Veracruz, Ver.- María Fernanda Mezquita Farías cursa el último año de su formación como cadete de la Heroica Escuela Naval de Antón Lizardo y es una de las siete mujeres que integra la tripulación del buque escuela Cuauhtémoc, que participa en el Festival de Velas Latinoamérica 2022.
En su segundo día después de desembarcar en el puerto de Veracruz cuenta que la travesía ha sido enriquecedora no sólo porque puso lo aprendido en práctica, sino por el intercambio cultural que ha vivido en cada puerto donde ha desembarcado.
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La joven se dice orgullosa de formar parte de esta experiencia y, al mismo tiempo, destaca el cariño que se demuestra a los mexicanos en los países que ha recorrido; entre los cuales recuerda con cariño las Antillas Holandesas, Santo Domingo y Colombia, en este último quedó maravillada por Cartagena y su ciudad amurallada.
“La verdad se siente bastante orgullo porque el mexicano siempre transmite esa vibra de cariño, de amistad, de paz, cuando nosotros llegamos a otro país se nota enseguida como nos abrazan, como nos brindan su amistad, y no tiene relevancia el uniforme”, dijo.
Reconoce que siendo mujer es en ocasiones complicado navegar en este camino, pero también muestra que existe apertura en la armada mexicana y capacidad de parte de quienes incursionan en la carrera. “Realmente sí se nota una diferencia, somos 79 cadetes en total de cadetes, y sí se nota un poco la diferencia entre masculinos y femeninos, pero para mí es un orgullo decir que soy mexicana, que soy cadete de la Marina y que soy mujer”, añade.
En el ámbito personal, reconoce que estar alejada de su familia por casi 60 días fue una de las mayores dificultades que enfrentó, pero logró sobrellevar la ausencia pensando siempre que tenía a seres queridos esperándola en tierra y que lo que hacía era parte de su formación como oficial.
“Fueron casi dos meses de no verlos para nada, dos meses de navegación continúa, pero ayer que veíamos entrando para atracar los vi de lejos y sentó muy bonito de volver a verlos, si pega un poquito pero sé que ellos me están esperando, que esto es algo que hago para crecer, para que en un futuro sea una buena oficial, porque sé que un día voy a llegar a tierra y me van a estar esperando, los voy a volver a ver”, cuenta.
María Fernanda es originaria del puerto de Veracruz y dice que es de donde viene su amor por el mar, pero durante su trayecto a bordo del buque escuela Cuauhtémoc pudo disfrutar el estar mucho tiempo en altamar, sin ver tierra de cerca.
En ese sentido, menciona que nunca sintió algún tipo de desesperación o aburrimiento, por el contrario, relata largas jornadas en las que se mantenía siempre activa, ya fuera en el estudio, en su instrucción como marina o compartiendo ratos libres con sus compañeros.
Los días iniciaban a las 6:00 de la mañana con un pase de lista antes de comenzar a escalar alguno de los mástiles de la embarcación, para después compartir el desayuno e iniciar de lleno con las clases y la instrucción a bordo.
“A las 6:00 de la mañana es la lista de Diana, a esa hora subimos por alto, que es subir en alguno de los tres palos que tiene el buque y eso es para calentar el día, bajamos y empezamos nuestro desayuno, posteriormente comenzamos con las clases y al medio día es la comida, luego de eso tenemos prácticas que les llamamos zafarranchos, que son simulacros de imprevistos en los que aprendemos cómo actuar en caso de emergencia, posteriormente continuamos con las clases, un espacio de ejercicios, la cena a las 6:00 de la tarde y a las 8:00 de la noche es el pase de lista".
"La vida en el buque es siempre muy amena, siempre estamos bastante ocupados, siempre estamos aprendiendo, tenemos clases, tenemos actividades, tenemos espacio para ejercicios”.
Después del viaje de dos meses, le toca regresar a la Heroica Escuela Naval de Antón Lizardo para terminar de cursar su último año como guardiamarina, con la finalidad de alcanzar el grado de Teniente de Corbeta e integrarse de lleno al servicio en la Secretaría de Marina.
Nota publicada en Diario de Xalapa