La empresaria veracruzana Manuela Aburto Landa supo a los 16 años que su negocio serían las ópticas. Desde muy niña trabajó en las ventas, por lo que la atención al cliente se le da de manera natural.
Es una vendedora nata y eso lo aprendió de su abuelita Leonarda Martínez Díaz, quien le decía “si piedras te doy, piedras vendes”, en los portales de Las Vigas, población donde nació.
Ahí vendía dulces de jamoncillo, hechos de pepita; pan de muerto, galletas de panela, calabaza curtida e higos rellenos, entre muchos otros que su abuelita preparaba.
Esa fue su enseñanza, la que le forjó un carácter de fortaleza, de constancia, porque su abuelita, con calidez, la preparó para la toma de decisiones. De ella aprendió el don de mando. Fue ella quien hizo que su vida fuera más bella porque no se daba cuenta de las carencias y mucho menos de que estaba trabajando.
Todas esas vivencias la hicieron desarrollar un carácter fuerte, tenaz, lo que le ayudó a evitar los miedos, y a no tener límites. Ya en Xalapa, en la calle de Tepic, vendía garnachitas por las noches, hasta que se le escapó a su papá y se fue a estudiar para contador privado por las noches y trabajaba de día.
A los 16 años, mientras terminaba la carrera, fue a una óptica a ayudar en un inventario, pero la suerte la colocó por unas horas frente al mostrador donde con destreza colocó los productos. Fue ahí donde inició su sueño y se dijo “algún día tendré ópticas”, lo que cumplió con la primera óptica Diors en Plaza Crystal, para lo cual le pidió a su papá Miguel Aburto Díaz prestada su casa para hipotecarla.
Al saldar esa deuda, estuvo en posibilidades de abrir otra en el centro de Xalapa, una más en la plaza Ánimas, que luego cerró, la unidad móvil y la última que está en la plaza Américas.
Inquieta, aventada y sin límites, como ella se define, una madrugada de hace diez años, Manuela Aburto empezó a concebir el Spa Umai en la antigua casa paterna, donde con el trabajo de toda la familia levantaron 14 cuartos de renta.
Como un embarazo, la creación de Umai, espacio holístico energético ubicado entre el cerro de Macuiltepetl, el Cofre de Perote y el Pico de Orizaba, duró nueve meses. Este 21 de marzo cumplirá diez años.
Aunque disfruta mucho su trabajo en el spa, ama apasionadamente al que hace en las ópticas, ya que si está en este camino es por algo, reflexiona, al tiempo que comparte que su madre Martha Landa Martínez sufría desde muy pequeña de una discapacidad visual que no le fue detectada hasta que tenía 22 años, por lo que hace 35 años perdió un ojo por desprendimiento de retina.
“Si alguien le hubiera donado unos lentes cuando era niña no estaría así”, dice al recordar la campaña “Ver bien para aprender mejor”, a través de la que con apoyo de Diario de Xalapa donó unos lentes a niños de escasos recursos por cada compra que registraba.
A 40 años de vida empresarial, se siente agradecida por ver a sus hijos realizándose como personas de bien, porque sus clientes le han acompañado en sus negocios, donde se ha desarrollado como una mujer productiva gracias a las enseñanzas de su abuelita que le hicieron crecer sin miedos. “Tenemos buenos cimientos y ante eso no hay como tambalearse”, concluye, al recordar las palabras de su padre Miguel Aburto Díaz.
El trabajo de Alba Domínguez la llevó a participar en el Circo del Sol
La comunicación constante con el público alimenta al actor, dice la actriz Alba Domínguez Mora, para quien fue una sorpresa ver la reacción de éste en la obra Rosalba y los llaveros, escrita en 1949 por Emilio Carballido, lo que la convierte en una de sus favoritas. “Había momentos en que teníamos que pararla debido a las risas del público, esa es una de las maravillas de Carballido, que tiene mucho que decir aún después de tantos años”.
Por otro lado, Béisbol, que habla de la muerte de los actores, está en su corazón porque plantea la necesidad de seguir adelante aun cuando sólo quede un actor en escena. Hoy, ésta hace un homenaje a sus compañeros Félix Lozano y Rogerio Baruch, quienes no están físicamente entre ellos. También se fue la diseñadora de iluminación Martha Benítez. “La vida es cruel, tantos maestros de la Universidad que se han ido sí pega en el ánimo, pero el espectáculo continúa”, dice.
