Córdoba, Ver.- Portó con mucha elegancia y orgullo el uniforme café, azul, blanco y gris, usó los característicos zapatos bostonianos que hacían juego con cada color, su padre fue cartero y él a los 19 años inició con este oficio, su sueño era ser contador público, sin embargo la economía no se lo permitió.
José Ramírez Delgado, es cartero en la zona centro de Córdoba y todas las mañanas llega a la oficina de Correos de Córdoba para iniciar su trabajo que desde hace 35 años le ha dado satisfacciones y malos ratos, pero que sin duda para él son aprendizajes diarios.
Narró que su padre fue cartero y con el paso del tiempo José siguió su camino pues a los 19 años ingresó, “recuerdo trabajaba en una ferretería llamada el Clavo, estuve allí dos años, un día me llamaron y me dijeron debía de presentarme a trabajar el día lunes, para mí fue sorpresivo y di las gracias en donde laboré, quede bien”.
Para José, un hombre de 54 años, su trabajo como cartero le ha llenado el corazón de satisfacciones ya que de este empleo sacó adelante a su familia y le dio carrera a su hijo, está orgulloso de ser cartero.
Todos los días se prepara desde temprano, se pone su pantalón de mezclilla, porta la camisa en tonalidades blancas a manga larga de Correos de México y llega a su puesto de labor, esperando den las 8:30 de la mañana para que el camión repartido baje las cartas ordinarias que deben de ser ordenadas, catalogadas y selladas para posteriormente empezar su labor aproximadamente a las 10:30am.
Dijo que una de las temporadas que más le emociona es cuando la Gerencia Estatal manda el Buzón Navideño, donde cada años los niños llenos de alegría y confianza dejan su carta para los Reyes Magos o Santa Claus, sin embargo, ahora por la pandemia de Covid-19, no sabe aún como será esta actividad.
35 años de trayectoria como cartero se dicen fáciles, pero a Don José le ha tocado ver buenas y malas caras, “lo bueno es que cuando vamos la gente nos recibe con una sonrisa y nos da un gracias cuando damos su correspondencia, pero si me tocó una vez una señora que no se si tuvo un mal día pero se vio reflejado en mi pues fue un trato no agradable, con el tiempo cambio”.
Pero también, ha sido “víctima” de los mejores amigos del hombre, pues se cree que los carteros y los perros no se llevan del todo, comentó que recién había entrado a laborar aún no tenía uniforme y usaba pantalones convencionales, pero en una casa le tocó que un perro le mordiera la valenciana, afortunadamente dicho incidente no pasó a mayores.
Su sueño era estudiar contaduría pública, terminó la preparatoria abierta en una institución de Fortín ya que las clases mezcladas con su trabajo de cartero no le permitían estar al 100 por ciento en sus clases, sin embargo, dice que la falta de economía y tenacidad en su persona no le permitió cumplir la carrera profesional que anhelada.
La experiencia lo respalda y cada día puede llegar a acomodar en archiveros que competen a su zona de reparto de 150 a mil 200 cartas, pues esto es variado, hay temporadas buenas y malas, una de ellas la pandemia de Coronavirus que aunque a correos de México le afectó, él agradece que el trabajo nunca faltó.
Luego de una jornada laboral recorriendo a pie la zona centro de la ciudad pasando por tiendas, mercados, casas y locales de comida, don José Ramírez termina su día de entrega a las 4:30 pm aproximadamente, pero allí su labor no acaba pues debe de dejar todo listo para recibir la tanda de correspondencias del otro día.
Mañana 12 de noviembre es Día del Cartero y José emitió un mensaje para sus colegas, “entreguémonos día a día a lo que hacemos, seamos servidores públicos respetables, seamos responsables”.
Agradeció a cada una de las personas que le externaron en el Día del Cartero un “Felicidades”, “Muchas gracias”, y “Excelente servicio” .
Carteros, de parte del barrio a desconocidos
Los carteros han pasado de ser “parte del barrio” a completos desconocidos en las calles reconoce Ángel de la Rosa Vargas, quien fuera empleado postal durante más de 30 años en las oficinas de Poza Rica y Papantla.
