen por esta etapa de la rebeldía el poco control de las emociones detona cuestiones no razonables. Por ello los medios de contacto son 71-2-80-42, 71-2-36-35 y 71-6-39-49.

Córdoba, Ver.- Enojo, ganas de llorar, querer agredir, no hacer las cosas correctamente y no obedecer, son algunos de los aspectos que hacen que la rebeldía como comportamiento se vuelva complicado de explicar y tratar, sin embargo existen personas que pasaron por esta situación y que hoy ven como milagro el estar vivos pues no medían las consecuencias.

Ingrid e Igor son dos personas que están recibiendo apoyo emocional en el Grupo Buena Voluntad de Neuróticos Anónimos, sin saberlo en su momento afectaron a su familia y amigos, fueron víctima de las emociones que denotaban su rebeldía en la infancia y adolescencia.

Igor, entró al grupo de ayuda de Neuróticos Anónimos a los 15 años pues para él considero que un detonante en su rebeldía fue el bullying que sufrió, su nombre, los problemas de su familia y situación económica lo volvieron objeto de burla sin saber que en él se acumulaban sentimiento de odio y rencor.

Narró que cuando estudiaba la secundaria se concentraba en buscarle a sus compañeros cosas o historias de sus vidas personales para molestarlos y el tener herramientas de defensa pues cada día que pasaba su enojo era grande.

Esto hizo que él encontrará un apoyo en la música rock, se pintara la uña e inclusive hiciera que la tinta negra de un lapicero fueran tatuajes sobre su cuerpo, “lo hacía yo mismo o bien con henna, jamás lo hice de verdad pues pensaba que en un futuro podría perjudicarme”.

Sus padres batallaron cuando comenzaba a rezongar, enojarse y no hacer las cosas, hacía que día a día sus familiares no vieran una salida, pero finalmente la encontraron y en el grupo de Buena Voluntad hoy Igor, continúa con su tratamiento.

Por otro lado, Ingrid se sentía enojada con el mundo, tenía ganas de llorar todo el tiempo, ganas de pegarle a las personas que se le cruzaran en su camino, maldecía a diestra y siniestra.

“Recuerdo que no la obedecí, desde niña hice rabietas y pataletas en el suelo, fui creciendo inconforme con todos y con todo, no me gustaba mi casa, mi aspecto físico, sentía que me rechazaban, si tenia amigas pero las observaba de arriba a bajo y verlas con mala actitud”.

Contó que a los 18 años quería salirse de su casa pues no soportaba vivir allí y lo hizo, pero regresó más frustrada y enojada lo que detonó que empezara a consumir bebidas alcohólicas.

“Pensaba que nadie me iba a controlar, cuando tuve novios los juzgue, me salvé de los estragos de la rebeldía quizá de enfermedades de transmisión sexual, o de algún problema peor con temas del alcohol”.

Foto: Jaime Ramírez | El Sol de Córdoba

En ella no existió un detonante como en el caso de su compañero Igor, pero cuando entró al grupo de Buena Voluntad entendió que lo que sentía no era normal y el ser escuchada por quienes pasaron lo mismo que ella le ayudó a seguir.

Pese a que no tiene hijos recomendó a los padres no maltratar, gritar o golpear, pues la etapa de la rebeldía es algo que como niños o jóvenes no miden el peligro y esos factores pueden detonar cosas peores.

Finalmente Igor reiteró que el Grupo de Buena Voluntad da asesorías para padres y adolescentes que pasen por esta etapa de la rebeldía el poco control de las emociones detona cuestiones no razonables. Por ello los medios de contacto son 71-2-80-42, 71-2-36-35 y 71-6-39-49.

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