La nueva forma de trabajar les avienta provocaciones, considera, ya que les obliga a hacer su set, poner luces, grabarse. Ha sido todo un reto hacer algo que no saben si es teatro.
Desde muy pequeña, la actriz Alba Domínguez Mora vio al teatro como algo cotidiano en su entorno familiar. Veía lo placentero que para sus padres, Alba Mora y Jesús Domínguez, resultaba formar parte de los Entremeses Cervantinos, que inició Enrique Ruelas en 1953 en la ciudad de Guanajuato de donde es originaria, pero donde no había Facultad de Teatro, lo que la trajo a Xalapa en 1983 para estudiar en la UV.
A la semana de haber egresado de la Facultad, la llamaron de la Compañía Titular (Orteuv) para participar en la puesta en escena de Abran las puertas, bajo la dirección de Enrique Pineda, y se integra como becaria; alternadamente con Alicia Martínez formó parte de Tablas y Diablas, donde descubrió el trabajo de Jean Marie Binoche con la máscara y el clown, lo que trabajó de manera independiente.
En 1992 pasó a formar, oficialmente, parte de la Compañía Titular de Teatro, bajo la dirección del maestro Manuel Montoro. Su estancia en la Compañía, a lo largo de 29 años, le hace sentir orgullosa del trabajo desarrollado con ese colectivo. De manera independiente sigue haciendo trabajo escénico con la máscara, el clown y el payaso teatral, lo que le llevó a participar en el Circo del Sol en la serie Soulstor.
Ahora debido a la pandemia ha tenido que explorar en la nueva manera de hacer teatro, y aunque la práctica da oficio, ha sido todo un reto hacer algo que no saben si es teatro.
Por otro lado, le encanta la docencia, medir qué tanto sabe de los temas que impartirá a los estudiantes de las diversas áreas de la UV, quienes no saben nada de teatro. “Les compartimos que el arte nos rescata, nos convierte en personas reflexivas sobre el mundo, sobre lo que sucede en su entorno, puesto que en el escenario se plantean interrogantes. Se les muestra el mundo, matizado por la ficción, pero se les siembra la inquietud para que analicen, de ahí que el teatro les dará herramientas para desarrollarse en la vida”, concluye.
Doctora Luz Amanda y su labor contra el Covid-19
La doctora Luz Amanda Diego García ha tenido uno de los trabajos más complicados durante la pandemia por el Covid-19; de inicio, tratar de quitarle el miedo al personal del hospital de que no se contagiarían al atender a los pacientes y después dar la peor noticia a las familias sobre la pérdida de un ser querido.
Estar dando continuamente esas notificaciones la llevaron a la necesidad de pedir ayuda psicológica, porque llegó un momento en el que dejó de sentir.
“Después de casi seis meses con esta situación bastante continua, fue pensar, por qué ya no siento nada al dar la notificación. Para mí es algo habitual alzar la bocina y decir: ´es familiar de fulanito de tal, le comento’, pero algo como un discurso ya preparado y a todos les dices lo mismo, pero cómo encuentras palabras diferentes para comunicar una misma noticia y que sabes que la reacción en el que te está escuchando es de dolor”.
A casi un año del inicio de la contingencia, recuerda lo difícil que fue lidiar con los problemas por el equipo de protección personal o contar con las áreas adecuadas para descontaminación, como coordinadora clínica de turno vespertino en el hospital general regional de Orizaba número 1.
“Con la pandemia todos tuvimos que entrar a modificar desde la infraestructura del hospital hasta la forma en la que se llevaban las cosas, personalmente; los primeros dos meses hubo que estar ahí casi 24/7 en el hospital porque primero era quitarle el miedo al personal, pero desde un principio era no sentir miedo uno mismo”, narró.
Este ha sido un trabajo duro que asegura ha sacado lo mejor y lo peor de algunas personas, y aunque no ha atendido directamente a personas contagiadas, administrar los recursos humanos e infraestructura para que los procesos continúen no ha sido sencillo porque, le ha tocado tomar decisiones y gestionar insumos que les permitieran hacer el mejor trabajo posible.
