Las cenizas de los católicos que desean ser cremados no pueden ser esparcidas, divididas ni conservadas en la casa sino que deben ser guardadas en un lugar aprobado por la Iglesia y consagrado, fueron las normas emitidas por el Vaticano en el 2016.
Sin embargo, las cenizas del popular cantante e interprete, José José, fueron divididas en dos, una parte de él se quedó en Miami, Estados Unidos y la otra en la ciudad de México, decisión que no agradó al público mexicano, pero se consuela porque su espíritu y canciones se quedan en México y todo el mundo.
Si bien se dice que el cantante era cristiano, pero era también devoto a la Virgen de Guadalupe, por ello, de acuerdo a Laura Nuñez, la ex asistente del intérprete, a José José le hubiera gustado ser velado en la Basílica de Guadalupe. Y sus hijos estuvieron de acuerdo con ese deseo.
Las cenizas no se pueden repartir entre familiares, conservar en relicarios ni dispersar en el aire, la tierra o el agua porque ello crea la apariencia de "panteísmo, naturalismo o nihilismo'', dicen las normas emitidas por el Vaticano.
“Por las razones mencionadas anteriormente, no está permitida la conservación de las cenizas en el hogar […] Las cenizas, sin embargo, no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares y se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación”, escrito en el numeral sexto de la instrucción Ad resurgendum cum Christo.
Durante la mayor parte de su historia bimilenaria, la Iglesia católica sólo permitió el entierro con el argumento de que expresaba mejor la esperanza en la resurrección. Pero en 1963, el Vaticano autorizó explícitamente la cremación siempre que no implicara una negación de la fe en la resurrección.
El documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe insiste en que es preferible el entierro, y las autoridades califican la cremación de "destrucción brutal'' del cuerpo. Pero expresa las normas para conservar las cenizas del número creciente de católicos que prefieren la cremación por razones económicas, ecológicas o de otro tipo.
Refiere que lo hacía para contrarrestar "ideas nuevas contrarias a la fe de la iglesia'' que surgieron desde 1963, como las del New Age de que la muerte es una "fusión'' con la Madre Naturaleza y el universo o una "liberación definitiva'' de las ataduras del cuerpo.
La Santa Sede ha argumentado que las cenizas y fragmentos óseos no se pueden conservar en casa porque con ello se priva a la comunidad católica de recordar al difunto. Por eso las autoridades eclesiásticas deben escoger un terreno consagrado, como un cementerio o iglesia, para recibirlas.
Aunque en casos extraordinarios un obispo puede permitir que se conserven las cenizas en la casa, dice el documento.
Las nuevas instrucciones están fechadas el 15 de agosto y dicen que el papa Francisco las aprobó el 18 de marzo. Se le preguntó.
El autor del documento, cardenal Gerhard Mueller, detalló que "el cuerpo muerto no es propiedad privada de los parientes, es más bien un hijo de Dios que forma parte del pueblo de Dios''.
A tres años de distancia de ese documento del Vaticano y a razón de la muerte del ídolo mexicano José José, se explican algunas de las razones expresadas por la Congregación de la Doctrina de la Fe en el 2016.
La Iglesia católica recomendaba “con insistencia” que los cuerpos de los difuntos se entierren en un cementerio o en otro lugar sagrado”; pero que, si hubiera razones legítimas para cremar el cadáver, las cenizas deben mantenerse también en un lugar consagrado para tal fin.
El cardenal prefecto de la Congregación, Gerhard Ludwig Müller, aseguró entonces que sólo un permiso especial, bajo “casos de graves y excepcionales circunstancias”, el obispo local podría conceder el permiso a los familiares para conservar las cenizas en el hogar.
La Iglesia católica esperaba que estas instrucciones ayudaran a que los fieles comprendieran y tomaran mayor conciencia de su dignidad como hijos de Dios:
No pocas ocasiones son los propios familiares quienes desean conservar las cenizas de su ser querido en sus propios hogares, pero aunque esta voluntad “esté inspirada por un deseo de cercanía y de piedad que facilite el recuerdo y la oración, existe el peligro de que haya olvidos o faltas de respeto, sobre todo una vez pasada la primera generación, así como dar lugar a elaboraciones del luto poco sanas.