A falta de poco menos de año y medio para que el presidente Andrés Manuel López Obrador deje el cargo, el cambio de gobierno en septiembre de 2024 ya genera presión para la entrega de obras como el Tren Maya y el Corredor Interoceánico Istmo de Tehuantepec (CIIT), así como la consolidación de otras como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) y la refinería Olmeca, en Dos Bocas, Tabasco.
En noviembre de 2021, a mitad de su administración, el mandatario federal previó esta situación ante la ola de amparos que se presentaron contra la construcción del Tren Maya y del AIFA, principalmente, por lo que ordenó publicar un acuerdo en el Diario Oficial de la Federación (DOF) para que éstas y otras obras consideradas como estratégicas fueran clasificadas como de seguridad nacional.
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“Es un acuerdo para agilizar trámites y que por los trámites burocráticos no se detengan las obras, que se pueda dar la confianza a las instituciones y a las empresas que están trabajando en el Tren Maya para que los trámites que tienen que hacer para la realización de las obras sean más expeditos y que se les dé también tiempo para presentar toda la documentación, en el entendido de que las empresas, las dependencias del gobierno federal, pues están regidas por principios de protección al medio ambiente, de justicia, de honestidad, y que se le tienen que dar facilidades y se le tienen que tener confianza a las dependencias”, dijo en su conferencia matutina del 22 de noviembre de ese año.
Sin embargo, también se abrió la posibilidad de reservar toda la información con respecto a esos proyectos, lo que llevó al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) a presentar una controversia constitucional en contra del llamado “decretazo”, el cual fue analizado este jueves por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y declarado inválido.
Derivado de esta decisión del Pleno de la SCJN, el mandatario promovió un nuevo decreto con el cual blindó, por el momento, al Tren Maya, el Tren Interoceánico y los aeropuertos de Palenque, en Chiapas; y de Chetumal y Tulum, en Quintana Roo.
Con esto, en tanto la Corte resuelve el recurso de queja que presentó el INAI en contra de este nuevo “decretazo”, el presidente López Obrador asegura que las obras continúen su marcha, pues, por ejemplo, en el caso del Tren Maya el mandatario asegura que será entregada el 1 de diciembre de 2023.
“Vamos a inaugurar esta gran obra de mil 554 km en diciembre, llueva, truene o relampaguee”, sostuvo en un video difundido en sus redes sociales luego de supervisar el avance de las obras en Chetumal, Tulum, Cancún y Mérida.
Que la obra se entregue en esa fecha ya representa un retraso en sí mismo, pues cuando dio el banderazo inicial en junio de 2020, el mandatario federal dijo que debería estar terminado en 28 meses, es decir, en octubre de 2022.
No obstante, más allá de los amparos promovidos en contra de la obra por la destrucción de la selva y cenotes, se ha enfrentado a otros problemas y retrasos como la pandemia de Covid-19, el cierre de obras por parte de vecinos para solicitar obras públicas en sus localidades y frenos judiciales por el traslado de balasto desde Cuba, debido a daños generados en una zona de corales en Yucatán.
En medio también se dio la terminación del contrato con Grupo México para la construcción del Tramo 5 Sur debido a la “complejidad y premura impuesta” por el gobierno, así como el freno de los trabajos en otros tramos por parte de los trabajadores debido al presunto maltrato que reciben de los militares.
Estas son sólo algunas de las complejidades que ha tenido el gobierno de López Obrador para avanzar en la construcción en una de sus obras más importantes, la cual, según la más reciente actualización de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, lleva un avance de poco más del 57 por ciento, a tan sólo siete meses de su supuesta inauguración.
Respecto al Corredor Interoceánico Istmo de Tehuantepec, la situación no es diferente. El presidente aseguró en abril pasado que la primera parte de la obra, que conecta a los puertos de Salina Cruz, en Oaxaca, y de Coatzacoalcos, en Veracruz, sería entregada en octubre de este año.
Antes, a mediados de 2022 dijo en un evento en Veracruz que la obra iba a ser inaugurada antes de concluir ese año, lo cual no sucedió.
Con este compromiso incumplido, ya en marzo de 2023, el mandatario informó que el megaproyecto se encuentra con un avance de más del 70 por ciento, por lo que en el transcurso de 2024 sería entregado el resto de la obra en los tramos que conectan a Coatzacoalcos con Palenque, Chiapas, y de Ixtepec, Oaxaca a la frontera con Guatemala.
Para lograr ambas promesas, apenas ayer su gobierno publicó un decreto en el DOF con el que expropió vías ferroviarias entre los tramos de las líneas Z, ZA y FA que corren de Medias Aguas a Coatzacoalcos, de Hibueras a Minatitlán y de El Chapo a Coatzacoalcos, pertenecientes a Ferrosur, de Grupo México.
El documento emitido por la Secretaría de Marina (Semar), la cual está a cargo de la obra, ordenó la ocupación inmediata en favor del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec sin aviso previo a la empresa, según se denunció horas más tarde.
Además de esta situación, los conflictos sociales y delictivos a los que se ha enfrentado la Semar desde que se hizo cargo de la obra han frenado su construcción. En enero de este año, El Sol de México dio a conocer que esa dependencia reconocía más de mil eventos de este tipo a lo largo de la construcción del CIIT.
Las dificultades que enfrenta responden al crecimiento de comunidades que se instalaron en las inmediaciones del paso de vía y que ahora no quieren ceder a la construcción de la obra debido a que implicaría ser retirados del lugar o la demolición de obras sociales como escuelas.
“Mucha gente construyó al lado del ferrocarril, hay tramos donde no hay problema pero hay otros en donde sí y hay que ir hablando con la gente y dándoles opciones”, reconoció el presidente un mes después en su conferencia matutina.
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De esta manera es que ambos proyectos, los cuales pretenden mejorar la conectividad y el desarrollo económico y turístico del sureste del país, se han atrasado constantemente sin llegar a ver el fin, a pesar de que se previó originalmente que fueran terminados el año pasado, lo que abre la posibilidad de que sean obras transexenales.
A esto, se suma que los que sí han podido ser inaugurados, como el AIFA y la refinería de Dos Bocas, no puedan consolidarse.
El aeropuerto, por ejemplo, en su primer año de operaciones transportó a cerca de 1.4 millones de pasajeros, lo que representa apenas el siete por ciento del total de su capacidad, además de que en marzo tuvo una baja de tráfico de viajeros y vuelos, con un promedio de 45 operaciones diarias, muy por debajo del promedio de mil que mantiene la terminal de la Ciudad de México.
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Con Dos Bocas sucede algo similar, pues a pesar de que fue inaugurada el 1 de julio de 2022 sería apenas hasta el 1 de julio de este 2023 cuando se logre producir el primer barril de petróleo, aunque será hasta el tercer trimestre cuando, en teoría, trabaje a su máxima capacidad, refinando hasta 340 mil barriles diarios.