Su vida personal ha cambiado por completo, ha dejado de hacer ejercicio, y de pasar tanto tiempo con su madre, quien es adulta mayor y con quien vive, así como con amistades porque los primeros días la mayor parte de su día lo dedicaba al hospital. Actualmente su jornada concluye cerca de las 11 de la noche porque las necesidades siguen siendo muchas.
“Vivo con mi mamá, soy divorciada, lo que ha ayudado mucho a que no interfiera con mis labores en el trabajo, no tengo hijos, y eso me ha permitido entregarme casi al 90 por ciento al trabajo, obviamente sacrificando tiempos con mi madre y de mi propia rutina, que antes de la pandemia era hacer ejercicio, tener vida social y eso lo transformé en estar casi todo el día en el hospital los primeros meses”, dijo.
Amanda refiere que, como médica, esta situación le ha dejado la certeza de que la ciencia se mueve todos los días y que, aunque se puede saber cada vez más de la enfermedad, “seguimos siendo nada”.
"Esta enfermedad ha acabado con jóvenes, adultos mayores, con quien no tenía ningún padecimiento, literal tenemos solo el día de hoy para disfrutarlo y vivirlo. Los recursos que tenemos en la actualidad para enfrentarnos a una situación así son nada y eso lo han demostrado economías grandes que han visto fracasar su sistema de salud, este sistema de salud que siempre ha estado colapsado y ahora lo colapsó más”.
Ariadna García | Diario de Xalapa
Incapacidad visual no detuvo los sueños de Gabriela Magallanes
VERACRUZ, Ver.- Gabriela Magallanes, es una mujer que demuestra que no existe impedimentos para destacar, ya que a pesar de enfrentar una incapacidad visual es reconocida en el sector salud y el ámbito profesional a nivel local, nacional e internacional.
Relata que siempre ha tratado de ganarse un espacio en la sociedad con esfuerzo y dedicación y no por lástima, favoritismo o aprovechándose de su limitante visual.
Originaria del puerto de Veracruz, con el apoyo de su familia afirma que su misma debilidad visual le formó un carácter que le impide rendirse ante cualquier situación tanto en el ámbito personal como en su trayectoria como profesional de la salud. "Cuando tienes una familia que no te sobreproteje, que te ayuda a formar tu carácter, que te trata igual que todos, que te hace parte del mundo, no hace que el mundo se adapte a ti, que te hace parte del mundo, no hace que el mundo se adapte a ti", narra.
Carmen Gabriela Jaimes Magallanes, como es su nombre completo, cuenta con diversas especialidades de licenciatura, diplomados y maestría en las áreas de tanatología, terapia de pareja y educación sexual.
Sin presunción, platica parte de su curriculum, cuenta con la licenciatura en Psicología clínica, tiene una especialidad en Educación sexual, maestría en Psicoterapia Gestalt, es tanatóloga en acompañamiento e intervención, logoterapeuta y psicóloga perito.
Su preparación académica le permite mantener una carrera de casi 13 años en el sector salud del estado de Veracruz, aunque inició en la clínica de Sobrepeso y Obesidad del Hospital Regional de Alta Especialidad de Veracruz, se abrió pasos a diversas áreas en la misma institución.
Fue la primera especialista en trabajar en el área de Tanatología del Hospital de Veracruz, actualmente se desempeña en el Centro Estatal de Transfusión Sanguínea como responsable del área de capacitación del personal. "Tengo 12 años, casi 13, trabajando para la Secretaría de Salud, 11 años estuve en el área hospitalaria y hace casi dos años que estoy en el Centro Estatal de Tranfusión Sanguínea en el área de capacitación".
Además del trabajo que desempeña en el sector público, brinda sus servicios en su consultorio particular, tanto a personas de la zona conurbada y de la región de Xalapa a donde se traslada cada fin de semana para cubrir su trabajo en Emiliano Zapata, como a pacientes que requieren su servicio a distancia, vía Zoom.
Reconoce que tuvo una infancia difícil debido a su discapacidad visual, ya que los niños a su alrededor evitaban acompañarla o los padres de sus compañeros recomendaban no estar con ella, debido al desconocimiento de su condición.
No obstante, se abrió camino adaptándose a las circunstancias del mundo. Conoció el sistema braille, pero debido a que este método de escritura y lectura no está presente en las escuelas, señala que le servió poco.
Los exámenes que le aplicaban eran principalmente orales, en el nivel de primaria, secundaria y preparatoria.
