De acuerdo con sensores instalados por la Red de Viveros de Biodiversidad, en la zona de Las Trancas hay dos momentos durante el día en los que la contaminación del aire sobrepasa los cien puntos, lo cual indica un peligro, sobre todo si se toma en cuenta que allí se ubican un jardín de niños y una primaria.
En entrevista, el biólogo Aníbal Ramírez Soto manifiesta que ya se sabía que la calidad del aire en la capital del estado es mala, pero ahora, hay áreas en las cuales, en algunas temporadas, se puede hablar de que es “muy mala”.
Con esta categoría, los niños, adultos mayores y personas con actividad física intensa o con enfermedades respiratorias y cardiovasculares deben evitar la exposición al aire libre y el resto de la población la debe limitar.
El especialista lamenta que en Xalapa haya una sola estación dedicada a medir la calidad del aire, pues no es suficiente. Sin embargo, menciona la necesidad de cambiar a una ciudadanía participativa.
Comparte que la Red de Viveros de Biodiversidad ya puso en marcha la iniciativa “Ciudades sensibles” con tres componentes, uno de ellos es la colocación de sensores en 25 puntos del municipio cercanos a escuelas.
Con apoyo de “Google Traffic”, hacen pruebas puntuales y ubican los lugares donde hay más niños; allí instalan los sensores, operados por ciudadanos capacitados por la Red.
Detalla que son ciudadanos interesados en colaborar, quienes a través de una aplicación en su celular descargan los datos y los reportan a la central de la organización a través de una plataforma digital.
Los 25 puntos iniciales, puntualiza, serán movidos constantemente y está la misión de adquirir más sensores, cada uno de ellos con un costo de ocho mil pesos.
Expone que la Red de sus propios fondos ha logrado iniciar el programa, pero si alguna empresa o institución se quiere sumar, puede establecer comunicación mediante https://www.revivemx.org/
“Ciudades sensibles” tiene dos componentes más. Uno está relacionado con el arbolado urbano: “Nos interesa que la ciudad se reforeste; mientras más árboles, más sombra, menos calor, y las ciudades son más sensibles, menos violentas, con más convivencia y más prósperas”, indica.
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El otro componente es “Centinelas de la respiración”; consiste en evaluar y determinar cuáles son los árboles que remueven mejor la contaminación al quedarse en sus hojas.
“Nosotros podemos diseñar un arbolado urbano enfocado a remover la contaminación con plantas más eficientes y cambiar el rumbo del aire porque no hay otra tecnología en el mundo capaz de hacer lo que hacen los árboles”, especifica.
Aníbal Ramírez Soto afirma que Xalapa es una ciudad muy verde pero gran parte de las especies utilizadas para su reforestación son exóticas, como jacarandas y especies ornamentales, no necesariamente las requeridas para hacer frente al cambio climático.
“Estamos haciendo análisis y pruebas con distintas especies nativas. La idea es sugerir especies con mayor cantidad de pelos o tricomas en las hojas, con mayor área foliar y también con resinas que atrapen la contaminación”.
Adelanta que para finales de 2022 esperan tener ya un catálogo de especies, y de las que ya están ahorita, evaluar cuáles será necesario seguir promoviendo por desempeñar un papel relevante.
EFECTOS
La iniciativa de la Red cobra especial importancia porque este mes la Organización Mundial de la Salud ha ajustado a la baja casi todos los niveles de referencia de la calidad del aire.
Advierte que la superación de los nuevos niveles se asocia a riesgos significativos para la salud. Sin embargo, al mismo tiempo, su cumplimiento podría salvar millones de vidas.
Sobre los efectos en los niños, enumera que podría suponer una reducción del crecimiento y la función pulmonar, infecciones respiratorias y agravamiento del asma.
En los adultos, la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares señala que son las causas más comunes de muerte prematura atribuibles a la contaminación del aire exterior. También ya hay pruebas de otros efectos como diabetes y enfermedades neurodegenerativas.
La contaminación del aire es una de las mayores amenazas medioambientales para la salud humana, junto con el cambio climático, enfatiza la OMS.