Aunque hoy se encuentra jubilado, recuerda que hasta hace unos años el cartero era un elemento fundamental en las comunidades, ya que era el encargado de traer cartas de amor, anuncios de buenas noticias, felicitaciones navideñas, regalos de cumpleaños y paquetes misteriosos.
El extrabajador cuenta que el declive del correo comenzó desde hace más de 10 años con la llegada de las comunicaciones por computadora. Así, explica, las cartas familiares se convirtieron en mails o mensajes de texto y poco a poco las bolsas de los carteros comenzaron a llenarse de estados de cuentas y documentación oficial. “Ahora ya ni eso porque ya los recibos y documentos de los bancos se mandan por correo”, reconoce.
De la Rosa Vargas proviene de una “familia postal” ya que su padre, su abuelo, tíos y primos fueron o son trabajadores del Servicio Postal Mexicano. Siguiendo el ejemplo ingresó a los 20 años a Correos como intendente mientras estudiaba la carrera de Arquitectura. A pesar de que concluyó la licenciatura, el trabajo postal “lo jaló” y se quedó ahí durante toda su vida productiva en la empresa.
En ese tiempo ocupó diversos cargos, primero en su natal Poza Rica y luego en Papantla en donde actualmente radica, sin embargo, reconoce que el trabajo de cartero fue el que más lo marcó. “Yo fui escalando porque lo tomé de lleno. Yo empecé de intendente pero fui conductor, cajero, auxiliar hasta llegar a la administración como ejecutivo de cuenta e incluso fui líder sindical en Poza Rica por aproximadamente 8 años (…) si me pregunta una de las cosas que más disfruté fue el tiempo que estuve como cartero”, cuenta.
Un oficio del ayer
Ángel de la Rosa cuenta que el oficio de cartero le permitió conocer toda la ciudad pero sobre todo conocer a cientos de familias. Recuerda que en esos años, no terminaba un turno de trabajo sin haber recibido un vaso de agua, algo de comida, una propina o incluso algún regalo de la gente a la que visitaba.
Ya sea a pie o en bicicleta, los carteros de su época recorrían largas distancias sin importar las adversidades, lo difícil del terreno e incluso las condiciones meteorológicas. “Hoy en día se han vuelto un poco ‘más delicaditos’ y ya no quieren salir porque está lloviznando o porque la gente casi no sale a recibir los paquetes (…) ¿somos o no somos?”, señala.
El extrabajador, cuenta que en el Día del Cartero -que se conmemora este 12 de noviembre- los carteros regresaban a las oficinas postales “más cargados de lo que salían” ya que en el camino recibían presentes, pastel e incentivos económicos que la gente le entregaba de agradecimiento por un año de trabajo.
“Los carteros éramos tan famosos que todos nos conocían, eso no cualquier oficio lo tiene. Los carteros conocemos toda la ciudad y somos bien vistos ante la sociedad, con algunas excepciones por algunos malos elementos, pero creo que somos más los que son queridos que los que no”, señala.
A pesar de estar jubilado, Ángel se sigue asumiendo como parte de la familia postal. Por eso, ver el declive de la empresa en la que trabajó toda su vida le duele tanto.
Explica que, una vez que las cartas y las felicitaciones dejaron de enviarse por correo, los paquetes ocuparon el lugar y le permitieron a los trabajadores postales seguir trabajando, sin embargo, esas entregas también están amenazadas por la competencia de paqueterías privadas que envían en menos tiempo y con mejor calidad.
“La verdad es que sí me da tristeza ver que cada día hay más quejas contra Correos de México porque los paquetes no llegan a tiempo o se pierden pero quiero decirles que no es culpa de los trabajadores sino de los de arriba que no invierten y se modernizan para poder luchar al tú por tú con todas las paqueterías”, asegura.
Para él, la red que tiene la empresa postal en el país supera a la de cualquier empresa, por ello, es sólo cosa de volverla rentable nuevamente para que los trabajadores postales vuelvan a tocar las puertas de los hogares mexicanos con buenas noticias. "Podríamos estar mejor", concluyó.
Con información de Karla Cancino | Diario de Xalapa