Ya en la universidad, señaló que no recibió nunca un trato preferencial, ni buscaba que así ocurriera, para responder los exámenes era acompañada por alumnos de otras carreras que no conocía, quienes eran sus guías para responder las preguntas en el papel.
Cuando le tocaba hacer trabajos en equipo, procuraba que sus compañeros leyeran las lecturas en voz alta, ella elaboraba el resumen de los textos, ellos las diapositivas que se presentarían en clases y finalmente el discurso para realizar la exposición frente a la clase.
Fue la primera persona con una discapacidad visual en tener un perro guía para desplazarse sola por la ciudad de Veracruz, pero su compañera Golden Retriwer murió y desde entonces se apoya de la tecnología para resolver sus necesidades.
“Tuve el primer perro guía en Veracruz, un Golden Retriwer, nos sacaron de varios centros comerciales con pistola, tuve muchos problemas, ya no tuve otro perro guía porque ya no me dejarían entrar al lugar donde iba a estar trabajando, ahora hago uso de la tecnología, me apoyo mucho de Siri, la uso para agendar citas, para mandar WhatsApp, para leer WhatsApp” dijo.
Es amante de la lectura, su discapacidad nunca le impidió leer un libro, procuraba encontrar el momento para que las personas le leyeran y lo guardaba en una grabadora, actualmente hace uso de un lente diseñado en Israel para personas con su condición.
Se trata del lector Orcam, que es colocado sobre sus lentes y le permite que el Software le narre cualquier libro, reconozca colores, rostros y hasta la denominación de los billetes.
Asegura que entre sus esfuerzos y la tecnología la ha hecho una persona independiente y productiva en la sociedad veracruzana, a la que recomienda no rendirse ante nada.
Tiene 45 años y reconoce que tener pareja tampoco ha sido fácil ya que la mayoría tiene la idea que personas de su condición representan una carga, sin embargo en su casa asegura ser totalmente autónoma, ya que ella misma realiza sus actividades y hasta viaja incluso sola para impartir congresos en otros países del otro mundo. "Siempre hay ángeles que me apoyan y lo agradezco infinitamente, pero no vine al mundo a robar oxígeno ni a comer rebanaditas de aire", expresó.
Gaby Magallanes tiene dos hermanos y actualmente vive con su mamá y tiene dos perros de compañía. Ha tenido dos parejas y tuvo una hija, la cual desafortunadamente perdió la vida a los ocho meses de nacida. Sostiene que la atención con sus pacientes es el único lugar donde no ha encontrado discriminación, al contrario asegura que sus pacientes se sienten con más confianza porque saben que no los puede ver.
Ella nació con fibroplasia devitrio, hasta los 14 años tuvo cierta visibilidad, durante ese tiempo logró conocer los colores, los números y llegó a escribir. Actualmente ya perdió la vista por completo y se apoya con equipos tecnologicos para desarrollarse en su vida.
Danytza Flores | Diario de Xalapa
Vianey Apodaca dedica su vida a ayudar con equinoterapia
VERACRUZ, Ver.- Contra todos los pronósticos médicos, como madre luchó para que su hija pudiera ver, oír, hablar y además ayuda a niños que requieren atención especializada a base de la equinoterapia.
Vianey Morales Apodaca directora de “Yaritza movimientos que curan, equinoterapia” ha dedicado su vida a atender a niños que presentan diversos trastornos con terapias donde se involucra a caballos.
La población es extensa pues se atienden desde niños con síndrome down, parálisis cerebral, de eventos neurológicos, problemas de nacimientos y también algunos trastornos como Déficit de Atención, Déficit de Atención con Hiperactividad, trastorno del espectro autista, así como niños con depresión a quienes se les ofrece diferentes tipos de terapias como física, ocupacional, lenguaje y psicología. Catorce años atrás la vida de Vianey era muy similar a la de cualquier mujer que trabaja y dedica el tiempo a su hogar y familia, sin embargo todo cambió cuando después de 5 malogrados embarazos, la sexta vez parecía segura.
“Cuando me casé con el papá de mi hija soñábamos con una familia abundante, teníamos muchos planes, pero en nuestro caso batallamos mucho para que quedar embarazados, fue una pérdida de 5 embarazos, yo ya había perdido toda esperanza, incluso estaba en los trámites para adoptar a un bebé, pero tampoco se dio y para mi sorpresa sin tratamientos estaba embarazada, fue algo maravilloso, tenía tres meses cuando me di cuenta y fue un regalo que Dios me mandó a mi Itzayana”, relató.
