Xalapa, Ver.-Rondines terrestres y aéreos, drones y el constante recordatorio de no salir de casa, sin importar si es mañana, tarde o noche, es el escenario en el que transcurren los días de la soprano mexicana Elizabeth Espíndola en Trento, Italia, a dos horas 30 minutos de Lombardía, una de las zonas más afectadas por el Covid-19.
Con muchos días de aislamiento, expresa que el estrés, la ansiedad y la tristeza se hacen presentes, pero le ayudan su espíritu positivo y su fe en que vendrán tiempos de calma.
En charla, asegura que no le interesa ser alarmista, pero sí compartir la importancia de darle puntual seguimiento a las indicaciones de las autoridades de salud, porque sabe que hay quienes dudan: “El virus es real. No hay exageraciones. No es un juego. Yo tengo cuatro amigas infectadas y lo que recomiendo es que acaten la cuarentena, que mantengan limpias sus casas; si por algún motivo tienen que salir, que lo hagan con precaución, con medidas sanitarias y en los horarios en los que haya menos gente”.
La artista, quien ha desarrollado parte de su carrera en Veracruz, en los municipios de Xalapa y Coatepec, lugares de los cuales está alejada por su formación profesional, comparte que en Trento ya están en fase 4 y salir a la calle es prácticamente considerado una amenaza a la nación.
“Cuando a la población se le dijo que se resguardara durante las dos semanas cruciales para lograr que no creciera tanto el número de contagios, la respuesta no fue la esperada. La gente iba a las playas y a los bares. Hoy las calles están vacías, no hay autobuses, no hay tren y únicamente están abiertos los supermercados y las farmacias”.
Por estar en fase 4, la artista menciona que hay medidas extraordinarias, entre las que sobresale la indicación de que si los enfermos no responden rápido a los tratamientos, se les quiten los respiradores para dárselos a las personas más jóvenes. En cuanto a los alimentos, por estar en la frontera con Austria, pudo percatarse cuando hubo desabasto de alimentos para la zona norte de Italia, productos provenientes de otros lugares europeos: “Actualmente no hay de todo, pero sí lo básico”.
Elizabeth vive en un edificio en el centro de Tentro, a un lado de un jardín de niños y frente a un parque, donde siempre hay gritos y chicos jugando.
“Italia es un país con bajo índice de niños. Ellos están enclaustrados. Si un padre se atreve a sacar a un pequeño a la calle, están las multas de 2 mil euros o el arresto. Algo de lo que no se habla es de la depresión de muchos de ellos. Yo tengo una vecinita de cinco años y prácticamente no puede ni asomarse a la ventana. En el “kínder” hay un letrero que indica que volverá a estar abierto el 18 de abril, pero aún no podemos saber si eso será posible”.
Con respecto a las sanciones, expresa que su cuñado salió un "ratito" a fumar y poco faltó para que se lo llevaran arrestado.
“En Milán, el presidente dio la orden de que los jóvenes que se reúnan en secreto para festejar su graduación, ya que es tiempo de fin de cursos, los militares pueden usar lanza-flamas. La tensión es fuerte. Y en lo económico, aunque ya están autorizadas algunas ayudas, aún no se han dado”.
“En el sur de Italia ya hay quienes sufren por hambre y también extranjeros argentinos y algunos peruanos que han solicitado la repatriación, pero hay muy pocos vuelos para este efecto. En cuanto a los mexicanos, estamos resistiendo. Que yo sepa, nadie la ha pedido, pero sí estamos muy resguardados”.
La investigadora cree que en México aún hay oportunidad de no llegar a situaciones extremas. Salvo quienes no tienen opción por cuestiones laborales, sugiere buscar algo productivo que hacer en casa, escuchar música, leer pero, sobre todo, tener plena conciencia de la responsabilidad que implica exponerse y exponer la vida de otros: “Hay que ser respetuoso porque a lo mejor ya se puede ser portador sin saberlo. No llegar al pánico, pero sí tomarlo con seriedad, la distancia y la higiene que amerita”.