Pese a todos los cuidados, dos meses después por una infección urinaria que no se detectó a tiempo, una amenaza de abortó obligó a los médicos a operar y que la pequeña Itzayana viniera al mundo con apenas cinco meses de gestación.
UN LARGO CAMINO
A pesar de la prematurez la pequeña nació en perfecto estado y estuvo bajo muchos cuidados dentro del seguro social hasta que un mes después una falla técnica en el sistema de aire acondicionado le provocó una infección que estuvo a punto de llevarla a la muerte por ser hiper prematura.
“Al mes de que nació mi bebé se les ocurrió dar mantenimiento a los climas en pleno calor y mi hija debió ser llevada a un área totalmente esterilizada, pero la metieron en el área de cunero donde había muchos bebés, no había una sola ventana, hacía mucho calor, los niños estaban hirviendo, murieron varios niños, mi niña aguantó pero al quinto día cayó en un shock séptico, se le bajó la hemoglobina y le pusieron otro tipo de sangre lo que le provocó un shock hemolítico lo que agravó todo, ellos dijeron que era porque era prematura pero no, yo sabía que era una negligencia, le pusieron todo tipo de antibióticos y no había nada que hacer, se le subió la bilirrubina, yo no sabía lo que esto podía provocar en una persona, las consecuencias, la pequeña cayó en una birrilubinea”, dijo.
“Me dijeron que ya no había nada que hacer, me dieron permiso de entrar porque ya estaba agonizando, su papá y yo estábamos destrozados habíamos esperado seis años, le di las gracias a mi bebé por hacerme muy feliz en mes y medio y nos pusimos a orar para despedirla cuando sucedió el milagro porque empezó a subir la frecuencia cardiaca y los días siguientes estuvo en vigilancia hasta que la entregaron 15 días después”, comentó.
Sin ninguna información de los riesgos que podría causar la bilirrubina la pequeña fue dada de alta y días después su corazón de madre le advirtió que algo andaba mal.
“A mí nadie me dijo nada sobre los riesgos que causa la bilirrubina hasta que note algo extraño y regrese al pediatra y fue el que me dijo que mi hija iba a tener complicaciones en su desarrollo, anduvimos en estudios, fui al Criver y es donde recibí el primer golpe al saber que mi hija tenía un daño neurológico severo, estaba ciega, sorda, muda y con un retraso motor profundo, me dolió en el alma porque mi hija no iba a saber o de que manera le iba a expresar cuanto yo la amaba, no me iba a escuchar, yo quería demostrarle todo el amor”, señaló.
A partir de ese día, la licenciada en comercio internacional dejó el trabajo y vida para dedicarse en cuerpo y alma a su hija yendo y viniendo de hospitales y clínicas donde hubiera un tratamiento que cambiara el diágnostico y aunque todo parecía imposible porque siempre se encontraba con “ya no hay nada que hacer” en el Hospital Infantil un neurólogo le dio una posibilidad a la cual se aferró.
“Me dedique de tiempo completo a mi hija con terapias de estimulación, me dijeron de la delfinoterapia la cual era muy cara, y la equinoterapia que me pareció más accesible y empecé con un primer proyecto en Veracruz”, recordó.
Diez años después Itzayana de 12 años es una niña que ve, escucha, habla, siente y aunque no camina es colaboradora en “Yaritza movimientos que curan, equinoterapia” donde se ha atendido a más de 7 mil niños a un bajo costo, pues todo es sin fines de lucro y por el puro amor de ayudar a quienes menos tienen.
Vianey ya es madre soltera y a pesar de quedar sola al cuidado de su hija no se rindió.
“No todos aguantan el ritmo de tener una niña con discapacidad, es mucho compromiso, afecta mucho la relación de pareja, pero todo lo que pasó no me arrepiento, que he entregado parte de mi vida, de mi profesión, no cambió nada porque lo que me ha dejado la satisfacción es ver a mi hija, esa niña que estaba ciega, sorda muda, puede hablar, oír, ver y que además pude concretar el proyecto de Yaritza donde apoyamos a muchos niños, eso no lo cambio por nada”, concluyó emocionada.
Ingrid Ruiz | Diario de Xalapa